Bondage Hombre - PAREJA ATADA EN EL HOTEL
FECHA: 10/29/2015
Etiquetas:
SadoMaso
Una pareja de chica y chico son atados los dos en una habitación de hotel y sometidos a juegos sexuales de placer y una dura sesión bondage en pareja.Nos escribió un chico que nos contó que ya hace algún tiempo que nos estaba siguiendo por nuestros relatos. Finalmente, el pasado mes se atrevió a escribirnos, mandarnos su propuesta y tuvimos nuestro primer contacto que fue muy morboso.
Fue el pasado miércoles. Nos habíamos intercambiado un par de emails, contándonos lo que le encantaba de nuestros relatos, y nos emplazamos para vernos en unos apartamentos de aquellos que se alquilan por horas. Mi novia, aburrida en piso, me llamó contándome su aburrimiento, que ya estaba preparada y vestida y con ganas por ir, y que en vez de ir juntos desde nuestro piso ya nos encontrábamos en el hotel. Ambos teníamos la dirección, y le dije que vale, porque yo estaba en la otra punta de Barcelona.
Colgó el teléfono, y ella salió directa hacia el hotel. Llegó media hora antes de la hora acordada, muy puntual, y mayor fue la sorpresa cuando vio que en la sala de espera del hotel el chico ya había llegado. Con ropa de calle, no son de aquellos encuentros sensuales y eróticos que la gente se imagina, pero mi novia es muy atractiva y cuando la vio sonrió y se saludaron. Creo que el chico pudo observar que su belleza natural no necesita de maquillaje alguno. Además después nos contó que le gustó que vistiera de calle, porque curiosamente le gustan los tejanos. Hablaron veinte segundos, y la conversación la interrumpió la chica de recepción, que les invitó a entrar en la habitación. Se miraron, sonrieron, y entraron.
Pasaron a la habitación asignada, y aunque la idea era esperar a que yo llegara no fue así, y empezaron lo que iba a ser una excitante y morbosa experiencia. Dijo mi novia que le invadió la impaciencia cuando abrió la gran maleta de viaje que llevaba y asomó montones de pilas de metros de cuerdas, y que entre ellas asomaban juegos de mordazas, antifaces, hoods y algunos modelos de vibradores.
De entre todos los juguetes curiosos asomó una mordaza que mi novia no había visto ni en vídeo, y el chico le explicó cómo se colocaba, una de ésas que te obliga a mantener la boca abierta pero que va fijada con unas correas, encajada en una especie de cinto que incluso permite cerrar todo el aro de la boca abierta con una forma de tapón. Le dijo que es una mordaza muy cruel, pero que si quería probarla que se lo pasaría muy bien, y allí mismo mi novia cogió la mordaza, abrió la boca, se la puso dentro bien fijada, y le pidió al chico que se la abrochara detrás, lo que como es lógico hizo encantado, apretando con fuerza la hebilla para asegurarse que no podía decir nada.
Aún estaba todavía vestida de calle, pero fue entonces cuando empezó por quitarse la ropa. El chico la miró, ataviada sólo con su lencería de color negro sexy que queda de maravilla mostrando su silueta sexy y con los nervios que ya tenía, tan guapa, con esos ojos y provocativa con la mordaza, la situación tardó unos segundos en caldearse.
Le pregunto si le molestaba la mordaza, y ella hizo un aaaagggg aaaaggg, dos veces, por decir que no. El chico la colocó de cara a la pared, la desnudó acompañando el quitarle el tanga y el sujetador con una caricia de recompensa, y ya desnuda se dirigió a la maleta, comenzó a sacar cuerdas, y se puso a atarla, fuerte y salvajemente, con las cuerdas que se apretaban a su carne de tal forma que se hundían levemente.
Puso cuerdas por encima de la muñeca, del antebrazo, del codo y hasta debajo del hombro. Pasó las cuerdas por todos los sitios de su cuerpo, una tras otra, ató los nudos bien fuerte, y diez minutos después para mi novia desatarse era imposible. Le siguieron las piernas, y lo mismo, puso cuerdas por encima de los tobillos, gemelos, más gemelos, rodillas por encima, por debajo, los muslos, casi la pelvis, y después pasó las cuerdas entre ellas, dobladas, con tanta fuerza que el talón le tocaba el tocaba, y así las dos piernas.
Me dijo que al acabar era imposible completamente desatarse, todo el tiempo en silencio o con unos aaaggghhhhh justos al apretar las cuerdas. Estaba en esos momentos de rodillas, en el suelo, sentada las nalgas en los pies porque tampoco podía separarse, y tuvo un primer plano de la polla dura a reventar del chico cuando se desnudó delante de ella.
Se notaba que hacía ya rato que no podía con las ganas de sexo, y sin perder tiempo se colocó un condón, buscó el orificio enorme que le obligaba a mi novia a mantener la boca abierta, colocó la polla y la entró, moviendo despacio adelante y atrás con el chico que la guiaba agarrada fuerte por la cabeza. Los gemidos y jadeos de la mordaza sonaban por toda la habitación.
- “aaaagggghhgh ggggagaggagg ggggaahhh gagag gag hhhahhga”- hacia a cada embestida de la polla. Mi novia sentía una excitación pasional y cada vez con menor control. La baba inundava los lados de la mordaza mientras la intensidad iba subiendo, y en los momentos que el chico retiraba la polla caía la baba por la mordaza.
Me contó que aquel sufrimiento, nuevo para ella, era desconcertante, porque era muy excitante. Cuando volvía a meter la polla, la baba hacia como gárgaras, gggrrrraaaaga grraagag, y no es el típico sonido de mmmpphfhhfhf de la mordaza. Es más cruel, y sin posibilidad de desatarse él siguió moviéndose un poco más hasta que dio por finiquitado aquella parte del juego cuando se corrió. No pudo aguantarse. Con la polla fuera, se quitó el condón y se exprimió su semen hasta la última gota.
Sonrió, suspiró aliviado, ayudó a mi novia a tumbarse en el suelo, y le quitó la mordaza apenas diez segundos, porque en realidad se la cambió por otra, una mordaza de bola, un bozal al que después le siguió un grueso con sólo un orificio por el que salía la nariz para poder respirar. Lo apretó con los cordones que llevaba en la parte posterior, con fuerza de tal modo que impulsó más la mordaza dentro de su boca. Apenas hacia un mmmphhhfhfhf, pero con el grosor del Hood se escuchaba muy apagado y leve.
Justo en esos momentos aproximados llegaba yo. Al no verla en la sala de espera, llamé por teléfono, preguntando si iba a tardar mucho. Lógicamente, no iba a responderme, pero alguna seña le hizo con la cabeza a su amo bondage, que la entendió, y al cabo de quince tonos él respondió por ella.
Me preguntó si era yo, y me comentó que mi novia está tan bien atada que no podía responderme. Me dijo sin prisas durante un minuto largo que no podía responder, que estaba atada con un montón de cuerdas por todo el cuerpo, y que no podía hacer nada para desatarse.
“Ahora te toca a ti” – añadió.
Me contó que estaban dentro de la habitación, y que salía a buscarme a la sala de espera. Vino en un minuto, y consigo llevaba una gruesa venda. Me la colocó, y ya con los ojos vendados aseguró la venda dando vueltas por encima con un rollo de cinta de precintar, fijando al mismo tiempo la venda a mi frente y mis pómulos.
- “Ahora sí puedes entrar”.
Recuerdo a la chica de recepción ironizar con un “que os lo paséis bien” entre risas, y al entrar en la habitación me pareció que quedaba claro con el mmmpphhh de mi novia su indefensión.
Sólo cerrar la puerta, me ordenó desnudarme. Yo había puesto sus brazos a la espalda, con los antebrazos doblados hacia arriba, que me dejaba las manos mitad de la espalda, y comenzó como antes había hecho con mi novia, pasando las cuerdas por los codos, por las muñecas, con calma, sin prisa, usando sin reparos un montón de cuerdas, hasta que al acabar pude comprobar que no tenía ninguna opción de desatarme.
El único ruido que se oía en la habitación eran las cuerdas y algún mmmmpppfpfhfhfh de mi novia, al moverse excitada. Parecía estar excitándose, a cada nueva atadura conmigo, pero con los ojos vendados no podía saberlo con Seguridad. Por los murmuros amordazada, diría que sí, y se notaba más intensos cuando oía el ruido de los nudos cerrarse en lo que en aquellos momentos era atar mis piernas. Puse los tobillos juntos, y me pasó la cuerda que tuviera los tobillos atados juntos. Me puso otra en las rodillas, y entonces me tumbó en la cama para terminar con un cruel hogtied, complicado, al pasar la cuerda por las cuerdas que ataban los codos y las muñecas, y tirar con tanta fuerza que quedaron mis piernas tan dobladas que casi tocaba con mis tobillos el culo, sin además no poder pillar ningún nudo.
Lo siguiente que noté fue morder un grueso hierro, un aro, tan amplio que tuve que abrir al máximo la boca para morderlo. Pero no podía morderlo, porque son de aquellos que te dejan la boca abierta. Lo aseguró, apretó la hebilla, me colocó con la cabeza en dirección a él, se puso un condón y como antes había hecho con mi novia metió su polla dentro de mi boca. Yo me resistí, me negué, pero él me dijo que le chupara la polla, que se la mamara. Con la boca abierta, no podía evitarlo, y yo me estaba excitando mucho. Comenzcé a babear, cada vez más, y mucho más cuando su polla hinchada entró en mi boca. Tenía la mitad de la polla de él dentro de mi boca, y sólo podía suplicar, ooooffff aaagggoo ooooggg aaagaggghgh agghaghga aghagh, suplicando pero fue en vano. La baba me caía incluso con su polla dentro de mi boca, por las comisuras y como una cascada, y mis gemidos eran gafgararrarr grrrraggag grraraggg aaagrrr aaarrrggghghg aagggaga de tanto babear.
No tuve descanso hasta que se corrió, y entonces sí me quitó la mordaza incómoda, pero tal como había hecho con mi novia sólo era para cambiármelo. Me puso otro, uno de bola que apretó lo más fuerte que pude detrás de mi nuca. Nos movió, con la intención de acercarnos. Una mano la puso en mi polla, con la otra sostenía un vibrador de aquellos que se ponen sobre el clítoris y les dan a las chicas sesiones multiorgásmicas, y comenzó a masturbarnos a los dos a la vez. Los dos comenzamos a gemir, mmmpppphfhfhf mpmpmfpfhfhfp fmfppfmfmfp mmppfhfh, ella y yo, y el chico le oímos reírse. En lo que se refiere a mí, tengo la polla descucierta, y eso le daba como ventaja tocarme el frenillo.
Es mucho más sensible la polla así, y empecé a volverme loco. Al tiempo que ella tenía su primer orgasmo, él se lo tomaba con calma conmigo. Cada vez que veía mi polla durísima, a punto de correrme, paraba, y esperaba que se me fuera parte de la erección. Aquello era muy cruel, sobre todo al tiempo que mi novia gemia “mmphh” “mmmpppphiiii” mmmfpfpffh fiffffiffif fififi y yo estaba a su lado atado, y todavía era más cruel cuando os digo que no fue ni cinco ni diez minutos aquel tormento, sino que duró por lo menos una hora seguro, y más duro fue cuando me prohibió correrme.
Al terminar, desató primero a mi novia, completamente, hasta el último nudo, mordaza y Hood incluido. Le ordenó mirarme, y me contó que sin despegar la vista de mí intentó mantener un diálogo con él, pero sólo le salió que se lo había pasado genial y que se le había hecho corto, y que yo estaba muy excitante.
Pese a la incitación por parte del cuerpo mojado que me acompañaba en la ducha, preferí pasar a la habitación para ir a mas, toalla y zapatillas desechables al salir de la ducha, y para la cama.
Disfrutando de verme atado, mi novia se vistió sólo con el conjunto de lencería sexy, y estuvo largo rato sin ponerse más ropa. No quería tampoco vestirse, pero cabe decir que todo iba desenvolviéndose de manera muy natural, fluida, ella dispuesta todavía a disfrutar más y entregarse a más juegos, y viéndome tan atado y muy bien atado tomo la iniciativa y le dijo si ya había acabado.
El chico le contó que no me dejaba correrme, y con esa premisa ella empezó con el francés, despacio y sensualmente consiguió que tuviera una fuerte y prolongada erección, me la puso durísima, pero justo cuando lo conseguía frenaba y paraba, siguiendo las órdenes del chico. Luego volvía, y yo quería gritar ffffffififi fifififi ffffe oooofffofoo pero no, no me dejaban correrme.
Se separó, y la oí reírse, y le dijo al chico que quería continuar, así que el chico cogió otra venda, puso a mi novia con los ojos vendados de nuevo, cogió la mordaza de bozal, volvió amordazarla bien amordazada, le puso los zapatos de tacón, y llamó a recepción.
Ordenó a mi novia colocarse con los brazos detrás de la nuca, y abrió la puerta a la chica de recepción. Le preguntó si podía llevar a mi novia, su esclava según dijo, al parking, mientras yo me quedaba allí atado, ignorado, sin hacerme caso, y la emplazo a que me fuera vigilando cada media hora que no me desatara. Que él volvería a buscarme dentro de tres horas, ya de noche, mientras llevaba su sumisa, mi novia, a su cas. La chica sonrió, dijo que sí, y lo siguiente que escuché fue sus tacones andar, alejarse y la puerta de la habitación cerrarse, conmigo sólo dentro.
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