El secreto de Mario

FECHA: 6/30/2014
El olor del café colado en la cocina aromatizaba. Él estaba sentado en la mesa que da a la ventana de la humilde casa; daba un sorbo al café y se preguntaba para donde había ido. La abuela esta para el pueblo y solo está esa mañana en casa.
Mario vio hacia afuera y noto que la neblina se disipaba y ya al fondo del patio donde está el conuco se visualizaba mucho mejor.

El fango en sus botas se pegaba, le echo un ojo a los cochinos y demás animales de corral y que mirando fijo al conuco; algo parecía oírse de allá: ruidos, ramas pisadas y hasta un chillido muy quedito. El joven Mario con tan solo 14 años, ajusta las gafas a los ojos y se va por un lado con un palo en mano para ver, de quien pueda estar dentro del conuco.

Subió por una pendiente y camino por la tierra barrancosa y hecha lodo por la lluvia. Con sigilo se escabullo por los platanares y entre ellas se agacho para ver escondido.
El pujido de alguien (sin saber si era humano) le puso alerta, el corazón le latía con fuerza y las manos le temblaron un poco. Cuando Mario bajando por la orilla del terreno barrancoso se agacho y vio entre las matas hacia abajo donde está un espacio si cultivar del conuco, jamás pensó en ver aquello esa mañana de niebla, solitaria y fría.

II
La noche anterior, Florencio estaba al cuidado de su sobrino Mario, la madre de este salió al pueblo nuevo y no regresaba en días; Florencio le dice en la noche a Mario; que muy temprano iba a salir, que le esperara y no saliera hasta que el llegase. Esa mañana muy bien había esperado Mario a su tío pero la tardanza le hizo salir por el temor de estar solo.

Florencio salió temprano como había dicho. Un hombre de unos 30 años, soltero tenías sus cualidades extrañas en el pueblo, de bigote corto, piel tostada y ojos marrones; Florencio en medio de la niebla se llega a la entrada de las vías de la autopista, iba en busca de Lorencito, pero para mala o buena suerte de él, se encontró fue con Tomasito, un joven de 24 años, piel oscura y ojos achinado como un goajiro.

Con un caballo y un burro de carga, Tomasito comenzaba la labor muy temprano; ya ha hecho una entrega de tabaco y regresaba de nuevo al conuco del abuelo.
¿Tomasito y Lorenzo? – pregunta el tío de Mario.
Vea, no le he visto aun – le responde Tomas.
Qué raro… piensa Florencio. Cuando ve al joven Tomasito, quitarse la franela para sacudir la tierra, le ve el torso desnudo, una piel morena oscura y lucia por un leve sudor, Florencio noto ese camino de vellos ensortijados que iba desde el ombligo y se perdía por dentro del Jean raído que lleva puesto.

Tomasito se pone de nuevo la camiseta se monta al caballo y por el mecate conduce al burro que va detrás de él, sonríe y Florencio se siente atraído por esa sonrisa del joven tomas.
Lo pensó en un momentico, y le pidió el favor a Tomasito que le llevara hasta la casa. Una vez montado en el caballo, detrás del joven muchacho, Florencio excitado veía la espalda de tomas y no dejaba de pensar de cómo llevarlo con él.

Al llegar casi por detrás del conuco de la abuela de Florencio, este con todo el temor del mundo llevo su mano a la entrepierna de Tomasito y la apretó mientras al oído le decía;
¡Vamos y te la mamo Tomasito! –
El muchacho reacciona quitando la mano y le responde; ¿qué paso Florencio, usted es marica?
Las experiencias hacían adivinar a Florencio, cuando bajo rápido del caballo, escupió al suelo y se acomodando el sombrero de paja, mira a los ojos de Tomasito que aún está en el caballo, todo desconcertado.

¡Tranquilo, solo quería jugarte una broma! – añade Florencio, con voz baja y calmada.
El muchacho baja del caballo, en una rama hace el nudo con el mecate y viendo a los lados, se agarra la verga por encima del pantalón y le dice a Florencio;
Vamos, que ya me han dicho que usted la mama divino –.

Una vez dentro del conuco, Florencio esta de rodilla frente a Tomasito; le soba la erección y se la aprieta, midiendo con los ojos la longitud y el grosor de la misma. Acerca el rostro y abre la boca para simular morder el trozo de carne gruesa por encima del jean; siente el olor de la tierra pegada al pantalón, de una vez con manos temblorosa, Florencio baja el cierre y desabrocha el botón del pantalón.

Con un olor inigualable, pero que tanto deleita a Florencio, la desenfundo del prepucio y la viscosidad alumbro con brillo en el glande cabezón del guebo de Tomasito. Se pintó los labios con ella, mirando directo a los ojos de Tomas, el joven vio como esa boca con un minúsculo bigote, se tragaba toda su verga erecta, los labios pegaron a la ingle y sacándola completa, se estremeció cuando le succionaron la cabeza.

Sacando y metiendo todo el trozo de carne de su boca, Florencio disfrutaba de Tomasito (aunque en un principio recordaba que esto era lo iba hacer con Lorencito). Mamando como un becerrito, Tomasito se hincaba más y jadeaba con los ojos volteados de placer.

Ya no quería perder más tiempo, Florencio se puso de pie y rápido descubrió solo su trasero, mostrando unas nalgas grandes y velludas, se apoyó de un tronco y levanto el culo a Tomasito. El muchacho le vio muy excitado y curioso le abrió las nalgas y miro el culo peludo de Florencio; cuando escupió su mano para lubricar el recto, dejo ir el dedo pulgar dentro del culo y sintió la tibieza de la entrañas de Florencio.

Con el guebo parado y mirando hacia arriba, Tomasito con los dedos lo guio hasta al agujero, el glande cabezón de un color morado, se veía enorme en el culo apretado de Florencio, le dio un brochazo y empujando firmemente, el miembro viril entro solo cabeza; Florencio estremeció y pujo muy quedito. Con el rostro rojo cerro los ojos para aguantar el dolor, mientras que una mano le sujetaba la empujadas de Tomasito. El joven sin dejar de empujar su virilidad hacia adentro, el ano de Florencio fue cediendo y cuando levanto la cabeza al aire, ya era porque la ingle de pelos de Tomasito tocaba las puntas de sus nalgas.

Tomasito que aún se mataba a pajas sintió que esto era increíble; sin importarle el dolor de Florencio su vaivén de cadera empezó lento y en cuestión de segundo lo perforaba con tal intensidad, que Florencio creyó no aguantar la verga de Tomas.
El mete y saca se oía como un corcho sacado del pico de la botella, y las nalgas pegando a la ingle de Tomasito junto con los gemidos de ambos era unos mismos sonidos acompañados por el mismo silencio.
Tomasito no aguanto más, y enterrando profundo su trozo de carne, en el culo de Florencio se vacío por completo. Jadeo fuerte mientras agarraba por el hombro al tío de Mario y como si no quisiera terminar se quedó pegado al culo, mientras Florencio buscaba acabar con el ano lleno de semen y verga.

III
La verga de Mario se quería salir del short de lo dura que estaba, ver aquello desde cuando su tío estaba de perfil a él, y ver como apoyado del tronco se dejaba meter el guebo grande de Tomasito; todo eso le había dejado con una sensación nunca ante experimentada, por un lado excitado y por lado: no sabía si pensar que su tío estaba humillado ante Tomasito.

Cuando piso un rama, al el ir de espalda, vio como ambos hombres en conuco, buscaban con las mirada asustadas a todo lados. Se arreglaron la ropa y algo le dijo Tomasito a Florencio que Mario vio cómo su tío asentía con la mirada cabizbaja.
El chico corrió y llego a la casa, entro a la habitación donde duerme, se quitó las botas y se arropo en la cama acostado. No dejaba de pensar en lo que acaba de ver, aun su pene estaba erecto, pero su estómago lo sentía revuelto, el chico quedo con el guebo de Tomasito grabado en la mente, pero ver a su tío en el, le causaba nauseas pero le excitaba a la vez.
Oyó los pasos de su tío andar en la casa, y sintió cuando abrió la puerta del cuarto y luego cerró en silencio, él pensaba, que no podía ver a su tío a los ojos, y se preguntaba por qué lo había hecho.

IV
A la edad de 19 años, Mario se hizo muy amigo de Jaco, un joven de piel blanca y rasgos de rubio tostado, jaco era dos años mayor que Mario, y desde hace cinco años que son amigos, compañero para ir a beber y demás cosas, siempre andaban juntos.

Aquello que Mario vio de su tío, le marco de por vida, tanto que evito el habla con su tío. Después de mucho tiempo de aquello supo el cuento de lo que hacía Florencio con otros hombres del pueblo. Lorencito con amargura en el velorio de Florencio le conto mientras estaba ebrio. El año que cumplió los 16, en un accidente, Florencio y otro hombre iban en un caballo que se desnucó en un barranco donde ambos perdieron la vida.
Mario sentía pena por su tío y clamaba a dios que lo que había comentado Lorenzo a él, no se lo contase a más nadie.

V
Después de una noche de jerga, jaco y Mario regresan ebrios a casa, jaco se ponía peor cuando estaba borracho; por ello Mario siempre evitaba más el alcohol, para estar pendiente de jaco. A la madrugada llegando a casa, con jaco apoyado en sus hombros, entraron a la casa de la abuela de Mario, por suerte su abuela no se percató de su llegada.

Lo acomodo en la cama de él, y jaco pesadamente cayo en el colchón. Roncando casi al instante, Mario se quedó sentado a un lado de la cama, y en la oscuridad veía la figura del cuerpo de su amigo acostado; con la vista le tocaba y hasta que decidió con su manos, por la abertura de la camisa fue tocando y desabrocho unos cuantos botones de ella, palpo el torso liso y apretó un pectoral duro, bajo la mano y el lino de la tela del pantalón, dejaba suavemente palpable la entrepierna de jaco, le sobo y toco sus bolas. Era la primera vez que hacia eso, pero siempre había sido unos de sus más deseos en secreto, muchas pajas se ha hecho pensado en jaco, por ello esa madrugada, sintió el impulso de querer hacer lo que siempre ha querido.

Se acostó a un lado de él, en la cama individual, olio el perfume a madera unido con el alcohol que sale de su aliento, lo abrazo sobo los músculos de los brazos de jaco. Mario no solo desea jaco, lo ama como un hombre ama a otro hombre. Le beso en los labio y jaco se movió un poco, le volvió a besar y fue bajando por el cuello y luego al pecho, toco la entrepierna y aun no esta dura, como el desea, aun así baja hasta la cintura de jaco y desabrocha el cinturón para luego dejar descubierto el guebo de jaco aun estando flácido, le miro y se acercó; el olor era neutro, tenía que pegarse mucho a sus bolas para poder percibir el olor de virilidad de macho, le beso por debajo del miembro, besando también las bolas, la descubrió del prepucio y toda dentro de su boca, saboreo su sabor igual neutro pero delicioso a la vez.

La virilidad de jaco, se levantaba lentamente, palpitando dentro de la boca de Mario. Mario levanto la mirada para ver a jaco y aun lo veía durmiendo (igual no le importaba si despertaba ¡lo deseaba!) Cuando estuvo por completo erecto, ya en su boca no cabía, y agarrando por el troco preso la verga de jaco y el chupo en el frenillo, la trago toda y con la nariz raspo la ingle sintiendo los pelos.

Le masajeaba la verga y deseaba que jaco despertara, quería más que hacer eso con él. La volvió a tener en la boca y mientras le hacia la paja, sorprendido quedo cuando la verga de jaco comenzó a expulsar espeso semen y en sus labio fue a dar, trago lo demás, y deleitándose con el sabor, se limpió el resto que tenía en labio y lo chupo con el dedo. Al finalizar le cubrió de nuevo se entrepierna, subió al regazo de jaco y olio se perfume en la camisa.
Mario sintió que hizo solo una pequeña parte con jaco, el deseaba mas, no solo ser poseído por jaco, sino el poseerlo el también, lo quería y lo amaba como nunca había amado.

VI
El tiempo pasaba y Mario y Jaco aun eran amigos, como uña y mugre. Mario pensaba que jaco sabía que él lo había tocado, pero quería fingirlo, a él le daba igual, solo hacia lo que le pidiese.

El sol inclemente de pleno medio día, quemaba la piel de los trabajadores y uno de ellos era Mario, al finalizar la jornada llego a casa, fue a la de jaco y no lo encontró en ella, se preguntaba a donde había ido y ya a la tarde le quería ver.
Aun el solo no se ocultaba, resplandecía con calor lo último del medio día. En caballo bajo hasta el rio, creyendo encontrarlo ahí, Mario miro a todos lados y no lo encontró, al rato bajo del caballo, habiendo tanto calor y el sin bañarse aun el agua fría del rio le tentaba a bañarse.

Una vez desnudos se dio chapuzón en el pozo, frente al pozo, la piedra agrietada y verde por encima de ella caía agua, detrás de esa piedra había un pasadizo verdoso y Mario dentro del agua mirando hacia allá, recordó las tantas veces que se ha metido por ahí para hacerse una paja; debajo del agua fría, su erección subió sin impórtale nada, y ya excitado Mario llega la horilla y saliendo rápido entro entre el pasadizo y cruzo al otro lado… si Mario hubiese sabido que encontraría a otras personas teniendo sexo, hubiese cuidado su paso para encontrarlo de nuevo.

VII
Aquel día no salió al trabajo, por ello dejo ir solo a Mario. Después del mediodía, por el insoportable calor bajo al rio a bañarse, jaco estando ahí, se desnudó y de una al agua se metió. Al rato de estar nadando, el joven muchacho vio acercarse a otro joven al pozo.

Giovanni es un joven de 14 años, el chico de piel trigueña, delgado y cubierto de peca ese día bajo al rio a lavar los corotos; el chico ya ese entonces mostrabas cualidades afeminadas, más de un muchacho del pueblo le hacían mofa por su conducta. Aquel medio el chico jamás pensó encontrar a Jaco desnudo dentro del pozo del rio, sintió vergüenza e intimidado por Jaco en el agua. Aun así el joven coloco los trastes en las piedras y bajo la mirada, deseando ver más de cerca a jaco que reposaba en una piedra donde cae una cascada de agua al rio.

Con un trozo de tela y un poco de jabón lavaba las ollas de la casa, pero por tantito tiempo alzaba la vista y miraba de reojo a jaco, el chico pensado o viéndole en su mente; imaginaba a jaco de pies a cabeza, y lo que en su imaginación visualizaba era la entrepierna del muchacho en el agua. Con una erección dura y dolorosa por la posición de su cuerpo, Giovanni viendo de cerca quedo pasmado al tener tan cerca a jaco frente a él en cuclillas. La mandíbula le tembló y lo primero que vio fue los par de hoyuelos en las mejillas rojas de jaco, con una sonrisa en la cara, mostrando los diente alineados y blancos, el giño que recibió de jaco, el marrón de sus ojos brillo con encanto y Giovanni casi que ahí en el sitio queda paralizado de tantas emociones y encontradas.

Teniendo una erección bajo el agua, jaco al ver a Giovanni, su verga palpito con más fuerza, al pensar en hacerle la maldad al chico, que muy bien le sabia de su amaneramiento. Calmo un tanto lo empalmado que estaba y ahí salió del pozo, chorreando agua de su cuerpo desarrollado y con solo una trusa blanca tapando su sexo; Giovanni vio con claridad al ver ese paquete húmedo destilando agua, la tela blanca dejando al descubierto el color carne del morcillón un tanto duro, la baba es poco lo que botaba Giovanni al verlo tan cerca de él. Lo primero que imagino el chico fue que Jaco ha de ser un hijo de un musió rubio, que lo hizo tan guapo para ser del pueblo.
Jaco le sonreía y le pregunta cómo se llama, el chico responde con la lengua pega y la mandíbula tiesa, aun así dice su nombre a secas, después de eso la invitación de jaco fue más que oportuna.

Ambos jóvenes en el pozo, nadaban un poco alejado, pero jaco teniendo una erección bajo el agua, no dejaba de pensar en llegarle por detrás y rozarle su virilidad dura por las nalgas del chico; al verlo en ropa interior jaco deseo esas nalgas pequeñas del chico.
Se zambulló al fondo y Giovanni esperando a que saliera pronto, pego el brinco cuando lo sintió por detrás, inmediatamente la dureza caliente en contraste con el agua fría, toco su cintura y luego en el medio de su nalgas.
Jaco mirando a los lados, pega su entrepierna a las nalgas de Giovanni, siendo directo de una vez le susurra al oído y al ver que el chico casi que se le desmalla en los brazos; le toma de la cintura con ambas manos y afinca la erección hasta ambos jadear y temblar de placer.

VIII
Al apoyarse de la piedras que hacen el pasillo, Mario se lastima la mano con una punta sobresalida; él un tanto desconcertado y sin los lente puesto, esfuerza la vista y ve el acto de jaco con Giovanni.
Le veía al joven chico, de rodilla en el pavimento rocoso, su boca de labios finos y rojos, abarcaba el grosor de la verga de jaco; solo la mitad tragaba y Giovanni con los ojos metido en la ingle de jaco, con ambas manos se apoyaba de los muslo del muchacho parado.

El sonido del agua cayendo, a Mario lo tenía un tanto sordo. Cuando el chico saco de su boca el guebo de jaco; el falo torcido hacia arriba, grosor considerable y de longitud corta, lleno de vena: el glande rojo como un tomate, se contrajo y escupió un chorro de semen que cruzo en la cara de Giovanni. Jaco jadeando y con el cuerpo encorvado, el estómago se le puso duro al estar acabando en la cara del chico, con los ojos casi cerrados miraba al cielo en éxtasis de placer.
Palideció y con la mano maullada corriendo sangre, Mario apretó la mandíbula, muy lejos de sus emociones, una leve erección tuvo dentro de la trusa, y sin saber si contenía la rabia o el frio de estar mojado, se quedó paralizado mirando enojado, cuando jaco y Giovanni le voltearon a ver con ojos exaltado.

IX*
Aún tenía el cuchillo en mano. Aquella madrugada Mario veía el alba trayendo la mañana, el corazón le quería salir del pecho y lágrimas secas corrían por las mejillas, no tenía los lentes ni en la cara ni el cuello, rosita se lo ha quitado cuando luchaba por su vida. Mario pensaba mientras caminaba por el monte largo; creía no volver hacerlo, y jamás pensó en volver asesinar a alguien, recordó aquella vez con amargura en su corazón, cuando vio a jaco en el rio con Giovanni; recordó a ese joven, cuando le dejo inerte a la orilla del rio, con un piedrazo en la cabeza le mato por el mismo motivo que asesino a rosita… << jaco solo debe ser para mí >>; pensaba.
Justificando su acto, su amor por Jaco, Mario iba caminado esa mañana en busca de su amado, aunque Jaco ignorara su amor por él.

*(Para entender esta parte, debes leer; Rosita y la noche de los cuchillos largos)

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