La noche de San Juan

FECHA: 3/31/2014

Aquellos gestos de amor, aquellas miradas y aquellos sentimientos encontrados durante los besos de pasion, se prolongaron en el tiempo, era amor y este nunca muere, o al menos jamás se olvida.

Llego el verano, y con él, el calor, las celebraciones y las vacaciones, y llego la noche de San Juan, con ella la siguente historia, una historia que esta escrita en el sueño del amor, en una noche donde el erotismo de sus besos, de sus caricias, estaban unidas al sudor de nuestros cuerpos.

Esa noche, quise brindar una sorpresa a la mujer que había llenado mi mente, y mis sentimientos, desde el primer beso que me dio.

Noche de San Juan, noche mágica, Junio, el calor acechaba nuestros cuerpos, en aquella verbena a la brisa de la playa, donde el viento, peinaba su pelo, azabache, donde el agua rozaba aquel cuerpo de ángel, aquella silueta fina, donde la luz de la luna me permitía ver sus pechos, pequeños, pequeños y firmes, al girarse su sonrisa, la sonrisa de aquella niña de 20 años.

-Toni, ven a bañarte, va?

Me quite la ropa, empecé a correr por la arena fina, y de un salto me metí en aquel mar, oscuro y misterioso, con el agua templada por el calor de la luna.

Nade un poco y abrace a Rosa, éramos novios desde hacia ya un año, y la verdad es que nos iba muy bien, desde aquella orilla, vimos la hoguera quemando, la gente bailando y la música de aquella orquesta de fondo, en aquel escenario convertido en un teatro para nosotros dos, no pudimos frenar lo que aun estaba por llegar.

Me beso, su boca se junto a la mía, y de caricia en caricia, nos calentábamos a fuego lento. Poco a poco nuestras manos comenzaron a buscar aquellas zonas donde sabíamos como darnos placer, éramos como dos delfines bailando en el mar.

Mis manos acariciaban sus pechos, sus nalgas. Lentamente, procurando darle mas y mas placer, lentamente, pausadamente, con caricias suaves y precisas, llenas de dulcura fui bajando, roce, bordee sus pechos, con mis manos, mi lengua, que absorbía el agua salada que bañaba sus pezones, mi mano se deslizo en su vientre, liso, suave, baje hasta su clítroris y lo empece a a acariciar, jugando con el, acariciándolo, mientras nuestras bocas estaban envueltas entre si, su respiración aumentaba, notaba como su excitación era cada vez mayor.

Ella tomo mi pene, y empezó a moverlo, a pasar sus manos sobre él, jugaba como si de un juguete se tratara.
Seguimos así, durante un buen rato, envueltos en aquel beso interminable. Poco a poco note que su respiración mas profunda, el aumento de sus jaleos, aumente mis movimientos circulares en su clítoris, grito, y soltó mi verga, ella habia estallado en su orgasmo impresionante, grito con fuerza, a sabiendas que nadie, solamente yo, podía escuchar y entender el porque de aquel grito de pasión.

Yo no me corrí, y envuelto en el juego le pregunte.

-Me vas a dejar así Rosa?

Mientras se bañaba y nadaba de espalda como si de una sirena se tratara, me contesto.

-No te preocupes, luego tendrás tu premio.

Salimos del agua, y seguimos con la fiesta, era un fiesta que habíamos organizado unos amigos, con un viejo aparato de música, con la hoguera en la playa, y con algún que otro petardo sonando y estallando en nuestro alrededor, estuvimos en ella bebiendo y bailando hasta que casi amaneció.

Entonces ella, mi bella princesa se aceco con dos toallas.

Me cogio de la mano y me dijo,

-Ven mi amor, vamo a pasear a ver si encontramos tu premio.

Fuimos paseando un rato, nos dirigimos a una cala apartada, de aguas cristalinas, donde en el horizonte se podía ver la luna encerrándose en su castillo, pusimos las toallas en el suelo y nos tumbamos en ellas, la empecé a besar el óvulo de la oreja, fui bajando hasta rozar con mis labios su boca, pero no la deje fundirse en el beso que ella deseaba.

Bese su cara, su cuello, sus pechos, sus hombros, ella me acariciaba, mi torso ya desnudo, baje hacia su monte de venus, empecé a besar aquella zona de locura, nunca antes me había apetecido tanto besar y sentir su sexo en mi boca.

-Quiero que disfrutes conmigo.

Y se acoplo a mí, como si de un puzzle perfecto se tratara, formando un sesenta y nueve perfecto, paso su lengua por mi pene, jugando largo tiempo con mi glande, recuerdo que de vez en cuando tenia que soltarlo para gemir por los orgasmos que le proporcionaba mi lengua, su boca besaba, amaba mi pene, y mi placer no hacia mas que aumentar, con el paso de aquellos segundos que creía vivir inmenso en aquel sueño de amor.

-Sigue, sigue, estoy disfrutando como nunca Toni, no pares, no pares ahhh..

Quiero sentirte dentro de mí, queiero sentir este caramelo dentro de mi cuerpo, sentir como me llenas.

Se puso de rodillas, dejándome la entrada de su vagina a mi vista, acerque la punta de mi pene y empecé a introducirlo lentamente, necesitaba sentir aquel placer, que me llenaba, que recorría mi cuerpo en todos sus músculos, en todos los rincones.

Mi movimiento lento al principio fue creciendo a medida que lo hacia también mi excitación.

-Ohh eso es, sigue, metemela toda.

Mi movimiento pausado, lento, sintiendo a cada paso el placer del momento, ella se acariciaba los pechos, mientras yo hacia lo mismo con su crítoris, cuando sentí su enesimo orgasmo acelere mi ritmo, mis embestidas, casi salvajes por la situación del momento, al final mi leche inundo su vagina, le goteaba por sus muslos, de la cantidad enorme que solté, mi cuepo sudado, cansado se tumbo en la arena.

Ella se tumbo a mi lado, con los ojos brillantes, con los ojos de una mujer enamorada.

Nos fundimos en un abrazo, mientras vimos salir el sol, que nacía del horizonte, bañando sus primeros rayos en el agua.

Estuvimos unas horas en aquella cala, durmiendo, y finalmente, a eso de las doce del mediodía decidimos ir a casa a comer algo, pues la noche había sido y larga y agotadora y el hambre empezaba a aflorar.

-Que bien me lo he pasado, eres genial Toni.
-No más que tú, la verdad es que ha sido muy bueno, soy el hombre mas feliz del mundo.

Mientras conducía, me abrazaba efusivamente, y me besaba la oreja, lo que ella sabia que me excitaba enormemente.

-No has tenido ya bastante?
-Yo nunca tendré bastante de lo que tú me das.

Lleguemos a casa, y me prepare una paella de aquellas que hacen historia, acompañada de un buen vino, y nos dispusimos a comer en ese dia soleado en el jardín de la casa.

Terminemos de comer, y Rosa me comento que estaba cansada y que se iba a estirar un rato en el sofa, yo me fui a laver los platos porque no tenia nada de sueño.

Cuado estaba fregando los platos, me encontré en la más inmensa oscuridad, Rosa me había vendado los ojos y me susurro al oído.

-Quiero que disfrutes, y el placer que me distes anoche, lo recibas tu ahora, que tu cuerpo sea mío, que mi cuerpo sea tuyo, que nadie pueda superar el placer que sintamos en este momento, que sin necesidad de verme sientas lo que yo soy capaz de sentir.

Me cojio de la mano y me llevo al comedor, estaba de pie, me desnudo, me quito la camisa, botón por botón, los pantalones, los slip, y allí estaba yo desnudo, mis pies encima de la alfombra, oscuro, sin visión de nada, de repente en mi pene, el cual ya estaba preparado para lo que tenia que venir, sentí frio, me estaba pasando un cubito de hielo por el, por mis testiculos, por mi grande, por todo el tronco, lo beso, lo lamió.

-Umm que helado más bueno.

Decía mientras lo lamía, como si fuera un helado, no paraba de lamer y pasar aquel cubito por mi pene.

De repente me empujo y me tumbo en el sofá.

-Lame, lame lo que encuentres.

Hice caso y encontré un sabor suave, era nata, pero aquel sabor mezclado con uno ya familiar para mí, estaba besando su vagina empapada en nata, que delicioso manjar.

No me hacia falta ver nada, mi lengua conocía perfectamente el lugar, sabia que rincón lamer, que lugar chupar, y eso fue lo que hice, mientras escuchaba como gemía de gusto, como estaba a punto de llegar al clímax.

-Venga, quiero corredme ya…Ahhh, muy bien amor, muy bien

Una vez que se había corrido, note un liquido por mi pecho, un liquido espumos, frio y ella lo lamió, era cava, hizo lo mismo con sus pechos, los mojo en cava y me hizo absorberlos, besarlos.

Se sentó sobre mis piernas, me arrago el pene con una mano y se lo introdujo lentamente, pero poco duro la tranquilidad, pues empezó a calbargar como nunca antes lo había hecho, estaba muy, muy exicitada de saber que yo en aquel momento estaba disfrutando como nunca jamás antes lo había hecho.

Cuando me iba a correr, destapo mis ojos, para que pudiera ver su cara, para que mis ojos también participaran en ese acto de amor, en aquel momento ella tambien estallo conmigo, fue impresionante, mi grito, se unio al suyo, mi sudor se abrazo al cuerpo de mi pequeña princesa, y todo, y cada uno de mis sentimientos y sentidos gritaban con ella.

Permanecimos unos minutos en aquella alfombra, tumbados, con las manso entrelazadas, con nuestros cuerpos desnudos, y sin hablar, no necestiba palabras, para decir que era, que éramos los seres mas felices de la tierra.

La única conclusión que puedo sacar de todo esto es que aquella noche, aquel día de San Juan, tuve el mejor de los regalos que un hombre pueda tener, aquella noche bañada en amor, cava y la sonrisa de una mujer, una mujer que fue sirena, que fue princesa y que sigue siendo el amor de mi vida.

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