Me llamo Marta, tengo 24 años un buen cuerpo aunque no demasiado pecho, pero si un buen culo, mido 1’70, soy española y este es mi primer relato. Voy a contaros algo que me ocurrió el año pasado una tarde aburrida de verano que acabó convirtiéndose en el mejor día del año…
Era una tarde de verano, estaba sola en el piso que comparto con mis amigas y decidí salir a dar una vuelta y hacer unas compras para las vacaciones. Me puse una falda vaquera por encima de la rodilla y un top blanco para ir fresquita y cómoda.
Llegué al centro comercial y fui a mi tienda favorita donde siempre me compro ropa sexy para las fiestas de las calurosas noches de verano, y allí estaba mi dependiente preferido! Un chico joven de unos 27 años, alto, con el pelo oscuro, ojos verdes y una espalda y trasero que me volvían loca (de ahí que esa tienda me tenga enamorada).
Como siempre que voy a esa tienda me doy un paseo por las inmediaciones de esos ojos verdes en busca de trapitos, pero por supuesto para enseñar mi culito con esa falda y llamar su atención. Cogí un par de bikinis, una minifalda y llamé al guapo dependiente para preguntarle por qué color de vestido debía decidirme y me dijo que el que más pegaba con mi dulce mirada era el rojo pasión y me sonrió, eso hizo que empezara a derretirme por momentos.
Me fui a los probadores y comencé a probarme ropa, empecé por el vestido el cual me quedaba perfecto, resaltaba mis redondos y pequeños pechos y marcaba mi cintura, el vuelo que tenía hacía que mi trasero se sintiera libre y fresco. Las faldas eran muy cortas y ajustadas, perfectas para unas noches locas por Ibiza buscando machitos guapos y marcados (donde pasaron cosas que contaré en otro relato..).
Ya llegó el momento de probar los bikinis me probé uno que no me convencía y el siguiente me dejó maravillada, era precioso y marcaba mis curvas. Cuando me empecé a quitar la parte de arriba se abrió la puerta del probador y me tapé corriendo, el dependiente que tanto me llamaba la atención abrió la puerta y se quedó rojo de la vergüenza. Empezó a pedirme perdón mientras me miraba de arriba a abajo y salió corriendo. Después de asimilar ese momento me puse la parte de arriba y llamé al dependiente para pedirle ayuda con el lazo de la parte de arriba, tenía que aprovechar mi momento… El chico llamó a la puerta y le dije que por favor pasara que necesitaba ayuda para abrochármelo; seguía un poco colorado por lo anterior pero no dudó en ayudarme. Él era guapísimo y tenía unas manos delicadas que me pusieron los pelos de punta al rozarme la espalda. Aproveché y le pregunté su nombre, se llamaba Aitor, un nombre que precisamente me encanta. Cuando me abrochaba el sujetador notaba su respiración cerca de mi nuca y como se acercaba su cuerpo al estar en un cubículo tan pequeño, el roce era inevitable, perfecto para mí. Le dí las gracias por ayudarme y le di dos besos que no se esperaba y uno de ellos rozó sus labios, se le notaba tímido. Entonces para mi sorpresa me dijo “se te ve muy sexy con ese bikini, te queda perfecto…” se inclinó hacia mí y empezó a acariciarme la cara entonces me acerqué a él y comencé a rozar mis pechos contra su cuerpo mientras le susurraba “gracias, por fin esos ojos verdes se fijan en mí”. Me metió una mano por dentro de la parte de abajo del bikini y comenzó a acariciar mi vagina suavemente, yo aún sin poder creérmelo le besé y él me respondió, le empecé a morder el labio y a pasar mi lengua por esa carnosa boca perfecta mientras le acariciaba el pelo con una mano para atraerlo hacia a mí y con la otra mano guiaba hasta mi interior a la suya juguetona. Metió los dedos en mi coño cada vez con más intensidad y me decía que llevaba fijándose en mí meses cada vez que entraba a la tienda, que le encantaba mi trasero con esas faldas vaporosas que se movían cuando me agachaba a buscar cosas… empecé a gemir levemente mientras seguíamos comiéndonos las lenguas cuando dieron 2 golpes en la puerta, parece que se nos oía. Nos quedamos callados y yo ya no podía quedarme con ese calentón, al igual que él que ya tenía un buen bulto en los pantalones, así que me dijo “no puedo aguantarme ahora me estás haciendo despertar a la fiera, vístete y nos vemos en el almacén, al final de los probadores la puerta de la derecha…” me dio un tierno beso y salió.
Rápidamente me puse el vestido rojo encima del bikini y salí disparada buscando el almacén, entré y ahí me esperaba Aitor. Después de asegurarse que no había nadie cerró con llave y me empujó contra la pared “Madre mía sabía que ese vestido rojo te quedaría para el pecado zorrita!” sus ojos se volvieron de un color verde más intenso que el que ya tenían y notaba como me devoraba con los ojos. Pegó su cuerpo contra el mío y me empezó a besar por el cuello y bajaba por los hombros bajándome los tirantes del vestido, yo cada vez estaba más húmeda y más aun notando su entrepierna contra la mía, tenía ganas de sacar a esa fiera de su jaula… Aitor iba bajando cada vez más hasta arrodillarse, me besó las tetas mientras yo gemía, me tocaba todo por encima del vestido, hasta que llegó abajo me levantó la falda del vestido y me desató la braga del bikini. Le dije “vaya así que eres travieso.. te veía con cara de buen niño” “si pensabas eso aún no sabes la que te espera nena!”. Empezó a chuparme el coñito húmedo y a agarrarme del culo contra su cara, yo sólo podía gemir de placer y decidí darle también lo suyo… me agaché y le hice que se sentara. Le quité la camiseta y le vi ese magnífico torso desnudo con sus tatuajes, me puse a chuparle los pezones mientras metía una mano en sus pantalones, él me agarraba el culo y me pedía más… Le bajé la bragueta y tiré de sus pantalones y sus bóxer para dejarle desnudo. Me metí su polla poco a poco, se la chupaba en círculos y bajaba y subía con mi mano (tenía un buen pene digno de comer), iba lento para hacerle esperar hasta que empezó a gemir y a suplicar. Entonces me la metí entera en la boca rápido, chupando y succionando fuerte y le daba leves mordisquitos, cada vez aquello estaba más grande y duro “vamos guapa sigue así vas a conseguir que explote, necesito más”, me la saqué de la boca antes de que se corriera y a pelo y aprovechando el vuelo de mi vestido me subí de golpe en ella y comencé a botar… arriba y abajo, despacio mientras nos besábamos salvajes y él me acariciaba el culo haciéndome cosquillas. Empecé a hacerlo más rápido y gemíamos los dos entre apasionados besos, yo le gritaba “he pensado tanto en que ocurría esto y tu polla ahora sabe a gloria!” él me bajó el vestido y me desabrochó el sujetador, me estrujaba las tetas y me tiraba de los pezones con los dientes yo gemía y estaba a punto de estallar hasta que me puso tumbada boca arriba y me empezó a penetrar duro con esa fiera insaciable suya, yo tiraba de su cuerpo hacia el mío entre gritos y espasmos del placer y entonces exploté… nuestros jugos se unieron en mi interior mientras nos besábamos y parábamos poco a poco.
Fue el mejor polvo de mi vida, aunque desde entonces ha habido muchos de esos porque 3 meses después, y después de 20 polvos en ese almacén nos hemos hecho novios… Ahora puedo decir que esa fiera salvaje ya tiene domadora entre mis piernas y mis labios.
0 comentarios
Publicar un comentario