Te doy lo que tu quieras

FECHA: 6/27/2013

Yo desde luego que lo tom? a broma, y de inmediato mi esposa, que ya en esos momentos ten?a siete meses de embarazo, la agarr? por el brazo, y entre rizas y rega?os de que hab?a bebido mucho, se llev? a mi suegra a su habitaci?n, mientras que mi suegro, dorm?a una gran borrachera que hab?a agarrado desde temprano.
Yo por mi parte segu? vacilando con el resto de los familiares e invitados, fingiendo no haberle dado la menor importancia a las palabras y acciones de mi suegra. Yadira mi suegra, es una mujer de unos cincuenta y tantos a?os, pero de muy buen ver, algo gruesa pero sin llegar a ser gorda. De paradas nalga, y abundantes y llamativas tetas. En fin la do?a a pesar de su edad, seguramente si se lo propone, es capaz de detener el transito, sin mucho esfuerzo de su parte. Mientras que Don Jos?, mi suegro, por mal nombre ella le dice, la morsa cansada. Quiz?s por su exceso de peso, y de que por su diabetes, cuando no est? comiendo se encuentra durmiendo.
Lo cierto es que yo me qued? con esas palabras dando vuelta en mi cabeza, con la idea de que apenas se me presentara la ocasi?n, aprovechar?a para record?rselas. Lo que no tard? en suceder, ya que falleci? uno de sus hermanos, en su pueblo de origen, y la ?nica persona que finalmente pudo llevarla al velatorio, al funeral y al entierro, result? ser yo, ya que mi trabajo es como agente viajero casualmente por ese sector del pa?s.
Durante el trayecto, como fuimos acompa?ados por otro par de viejas, desde luego que no hice ning?n comentario. Pero ya al llegar, nos alojamos mi suegra y yo en la casa del difunto. Mientras que las otras dos viejas se quedaron con sus respectivas familias. Si me di cuenta de que estando en la casa, mi suegra, se comport? extremadamente recatada, y hasta su manera de dirigirse a m?, tanto frente a sus familiares como a sus amistades, era excesivamente formal.
Pero antes de ir al velorio, por aquello de pasar el rato, compr? unas cuantas cervezas, las que dej? enfriando en la nevera. As? que mi suegra y yo fuimos al velorio, lo que m?s me llam? la atenci?n fue lo bien que se arreglo, si bien es cierto que andaba completamente de luto, su traje no dejaba de llamarme la atenci?n, por el pronunciado escote que llevaba, pero que ocultaba tras una oscura mascada o bufanda negra, yo la dej? y compromet? con ella a recogerla una vez que terminase de realizar mis compromisos laborales. Ya a eso de las siete de la noche, pas? por la funeraria a recogerla, pero entre ver el muerto, darle mi sentido p?same al resto de la familia, y disculpar a mi esposa por no poder realizar el viaje debido a su embarazo, nos dieron las diez de la noche.
Al salir finalmente de la funeraria, lo que me sorprendi? de mi suegra, fue que se quit? la mascada negra, dejando por completo ante mis ojos su hermoso par de tetas que parec?an que luchaban por salirse del vestido. Como ten?a algo de hambre, invit? a mi suegra a comer, y mientras nos serv?an la cena, tanto ella como yo aprovechamos de pedir unas cuantas copas de vino. Ya en la cena, su manera de actuar cambi? radicalmente, dej? de llamarme yerno, y comenz? a decirme cari?o, cuando no era que se me refer?a a m? por mi propio nombre, cosa rara en ella.
No bien hab?amos terminado de cenar, cuando ya nos dirig?amos a la casa, pasamos frente a un sal?n de baile, y fue cuando ella me coment? que desde hac?a muchos a?os, deseaba conocer dicho sal?n, pero que mi suegro, debido a su condici?n jam?s la hab?a llevado. Yo aprovech? y le dije, que si no ten?a inconveniente, y tomando en cuenta de que probablemente no regres?ramos al pueblo en un buen tiempo, si ella gustaba pod?amos entrar para darle un vistazo, y luego marcharnos.
Yadira de inmediato me dijo que s?, pero con la condici?n de que no le dijese nada a su hija, ni a su esposo. Ya dentro del local, que realmente no era gran cosa, nos sentamos en una mesa, y pedimos un par de cervezas, fue cuando el tipo a cargo de la m?sica, comenz? a poner un sin n?mero de boleros. Y cuando una dama te comenta que le agradar?a mucho bailar esa pieza, quien es uno para decirle que no, por lo que la saqu? a bailar.
A medida que fuimos bailando, tanto Yadira como yo, nos pegamos bastante. Al grado que pr?cticamente pod?a sentir el calor de su co?o, contra mi verga. Y de manera distra?da, dej? que mis manos fueran desliz?ndose hasta sus poderosas nalgas. Lo que definitivamente a ella no le molest? ni incomod? en lo m?s m?nimo. As? que gran parte de la noche nos la pasamos, bebiendo y bailando. Yo aprovechaba ocasionalmente de decirle, que de seguro yo era la envidia de todos los hombres presentes, al tenerla a ella como pareja.
Y entre una cosa y otra, de momento nuestros labios se unieron, mis manos apretaron su cuerpo contra el m?o, hasta que de golpe Yadira me volvi? a decir al o?do aquellas mismas palabras que me dijo en la fiesta familiar, pero con m?s emoci?n y sentimiento. Te doy todo lo que t? quieras. Ya en esos instantes, no pens? m?s ni en mi mujer, ni que Yadira era su madre, lo que deseaba era acostarme con mi suegra a como diera lugar. Por lo que de inmediato pagu? la cuenta, y nos marchamos, con rumbo a la casa.
Durante el trayecto, Yadira no dej? de acariciar por encima de la tela de mi pantal?n mi caliente verga, al tiempo que yo en la medida que pod?a, a pesar de estar manejando, pas?ndole mi brazo derecho por encima de su hombro, no dejaba de acariciar sus hermosas y bien formadas tetas. Ya dentro de la casa apenas traspasamos la puerta, nos dimos un fogoso beso, al tiempo que ella misma sin que yo hiciera el menor esfuerzo, dej? que su apretado vestido, se deslizase hasta el piso de la sala.
Yadira se ve?a sensualmente imponente, tanto sus medias negras, as? como el resto de su ropa ?ntima en sat?n del mismo color y de encaje, la hac?an lucir espectacular. Tanto ella como yo nos seguimos besando de manera ardiente, por lo que nos recostamos en el gran sof? rojo que hab?a en la sala. Entre besos, caricias y abrazos, yo me fui quitando la ropa, de la misma manera en que Yadira mi suegra se fue bajando las pantis. Ambos nos encontr?bamos tan excitados, que sin decir nada, ella dirigi? su rostro sobre mi erecto miembro.
Jam?s pens? que la madre de mi mujer fuera tan excelente mamadora, su lengua relam?a todo mi inflamado glande, al tiempo que sistem?ticamente lo iba chupando deliciosamente. Hasta que tuve que pedirle que se detuviese, no quer?a venirme de buenas a primeras, sin antes hab?rmela clavado. As? que para mantener un equilibrio, yo coloque mi rostro entre sus muslos, y lentamente comenc? a lam?rselos, a medida que iba cerc?ndome a su peludo co?o.
Yadira separ? lo m?s que pudo sus piernas, al tiempo que enterraba mi cara dentro de su co?o. Tanto con mi lengua, como mis labios y hasta mis dientes, me dediqu? por un largo rato a proporcionarle el mayor placer que pod?a a mi suegra. Chupaba intensamente los labios de su h?meda vagina, con mis dientes mordisqueaba su inflamado cl?toris, arranc?ndole a mi suegra profundos y largos gemidos de placer, hasta que un abundante y c?lido chorro de sus fluidos provenientes de su vagina, mojaron todo mi rostro, mientras que Yadira sin soltar mi cabeza, restregaba mi cara una y otra vez contra su co?o.
Con su acelerada respiraci?n mi suegra, finalmente se qued? tendida sobre el rojo sof?, con sus piernas bien abiertas, y con un rostro de felicidad que jam?s ni nunca le hab?a visto. Era la viva imagen de toda una puta, con esas medias negras de encaje, que contrastaban seductoramente con lo blanco de su piel, el liguero del mismo color ajustado a la altura de sus caderas, y ese hermoso sost?n sat?n negro, que conten?an sus hermosas y grandes tetas. Yo me le recost? como pude a un lado, y suavemente deje al aire una de sus tetas, las que me dediqu? a chupar, como si de ellas brotase mi vida.
Luego continu? con la otra, mientras enterraba una de mis manos dentro de su caliente y bien lubricado co?o. Hasta que con voz entrecortada, me dijo. No seas tan cabr?n y termina de meterme tu verga. Me sorprendi? en parte el escucharla decir esas palabras. Pero al mismo tiempo me excit? tanto, que de inmediato dirig? mi parada verga dentro de su sabroso co?o. A medida que la fui penetrando, Yadira comenz? a mover sus caderas, mientras que me ped?a que le diera m?s y m?s duro.
Continuamos teniendo un sexo ardientemente salvaje, sus chillidos y gemidos de placer, me excitaban m?s y m?s. Por lo que con m?s fuerza le enterraba toda mi verga dentro de su cuerpo. Hasta que despu?s de un largo rato de estar clav?ndole mi verga por el co?o a mi suegra, tanto ella como yo disfrutamos de un ?xtasis divino.
De momento nos quedamos recostados, pero al rato cuando nos pusimos de pie, me parece que a mi suegra la atac? un fuerte cargo de conciencia, ya que comenz? a decirme, casi llorando. No lo debimos haber hecho. Yo la abrac?, y procur? calmarla, era evidente por la manera en que trataba de cubrir su cuerpo, que se sent?a avergonzada. Sin decirle nada, me dirig? a la cocina y traje varias cervezas, entreg?ndole una la que de inmediato se bebi?. En ese instante, fui yo quien comenz? a decirle, que no se deb?a avergonzar, de tener un hermoso y bello cuerpo, que ya muchas mujeres desear?an tenerlo.
Eso al parecer, le agrad?, por lo que continu? pirope?ndola. Y a medida que yo segu?a dici?ndole lo hermosa que era, y que el sexo que ambos tuvimos fue lo m?ximo, Yadira se fue relajando, y bebiendo m?s cervezas. Hasta que de momento me dijo que iba al ba?o, escuch? la ducha, y al poco rato ya estando yo en la cama apareci? ella completamente desnuda, con otras cervezas entre sus manos. Se me acerc? de manera seductoramente insinuante, y cuando estuvo bien cerca de m? se inclin? sobre mi rostro, y casi coloc?ndome sus enormes y firmes tetas en mi cara me volvi? a decir. Te doy todo lo que t? quieras.
Yo la tom? entre mis brazos, y sin remilgo alguno la puse a mamar mi mustia verga, que en cosa de segundos ella con su boca la volvi? a tonificar. Fue cuando le dije. Yadira quiero darte por el chiquito. Ella se sonri? como toda una puta, y tras darse otro largo trago de cerveza, se recost? a mi lado, para luego ponerse en cuatro patas, y decirme. Te doy todo lo que t? quieras, y si eso quieres eso vas a tener. Yo me le coloqu? por d? tras, y tras pasar de manera insistente, mi lengua varias veces, por su oscuro hueco, ensaliv?ndola bastante. Dirig? mi verga entre sus apretadas nalgas.
A medida que la fui penetrando, Yadira comenz? a quejarse de dolor, me ped?a que me detuviera, que no continuase, pero mientras m?s me dec?a que no lo siguiera, m?s adentro de su culo clavaba mi parada verga, hasta que nuestros cuerpos se unieron. Momento en que aprovech? para enterrar una de mis manos dentro de su co?o. Hubo un corto silencio, y ella comenz? a mover su culo, de lado a lado. Mientras que yo enterraba y sacaba toda mi caliente verga de entre sus apretadas nalgas.
As? pasamos gran parte de la noche, y de la madrugada. A la ma?ana siguiente, al despertarme y tras darme una buena ducha, encontr? a mi suegra en la cocina prepar?ndome el desayuno, vestida con una larga bata de ba?o, como si nada hubiera pasado entre nosotros dos. Yo andaba con una larga toalla enrollada a mi cintura, pens? en irme a cambiar, pero al voltearse hacia m? dej? abierta de par en par la bata, permiti?ndome ver su tremendo cuerpo, y caminando hacia m? de manera seductora, tras darme un tremendo beso. Se agach? y al tiempo que me despoj? de mi toalla, se dedic? a mamar mi verga.
Esa tarde llegamos al entierro de milagro, Yadira y yo, hoy en d?a despu?s de que han pasado tres a?os del entierro de su hermano, y de que naciera mi primera hija, mantenemos ocasionalmente nuestros encuentros, sin que nadie sospeche nada de nosotros.
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