La Tintorwria

FECHA: 6/27/2013
La tintorer?a
Mi nombre es?, actualmente tengo 44 a?os, soy de Buenos Aires y los que le voy a contar tal vez no sea muy excitante pero fue real. Es la primera vez que me animo a escribir en esta p?gina por lo que les pido que si mi relato no satisface a quien lo lea no me critique, si no que me ense?e a relatar mejor.
Corr?a el a?o 1984 y todos en el barrio sab?an que el tintorero era gay. Las mujeres, obvio, no se preocupaban por eso pero siempre era el tintorero el hazmerre?r de la chusma barrial.
Lo conoc? una ma?ana en la que, trabajando en un comercio del barrio, la mujer del due?o me pidi? que llevara la ropa a la tintorer?a. Imag?nense las cargadas que tuve que soportar en el trabajo por eso?
Mientras iba en camino cargando la bolsa con la ropa sucia, la tintorer?a quedaba a cinco cuadras de mi trabajo, iba pensando que ten?a de malo que el tintorero fuera gay y no entend?a porque el barrio lo castigaba tanto, y d?ndome cuenta de repente que, siendo yo todo un hetero, me estaba calentando mientras pensaba en el tintorero. Quiero aclarar que para ese entonces yo ten?a 16 a?os y viv?a caliente, pero nunca hab?a pensado en un hombre y mucho menos para el sexo.
Cuando llegu? a la tintorer?a, aprovechando que hab?a dos mujeres delante de m?, me dedique a mirar al tintorero dici?ndome a mi mismo que no me gustaban los hombres y que nunca iba a encontrar nada atractivo en ?l.
Efectivamente, no hab?a ning?n atractivo en ese hombre. Sesent?n, calvo, barriga pronunciada? En fin, como antes dije, nada de atractivo.
Cuando las dos mujeres se hubieron marchado y me tocaba el turno, not? como clav? su mirada en m? y le gust? de inmediato. Me atendi? muy lentamente, como para disfrutar el tener un pendejo como yo al alcance de su mano, y terminada la tarea de recibir la ropa, me dej? marchar no sin antes decirme que hab?a sido lindo conocerme y que esperaba que regresara cuando tuviera m?s ropa que traer.
Me fui con su mirada clavada en mi espalda y una extra?a sensaci?n mezcla de seguir repiti?ndome a mi mismo que no me gustaban los hombres y la verga dura como una piedra.
Durante las semanas subsiguientes, en la que una o dos veces d?a por medio ten?a que ir, siempre segu?a esa mezcla de rechazo y calentura e iba repiti?ndome a mi mismo durante el corto camino a la tintorer?a, que nunca pasar?a nada que yo no quisiera que pase porque a mi no me gustaban los hombres? Cu?n equivocado estaba.
Una ma?ana me sorprend? yendo al trabajo con ganas de que me mandaran ese d?a a la tintorer?a. No entend?a porqu? y muy dentro de m? segu?a neg?ndome a pensar tal cosa pero el deseo de ver al tintorero era m?s fuerte que mi negaci?n.
Como si el destino estuviese de lado de mi oscuro deseo, a media ma?ana apareci? la se?ora con una gran bolsa y me pidi? que vaya a la tintorer?a y que no me preocupara si demoraba, que su marido no me iba a rega?ar, porque la ropa era mucha y sab?a que el tintorero la clasificaba muy lentamente. Dem?s est? mencionar las bromas que tuve que soportar de parte de mi patr?n, a las que simul? re?r divertido para que nada sospechara.
Al llegar y luego del saludo obligado, procedo a darle el bols?n cargado de ropa que llevaba. El tintorero aprovechando la oportunidad y sabiendo que yo me ten?a que demorar bastante hasta que el separara toda la ropa por tipo de tela y colores, me dio dos revistas porno que, seg?n me dijo, se las prestaba en secreto el vecino. Yo con toda naturalidad y como no d?ndole importancia al material me las puse a hojear con el consabido resultado de que iba a terminar con una erecci?n de caballo despu?s de mirar aquellas fotos.
El criticaba a las mujeres de las im?genes diciendo que s?lo hac?an poses y que sus caras de satisfacci?n eran totalmente fingidas mientras me comentaba que para el, los hombres manten?an una erecci?n durante las fotos por medios de pastillas o cremas, porque no pod?a ser natural que aguantaran toda la sesi?n de fotos totalmente erectos.
No s? si fue esa calentura que hac?a mucho sent?a o mi oculta bisexualidad que asomaba traicion?ndome, pero me sorprend? a mi mismo dici?ndole que yo aguantaba muy bien un par de horas erecto y sin acabar. Me qued? mudo de asombro despu?s de o?rme decir eso ya que le hab?a dado pie para que el tomara las riendas de la conversaci?n y sin posibilidad de marcha atr?s de mi parte.
Me pregunt? a quemarropa si yo la ten?a muy grande a lo que le contest? que no, que mi tama?o era normal. El me coment? que tambi?n la ten?a tama?o normal y peg?ndose la vuelta al mostrador se puso frente a m? dici?ndome si pod?a toc?rmela por arriba del pantal?n s?lo para ver si ten?a buen tama?o, a lo que no pude negarme, un poco como para disimular que pod?a dominar la situaci?n dej?ndole llegar hasta donde yo quisiera, pero realmente acced? a su pedido porque ya me ten?a entre sus garras.
Me dej? sobar el paquete, que a esa altura estaba a reventar, y cuando ?l not? la erecci?n de 21 cm que yo cargaba se le hizo agua la boca.
Epa! No es tan normal, me dijo. Si, le dije yo tratando de minimizar el tema al ver su repentino entusiasmo. No es gran cosa.
Por favor, s?cala un ratito, d?jame verla toda, te lo pido. Me suplico.
Accediendo a su pedido y ya totalmente entregado por la calentura del momento y sin importarme que frente a mi hubiese alguien de mi mismo sexo, se la mostr? en toda su plenitud y el casi se desmaya de la alegr?a de ver una verga as?.
Me la empez? a menear lentamente disfrutando con el tacto de ese tronco duro y joven y haci?ndome disfrutar a mi con la caricia. Acto seguido me pregunt? si estaba apurado a lo que contest? que no, que ya hab?a terminado mi horario en el trabajo y que no importaba si llegaba m?s tarde a casa.
Me solt? por un momento la verga y cerr? las persianas del negocio. Volvi? hacia m? y tomando otra vez mi verga con su mano me bes? en la boca. Sent? un rechazo al sentir su lengua forz?ndome a abrir mi boca pero me dej? hacer, y vaya mi sorpresa al notar que en pocos segundos ese asco que me hab?a producido el beso se transform? en placer y tom?ndolo por la nuca lo obligu? a que siguiera con su lengua en la m?a.
Se separ? un poco de m? y me empez? a comer las tetillas con pasi?n. Me encantaba y m?s me excitaba sentir la succi?n de sus labios en mis pezones. Empec? a gemir suavemente lo que lo anim? a seguir bajando con su lengua mientras se arrodillaba para quedar con su cara a la altura de mi verga.
Acto seguido empez? a lamerme el capullo y a subir y bajar por todo mi tronco con su lengua. Cuando abri? la boca y se trago la mitad de mi miembro una corriente el?ctrica me traspas? todo el cuerpo arranc?ndome gemidos de placer incontrolables. Me estaban haciendo la mejor mamada que ninguna mujer me hab?a hecho nunca.
Antes de hacerme acabar, se incorpor? y si bien me aclar? su condici?n de pasivo, me dijo que a el tambi?n le gustaba que lo mamaran y que era el momento que le devolviera todo el placer que me hab?a echo sentir. No lo pens? dos veces y me arrodill? tomando su pija con mi mano y meti?ndomela en la boca mientras que lo chupaba torpemente debido a mi inexperiencia. No lo deber?a hacer tan mal porque su cara denotaba un placer inmenso y moviendo su pelvis hacia m? me incitaba a seguir mam?ndolo de esa forma.
Al sentir que su descarga era inminente, me la sac? de la boca y me apunt? al pecho. Dos o tres chorros impactaron en mi dej?ndolo totalmente satisfecho.
Comenz? a chuparme nuevamente y ante mi aviso de que no aguantaba m?s y me corr?a la sac? de golpe de su boca e hizo que me venga sobre su miembro ya fl?ccido, que qued? cubierto de mi leche abundante y espesa.
Mientras recuper?bamos el aliento y nos termin?bamos de vestir, me dio un beso suave en los labios haci?ndome comprender que cuando dos personas quieren, no importa el sexo que sea, hay que disfrutar el momento sin complejos ni tab?es.
Solo nos gozamos dos veces m?s pues por circunstancias de trabajo yo me mud? a Capital y nunca m?s lo vi.
Est? donde est? le doy las gracias por su ense?anza, por lo que despert? en mi y si bien alguna que otra vez he vuelto a estar con un hombre nunca lo voy a olvidar.
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