Nos despertamos en la misma pose, yo a?n ten?a la mano apoyada en la puchita de Alicia pero me hab?a separado para mirar ese traserito que no lograba rellenar adecuadamente.
Se meti? bajo la ducha y esta vez le ayud? a enjabonarse, la c?lida lluvia me atravesaba el traje y record? que no me lo hab?a quitado antes de meterme en la ba?era. No importaba, segu? acompa?ando sus manitas mientras ella sosten?a la enjabonada esponja y se refregaba el desnudo y mojado cuerpito.
Cuando llegamos al colegio me sent? al lado de Martita tratando de acariciarle las piernas, no lo lograba y estaba iniciando un curso de geograf?a. Esa asignatura me pareci? aburrida y me retir? del aula mirando de reojo a grupito de amigos que hablaban bajito comentando cosas con el pibe de cara enamorada, esa cara a?n se notaba enamorada pero m?s tristona.
Planeaba visitar a Margarita pero me decid? a entrar al hospicio. Tuve que caminar mucho por los pasillos hasta hallar la habitaci?n del demente.
Estaba sentado en la cama hablando solo. Realmente estaba conversando animadamente con un nena, pero los m?dicos cre?an que hablaba solo y en su imaginaci?n estaba por lanzarse a una pileta de nataci?n.
Esa era la postura de sus brazos mientras descansaba las manos sobre los hombros de la nena mientras conversaban.
La chiquita de hermosa cabellera estaba envuelta en una s?bana, usaba como ropita aquello que la cubr?a al retirarse de su cuerpo f?sico. Ese espect?culo me hizo recordar que yo siempre vest?a el mismo traje, nunca se arrugaba ni ensuciaba.
Me sent? al borde de la cama mientras los saludaba a ambos, la nena me mir? con cara de extra?eza preguntando al demente si yo pod?a verla tambi?n.
El loquito le explic? que yo estaba desencarnado y nos dimos un abrazo con la nena llenos de felicidad por tener una reuni?n espiritual.
Mientras la apretaba fuertemente me qued? pasmado al no atravesarla con mis brazos, estaba abrazando a otro fantasma que ten?a la misma consistencia que yo.
La criatura parece que ya sab?a eso y no demostr? extra?eza. Solamente se acomod? la s?bana que la envolv?a para taparse las piernitas, estaba con los muslos al aire pero la tontita no sent?a fr?o. Solamente sent?a mis ojos posarse en sus piernas y en su carita, nos miramos fijamente y dijo que recordaba mi cara, que me hab?a visto en alg?n lado.
Habl?bamos entusiasmadamente reconociendo que eramos un grupo de intimos amigos, amigos especiales del demente que ya hab?a bajado los brazos y me hab?a dejado el lugar desocupado para que la abrace.
Tom?ndola de la manita nos fuimos a otra habitaci?n para hablar tranquilamente, una habitaci?n llena de dementes normales que no podr?an vernos. Cuando hallamos una cama desocupada nos sentamos expectantes de todo lo que tendr?amos para decirnos, sus ojitos brillantes esperaban el relato.
Le ped? que me prestase una parte de su s?bana para taparme ya que sent?a algo de fr?o. Nos acostamos y abrac? su cuerpo desnudito mientras mi sonrisa rebalsaba de felicidad por sentir el tacto de su tibia piel.
No cesaba de acariciarla toda mientras sus ojitos denotaban la impaciencia para que inicie a hablar.
Le dije que me sent?a maravillosamente bien al poder usar el sentido del tacto, le enred? los dedos en su cabellera mientras me beb?a su aliento. Pod?a sentir el tenue vientito de su respiraci?n y acerqu? la cara para morderle la naricita.
Ella se re?a por mis travesuras mientras me pasaba la manita por la manga del traje. Dec?a que me ve?a rid?culo con esa ropa sin cerrar por detr?s, le causaba gracia verme la espalda desnuda vestido con un traje.
La complac? sac?ndome las prendas y arroj?ndolas al piso, esperaba que se cayesen pero quedaron flotando. Le hice saber que ahora est?bamos iguales, desnudos bajo la s?bana pero que yo a?n vest?a el slip porque un hombre grande no se acostaba completamente desnudo junto a una nena.
Se sonri? y tuve que besar esa sonrisa suavemente para no asustarla, no podr?a enemistarme con mi amiguita especial, no sab?a si alguna vez pudiese hallar otra.
Los dementes entraban y sal?an de la habitaci?n sin percatarse que la cama estaba ocupada, que hab?a unos bultos movi?ndose bajo la s?bana. Al rato entr? un m?dico y se sent? al borde obligando a corrernos al otro extremo, hubiese sido desagradable estar dentro de la persona que escrib?a distra?damente mientras le preguntaba cosas al demente de la cama vecina, por suerte no le molest? el traje flotando que se met?a en la carpeta.
Quedamos con los cuerpos muy pegaditos estrechados al borde de la cama, la nena se re?a y hablaba bajito. Le dije que podr?amos hablar con normalidad, que nadie nos escuchar?a y tampoco nos ver?an.
Ya relajados est?bamos olvidando la molestia de una persona sentada en nuestra cama, le tom? la carita entre las manos y buceando en su mirada le dije que efectivamente nos conoc?amos, que yo era el hombre que ella vio tocando su cuerpo inerte y que la tap? amorosamente con la s?bana pensando que ya no volver?a a verla nunca m?s.
Sus ojitos brillaron por la emoci?n mientras le dec?a que era un hermoso reencuentro, que adem?s de poder hablar con una persona conocida lograba tocarla, ten?a sensibilidad en mi fr?gil piel.
Pregunt? la raz?n de que la hubiese besado, que no me recordaba como un amigo de la familia. Le tuve que confesar que era inevitable besar esos labios, que ella ten?a una boquita demasiado preciosa para no desear besarla.
Para demostrarle la bes? c?lidamente mientras acariciaba sus mejillas y volv?a a enredarme los dedos en su cabellera. Coment? que hab?a sido una agradable sensaci?n sentir mis labios sobre los suyos, tuve que repetir la experiencia para complacer a la chiquita que cada vez luc?a mas feliz.
Apoy? una mano en su pancita pregunt?ndole si le dol?a all? adentro ya que en el accidente hab?an sufrido los ?rganos internos, pero me contest? que no sent?a molestia alguna, solamente en el trasero y en una pierna que se hab?a golpeado al caerse durante sus juegos infantiles.
Le puse la mano en la cola acariciando la regi?n que le dol?a, le susurraba una cancioncita "sana sana, colita de rana", y ella re?a por mi tono desafinado diciendo que yo no sab?a cantar.
De tanto acariciarle el traserito se hab?a formado una carpa en el slip, le estaba empujando el cuerpito con un ariete que le molestaba.
Bajando la manita apret? suavemente la barra de carne que permanec?a tapada con el slip, y con ojitos compasivos preguntaba si me hab?a lastimado el palito que parec?a muy inflamado. No le quise contar que mi partida del mundo no fue accidental.
Solamente le ped? que me hiciese unos masajitos en la parte afectada as? como yo le hab?a dado en su dolorido traserito. Para ayudarla en su tarea me baj? el slip.
Sus ojos se abrieron grandotes al ver la barra de carne, dijo que la imaginaba menos inflamada y que me deber?a doler mucho. Con cara resignada le contest? que dol?a pero poquito, que ya me estaba acostumbrando a la lastimadura.
Con mucha ternura acariciaba esa carnosidad inflamada mientras yo le correspond?a las caricias en sus nalguitas. Pasaba la mano sobre su zanjita posterior pero no me anim? a meter los dedos: all? no se hab?a lastimado al caerse.
Le dije que tal vez se hab?a hecho un moret?n, que me permita mirarle all?. Se puso acostada de pancita para dejarme a la vista el trasero. Yo tironeaba de la almohada pero no la pod?a asir, al final hice un bollo con la s?bana y se lo met? bajo la pancita para elevar su colita. Deb?a revisarla cuidadosamente y no nos import? quedarnos desnudos a la vista de los dementes, el m?dico ya se hab?a retirado y ten?amos toda la cama para nosotros.
Le mir? bien de cerca las nalguitas para hallar el moret?n pero no aparec?a, le tuve que separar esos globitos de carne para buscar el moret?n pero no lo hallaba.
La nena se re?a diciendo que le estaba haciendo cosquillas, si hab?a hallado el moret?n y me dediqu? con mayor minuciosidad a buscar por la zona.
Le comuniqu? que hab?a encontrado una marca, que la raya de su colita parec?a mas oscura en algunos lugares y que deber?a ser el sitio donde se hab?a golpeado.
Susurrando que no sab?a curarla, aconsej? que probemos pasar mi propia inflamaci?n por all? para experimentar.
Afirm? con la cabecita pero sin hablar, ten?a los p?rpados cerrados y su respiraci?n parec?a indicar que ya no le molestaban las cosquillas. Le dije que primero le dar?a besitos en la cola para comprobar si esas caricias alcanzaban para curar su dolorido trasero.
Tuve que comenzar por los muslos y subir lentamente hasta la cola viendo si acertaba a besar el invisible moret?n. Ya le estaba besando bien adentro la canaletita y con un dedo acarici?ndole el bultito. Estaba por meterle el dedo por la rajita pero record? que all? no se hab?a lastimado.
Yo s? le hab?a lastimado profundamente la puchita cuando met?a el dedo dentro del inerte cuerpito, pero eso ella no lo hab?a visto ni sentido ni recordaba.
Sub? la cabeza y mordisqueando su orejita le comuniqu? al o?do que no lograba hallar el moret?n, que deber?amos experimentar el paso siguiente.
Nuevamente afirm? con un movimiento de cabeza pero ahora no ten?a los ojitos cerrados, su mirada parec?a expectante aguardando esas sensaciones que le produc?a la curaci?n, eran vibraciones nuevas que su cuerpito no hab?a sentido antes, similares a las que tuvo cuando la bes? para demostrarle c?mo hab?a sido pero m?s intensas. Era linda esta nueva vida, o digamos muerte.
Cuando arrim? el pitote a esa zanjita posterior estaba soltando una babosidad, el monstruo estaba entusiasmado con esa ranura que ya conoc?a.
La estuve curando un rato en esa posici?n y cuando le estaba pasando el miembro por la zanjita
se me trab? en un hoyito marroncito, le dije que hab?a hallado su herida mientras me sent?a explotar, largaba muchas estrellitas que le cubr?an toda la zanjita y parte de las nalgas. Se me escap? un profundo suspiro que habr? sonado dolorido, con vocecita preocupada quiso saber si me hab?a hecho doler el tratamiento: le dije que no, que hab?a funcionado bien. Para reafirmar mis palabras le mostr? la inflamaci?n que se estaba reduciendo.
Le saqu? el bollo de s?banas debajo de su barriguita y dormitamos tapados un rato, felices por sentirnos curados y ni siquiera tuve que limpiar el enchastre producido.
Al despertarnos volv? a vestirme el traje mientras ella se envolv?a en su s?bana, le tuve que acomodar la t?nica aconsej?ndole que se tape bien la partecita delantera, no pod?a caminar por ah? mostrando la puchita que le apret? bien para mostrarle la zona.
Nos fuimos de la mano hasta la habitaci?n del demente y lo hallamos durmiendo, dije que le pregunte por una funeraria conocida para conseguir otras ropas, no pod?amos andar toda la vida enfundados en las mismas prendas, pero record? que no toda la vida anduvimos as?.
Agregu? que tal vez conocer?amos a otras personas saliendo de su cuerpo y podr?amos ayudarlos en los momentos de confusi?n hasta que asumiesen su nuevo estado.
Le dije que me retiraba, ten?a asuntos para atender pero sin falta la buscar?a ma?ana para conversar y estar juntos, ella era mi amiga especial, una amiguita tan especial que la convert?a en mi ?nica amiga en este mundo. Un mundo diferente pero no tan desagradable.
Me estaba levantando y me recrimin? que no le daba un beso para despedirme, le tuve que dar un besito en la boca que tard? mucho, que problema habr?a si dispon?amos tiempo de sobra.
Habl?bamos susurrando para no despertar al loquito que ya hab?a tomado sus p?ldoras, esas que le dan para que duerma sin sobresaltos.
Le coment? que yo deb?a irme para visitar otras personas, preguntando qu? hac?a ella con sus ratos de ocio.
Cont? que sus ratos de ocio eran siempre, que no hallaba que hacer con su tiempo, no necesitaba comer ni nada as? que se paseaba por la ciudad entrando en las casas para curiosear.
Un d?a se encontr? en una calle conocida, la de su anterior hogar pero que nunca pudo ubicar por desconocer el trazado de la ciudad.
Entr? corriendo sin tocar a la puerta, ni siquiera abri? la puerta buscando a su papito. Se quer?a arrojar en lo brazos del padre a quien extra?aba mucho. Cuando lleg? al dormitorio principal lo encontr? acostado, a su lado estaba la mucama y ambos sin ropa.
Las prendas de luto, una ropa negra estaban sobre una silla y mal doblados, las hab?a arrojado all? sin sentir mucha pena. Se dio cuenta que estaban despiertos y movi?ndose, el padre se tomaba con fuerza de las tetitas de la mucama mientras le met?a fren?ticamente el trozo de carne por el trasero.
Recordaba a esa chica planch?ndole el uniforme del colegio o preparando la comida, nunca la hab?a vista desnuda y menos haciendo esas cosas extra?as, adem?s tenia unas tetitas que ella no hab?a percibido bajo el uniforme de mucama. Al menos no parec?a doloroso el jueguito, ambos suspiraban mucho pero no emit?an gritos de sufrimiento.
Le d? otro beso para despedirme y tambi?n me desped? de su entrepierna pas?ndole un dedo al tajito por encima de la s?bana.
Ya era la hora de cenar en casa y deb?a volver para estar con mi hijita.
Nos acomodamos los tres a la mesa mientras Alicia com?a solita, hab?a un solo plato servido y nos resignamos a mirarla. Yo hab?a logrado esbozar la misma sonrisa que ten?a cuando me sacaron esa fotograf?a y ?ramos dos que sonre?an id?nticamente mientras ella se llevaba el alimento a la boca.
Esa boca que recib?a el alimento, boquita que no alcanz? a besar el pibe enamorado pero que yo conoc?a muy bien. Recordaba haber apoyado mis labios all? hasta escalar en besos apasionados y correspondidos.
Por suerte hab?a besado muchas veces la boquita de mi reina antes de no poder hacerlo m?s. Hab?amos fundido nuestras almas en esos besos y una parte le correspond?a a ella, realmente todo le correspond?a a mi reina, a la due?a de mis d?as y la due?a de un fantasma: ALICIA
(continuar?)
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