Esposada con mis manos a la espalda, desnuda, tumbada sobre mi pecho en lo que parecía una camilla, con los ojos vendados, alguien penetrandome desde detrás y con una polla en mi boca.
Aquella mañana acababa de llegar a Buenos Aires, el viaje desde Madrid había sido agotador, pero al llegar al hotel por la mañana tenia todo el día para descansar. Mi puesto como jefa de exportación de una empresa de molinos de viento me hacian viajar mucho ya que mis clientes básicamente están fuera de España. Reconozco que fue un error de principiante echarme una siesta en el hotel, pues la siesta duró más de 4 horas por lo que cuando me desperté estaba desvelada y no sabía como iba a dormir esa noche con el jetlack que iba a tener esa noche. Mi despertar además vino con un email de la persona con la que me tenía que reunir que cancelaba nuestra reunión y la pasaba a dos días después, por lo visto el idiota tenia un problema familiar que resolver, y que a mi me dejaba colgada en Buenos Aires dos días sin nada que hacer y sin conocer a nadie.
Mi nombre es Rocio, tengo 41 años y podría decir que vivo en pareja, pero eso era hasta justo antes de mi viaje a Argentina, pues dos días antes pille a mi novio en la cama con su secretaria, en la cama de nuestra casa. Me quede alucinada cuando entre en casa a una hora no normal en mi, al oír grandes gemidos en mi casa me temí lo peor, cosa que se confirmo cuando pude ver en la habitación, como mi creo que ya ex-novio montaba a cuatro patas a la mosquita muerta de su secretaria. Le estaba dando con una fuerza que hacia años que no me había dado a mi. Esa puta estaba esposada con nuestras esposas y el cabronazo la penetraba desde atrás con ella de rodillas mientras le cogía de las esposas de manera que su cuerpo se levantaba con sus brazos estirados para atrás. No “disfrute” de la escena por más de 30 segundos, ellos no me vieron. Salí de casa en silencio, volví a casa a media tarde, hice mi maleta, y le mandé un sms diciendole que me iba ya a BBAA. Me instalé en un hotel y esperé la salida de mi avión dos días despues. El tiempo en el hotel y el viaje fueron un infierno dandole vueltas a la cabeza sobre que hacer con mi vida. El ahora estar colgada en otro hotel no facilitaba la cosa.
Salí a cenar sola, me metí en un italiano. Cene sola, me tomé un maravilloso plato de pasta y una botella de vino, después me tomé una copa de limoncello a la que me invitó el dueño. Ya con un pequeño pedal encima, el camararero que me acababa de invitar al licor empezó a hablar conmigo, la verdad es que el restaurante ya estaba vació y el camarero que era encantador se sentó en la mesa. Nos tomamos dos copas, a las que me invitó y nos contamos nuestra vida. La verdad es que era un joven atractivo, simpático, muy sensual y si soy sincera he de decir que me estaba excitando un poco, por un lado por el alcohol y por otro por que el chico tenia un polvo. Cuando ya esperaba que me invitase a ir a algún sitio, el chico me dijo íbamos a tener que ir recogiendo pues su mujer le estaría esperando en casa pues era tarde.
Allí me encontraba yo, en medio de Buenos Aires, con una agradable borrachera con las bragas húmedas y con dos días por delante que perder. Empece a andar por la calle contra el consejo de mi nuevo amigo y después de caminar durante más de 10 minutos vi un pub abierto. No había visto ninguno en todo mi camino. Entre.
El sitio era extraño, me dirigí hacia la barra y pedí un nuevo wiskey con coca cola. En la barra habia muchos chicos y en los sillones habia parejas enrollandose, algunas de ellas un poco más allá de lo que la estética aconsejaría. No pasaron ni dos minutos cuando tenia a dos porteños dandome conversación. Preguntas como “¿vienes mucho a locales como este?” “¿desde cuando estas en este mundo?” “¿sueles acudir solita?”, la verdad es que las conversaciones se me aclararon después de alguien me dijo que aquella era un local de intercambio y lo que veía era solo una pequeña porción del local pues la mayor extensión estaba detrás de unas puertas negras que había al fondo y de la que entraba y salia gente con cierta frecuencia. AL principio me ruborice, después me plantee si estaba fuera de lugar, la cosa se fue calmando cuando mis acompañantes me fueron explicando como funcionaba aquello. Poco a poco al no verme demasiada interesada por el sexo la mayoría de los chicos que habia estado conmigo se fueron alejando, pero mi primer interlocutor me se quedo cortejandome a ver si caía algo.
Hablamos un poco de todo, le conté sobre mi rota relación, sobre mis gustos en el sexo, como había practicado cierta dominación soft con mi ex, como me gustaba follar esposada, como me gustaba el sexo anal y como me gustaba esa linea entre el placer y el dolor que a veces me causaban las cosas que mi ex me hacia. Me quede de piedra cuando me dijo que eso le gustaba a todo el mundo, aunque en general las mujeres no lo confesamos. He de decir que con el tiempo he indagado y ciertamente mis amigas acabaron confesando que tenían unos gustos similares a los míos. Bruno, que así se llamaba mi interlocutor, me confeso que el era divorciado, que llevaba años yendo a este tipo de locales, primero con su ex-mujer y despues solo. Es más, que tenia una muy mala relación con su ex, pero que en más de una ocasión se la había encontrado en estos ambientes y habían acabado “cogiendo” para después volver a discutir. Bruno, había vivido de todo en el mundo del sexo, me contó una y mil batallitas que poco a poco iban mojando mis bragas. Estaba a punto de proponerle que se viniese conmigo a mi hotel cuando me lo soltó:
– Deberías probar el sexo en grupo.
– Ja ja ja ja ja – tenia la risa tonta con tanto alcohol – estas loco, no sabría como hacer, ni idea de como comportarme, haría el ridículo.
– ¿El ridículo?, nunca he visto a una primeriza hacer el ridículo en una orgía.
– No me tientes, no me tientes que entre el alcohol, como me has puesto y las ganas de revancha con mi ex me veo poseída por desconocidos.
– Vente – me cogió de la mano y me guió a través de la puerta ya mencionada.
Estaba caliente, excitada, quería ver que pasaba, al día siguiente no tenia nada que hacer, el cabrón de mi ex se lo había ganado y yo quería probar algo nuevo.
En el vestuario Bruno desapareció, volvió dos minutos después con ciertas cosas en la mano.
– Ya que estas aquí. ¿Que quieres algo light o vivir algo nuevo?.
– Quiero no olvidar nunca esta noche – dije sin pensarlo.
– ¿Segura?
– Segurisima.
Me desnudo con ternura, me sentía un poco rara y aunque el alcohol me envolvía nunca me hubiera imaginado desnuda con un desconocido argentino en el vestuario de un local y encima en Buenos Aires. Bruno empezó a tocar mi sexo, la verdad es que era muy agradable la sensación. Abrir mis piernas para facilitarle la labor, yo ya gemiá victima de sus dedos y me excitación. Bruno quitó su mano de mi coño. Agarró mi cabeza y me empujó contra la pared de una manera medio brusca medio sensual, acerco su cabeza hacia mi oreja y me susurro
– Hoy vas a tener la noche más sexual de tu vida – mientras me ponía un antifaz sin agujero para los ojos, mi respiración aumentó mucho más.
Casi estallo en un orgasmo cuando cogió una de mis muñeca y le puso una esposa, ni decir tiene que me corrí cuando cerró la segunda esposa en mi espaldas quedando a disposición de un autentico desconocido. Me guió totalmente a ciegas por el local. Con mucha delicadeza me apoyo sobre una camilla, abrió mis piernas y empezó a trabajar mi coño. Bruno empezó a masajear mi clítoris, me estaba llevando a la gloría, masajeaba mi pepitilla, introducía sus dedos en mi vagina, brotaba mi ano que poco a poco se iba dilatando. Me corrí con una gritó, era evidente que Bruno tenía mucha experiencia y sabía como tratar a una mujer. No me había recuperado cuando noté como una polla invadía mi coño. Bruno me agarró de mis postradas caderas y empezó con un vaivén que me llevaba al cielo. Yo abría mi boca presa del placer, contraía mis manos agarradas por las esposas, ya le hubiese gustado a mi ex tener una polla como aquella y sobre todo saber usarla como la usaba Bruno. Una polla se introdujo ante mi sorpresa en mi boca, ¿que iba a hacer? empece a mamar, me la metían hasta la garganta sin importar si me atragantaba o no. Bruno bombeaba, mi amante desconocido me follaba la boca, yo me corría una y otra vez. Ambos se corrieron al unisono, no voy a decir que soy de las que se tragan siempre la lefa, ni me gusta ni no me gusta, pero en esta ocasión no me quedo más remedio, el cabrón tenia toda la polla dentro y la lefa acabó en mi garganta. Me había corrido más de seis veces.
Bruno me tomo por los brazos, me condujo por el local y cuando me quitó el antifaz me volví a encontrar en el vestuario.
– Bueno, espero que te gustase. Creo que por hoy esta bien, es tarde y debemos de irnos.
– Me ha encantado, pero me esperaba algo más, la verdad.
– Ja ja ja, como sois las gallegas. Has llegado tarde, vuelve mañana y lo intentamos otra vez.
Bruno me acompaño amablemente hasta mi hotel, nos despedimos con un beso, era el primer beso en toda la noche, jamas había tenido sexo sin besos y esa había sido la primera noche en la que pasaba.
Al llegar a mi habitación estaba muerta, en el ascensor de hotel había pensado en masturbarme, pero fue meterme en la cama y caer rendida.
Me levanté tarde, decidí irme a visitar los lugares más señalados de la ciudad, después fui de compras. Me compré un modelito sexy, la verdad es que el precio era mucho más bajo que en Madrid por lo que compré algo que en casa jamas hubiera hecho.
Cene sola, no se me había pasado por la cabeza proponerle a Bruno que me acompañase, de hecho no tenia ni su teléfono y no sabía siquiera si aparecería esa noche. Me importaba, pero no mucho, estaba tan tan tan caliente por lo de la ncohe anterior que quería volver y ver que pasaba.
A las 11 de la noche volvía a entrar en el local de la noche anterior. Pedí una copa, había más gente, de nuevo volvieron a entrarme varios Casanovas locales, después de un par de conversaciones intranscendente. Bruno apareció, me cogió por la muñeca y me susurró al oido “tomate la copa y vente”. Me bebí la copa de un trago y le seguí.
Entramos en el vestuario, me pidio que me desnudase, me hizo ponerme cada a la pared, puso algo alrededor de mi cuello, era una especia de correa de perro pero de la que salían dos argollas desde cada lado. Me puso dos muñequeras con dos mosquetones que salían de ellos, mosquetones que engancho a las argollas. Tenía mis manos a la altura de mi cara. Me puso el antifaz y me condujo fuera del vestuario. Me tumbo sobre un banco con la cabeza mirando hacia arriba. fue tumbarme y recibir una polla en mi boca. Era desde luego un pollón,unas grandes pelotas chocaban contra mis cara mientras el dueño del nabo metía y sacaba con rudeza ese pedazo de carne en mi boca. No hizo falta que nadie tocase mi coño ni mi culo. Ambos se dilataron de golpe, solo quería una polla en alguno de mis agujero. Evidentemente el de la polla no era Bruno, y me calentaba pensar que mi nuevo amigo veía como violaban mi boca. Alguien puso unas pinzas en mis pezones, dolía pero era extremadamente excitante. Mientras en mi boca entraba aquel nabo y saliva salía por las comisuras de mi boca, alguien empezó a sobar mi dilatadisimo clítoris. Era un placer, pero quería más, mucho más. Me corrí, sabia que solo era un inicio, pero ese orgasmo me calentó. No podía más sin una polla y esa polla llego, pero no llegó a mi coño como yo esperaba. Un pedazo de carne se abrió paso por mi esfinter. No tuvo ningún tipo de miramientos sobre si me dolía o no, simplemente me la metieron y empezaron a bombear. Mucho placer, mucho. El de la boca se corrió, el del culo aceleró el paso, alguien apretó más las pinzas en mis pezones, otra polla invadió mi boca. Ambos se corrieron a la vez, yo haba tenido solo dos orgasmos y esperaba que aquello no fuese el final.
Me levantaron y me sentaron sobre una polla, otro de los chicos me metió otra polla en el culo. Nunca me habían follado por los dos agujeros a la vez y era una locura. Mis pezones me mataban cuando rozaban las pinzas con el pecho del que me penetraba por el coño, pero el dolor era incluso mayor cuando levantaba un poco mi tronco y el que me sodomizaba me agarraba las tetas sin importarle si me importaba o no. Era un mezcla de dolor y de un increíble placer. Mi ano me proporcionaba un placer indescriptible y mi coño era una fantástica fuente de placer. La sensación de notar dos pollas chocando en mi interior era el no va más. Me corría y me corría. No se como lo hicieron pero una tercera polla entró en mi boca. Chupaba, gozaba, movía lo que podía mi cadera.
Fui un juguete para aquella gente, pasé horas y horas pasando de mano en mano, tanto por parejas como por tríos. Me follaron por todos mis agujeros y no solo perdí la noción del tiempo sino de mis orgasmos.
Habian pasado muchas horas cuando alguien me volvió a conducir hasta el vestuario. No podía con mi cuerpo y aun jadeaba cuando Bruno me descubrió los ojos y soltó mis ataduras.
– ¿Con cuantos hombres he folllado?
– Te ha cogido la mitad de la clientela del local – me contesto.
– ¿Tu?.
– Si, un par de veces, bueno tres. Ha sido delicioso. Eres una mujer maravillosa y he disfrutado tanto cogiendo como viendo como te cogían.
Nos vestimos, nos tomamos una copa. Quedamos para el día siguiente, esta vez con cena.
La última noche Bruno me llevó a cenar a un restaurante muy romántico, quien iba a decir que despues me iban a volver a follar en grupo. Bruno era un caballero al fin de cuentas.
Mi última noche en el club aunque volvió a ser demoledora acabamos relativamente pronto, pues tanto Bruno como yo debíamos madrugar el día siguiente. Fue otra noche épica, me volvieron a dar por todos lados, no logré que Bruno destapase mis ojos pero volví a gozar como una puta, la puta en la que me había convertido.
En la puerta del hotel, Bruno me dio su teléfono y quedamos en vernos en mi próximo viaje, esperaba poder cerrar mis acuerdos comerciales y que estos me llevasen de vuelta a Buenos Aires unas cuantas veces. Al día siguiente por la tarde después de mi reunión salía de vuelta hacia Madrid.
Me mastube antes de dormir recordando mis andanzas porteñas. Al día siguiente me levante temprano y dolorida. Me duche, pague la cuenta, cogí un taxi y me dirigí hacia las oficinas de mi cliente.
– Hola – le dije a la recepcionista – deseaba ver al señor Perez.
– UN segundo por favor.
Me hicieron subir a la sexta planta donde una secretaria me condujo a una sala de reuniones donde me esperaba un ejecutivo de la empresa.
– Buenos días Rocio, ante todo lamentó el retraso de esta reunión, A ella quería asistir mi jefe y le ha sido imposible pues el Sr. Bengoechea ha tenido que coger unos días libres por un asunto familiar.
– Ah, pensé que era usted el del asunto familiar.
– Perdone, debí expresarme incorrectamente.
– No se preocupe – le dije.
Me quede con la boca abierta cuando vi entrar en la sala de reuniones a Bruno.
– Doña Rocio, le presentó a el señor Bengoechea, Bruno Bengoechea – dijo Perez a modo de prestación.
– Encantado – me dijo Bruno mirandome a los ojos y estrechando mi mano.
– Un autentico placer – le dije mientras pensaba que había que tener la cara muy dura.
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