Colgada en Buenos Aires IV

FECHA: 6/20/2015


El día fue realmente largo y agotador, no solo el cansancio de subir y bajar por una zona de montaña en la que una mujer como yo no esta acostumbrada, sino por el calor que hacia y las dos sesiones de sexo duro que llevaba entre mis piernas uno de tras del otro.  Después de cinco meses a palo seco y el atracón a follar que me había dado no entendía como podía andar.  No veía el momento de llegar al hotel darme una ducha y tomarme una copa.

Sobre las 9 de la noche llegamos al hotel, me dirigí directamente a mi habitación, me desnude y me duche.  El agua cayendo por mi cuerpo e inundandome mis partes me hicieron recobrar fuerzas y excitarme sobre manera, instintivamente la mano se me fue a mi entrepierna y a pesar de tener mi clítoris realmente irritado no pude contenerme y me masturbe hasta correrme entre jadeos.  Esa noche solo quería probar la polla de Bruno en mi boca.

A las 10 de la noche estábamos todos en el comedor del hotel, de nuevo volvimos a tomar un asadito tan típico de aquella zona.   Me dio la impresión que me a hinchar a carne mientras estuviésemos en ese pueblo remoto.

La cena fue realmente distendida, todos contaron experiencias y cosas raras que les había pasado durante su carrera profesional, entre risas y alcohol la noche se fue alargando.  Ya llevábamos varias botellas de vino cuando Perez se levanto y disculpandose se retiro a su cuarto, pocos minutos después fue Rosario la que se despidió – estos se van a follar pensé – Bruno fue el siguiente en caer y yo me quede tomandome la última con Oswaldo, un hombre realmente educado, encantador y muy simpático.  Acabadas las copas nos dirigimos al ascensor, de nuevo los gritos de placer de Rosario invadían el pasillo, Oswaldo me miró y me guiño un ojo encogiendo los hombros.  Debía estar pasandoselo de miedo la mujer pues los gritos eran incluso mayores que la noche anterior.  Me dirigí a mi cuarto, me desnude y espere la visita de Bruno, el silencio del hotel hacían llegar hasta mi los ya aullidos de Rosario quien realmente se lo estaba pasando de puta madre, como entendereís mi chocho empezó a mojarse y mis pezones a endurecerse.  Era una tortura estar esperando por mi ración mientras escuchaba a esa hembra gozar como si el mundo se fuese a acabar.

Viendo que Bruno no venia, cubrí mi desnudo cuerpo con una toalla y me dirigí a la habitación de Bruno, abrí la puerta con cuidado para descubrir que estaba vacía, una especie de celos y excitación recorrió mi cuerpo – era él quien se estaba follando a Rosario.  No me lo podía creer, y menos aun cuando empujada por no se que fuerza interior me dirigí a la habitación de Rosario y abrí la puerta.  Bruno tenía a su asistente a cuatro patas y le ensartaba su grandiosa polla en su culo, osario no paraba de gemir como no habia parado la media hora anterior.  Ambos me miraron pero siguieron a lo suyo como si aquello fuese lo más normal.  No sabía que hacer, ¿irme?, ¿unirme?, ¿esperar que acabasen para ser yo la follada? Unas manos detrás de mi soltaron mi toalla y quede totalmente desnuda ante la mira de los dos amantes que se daban placer uno al otro y ante mi sorpresivo espontáneo.

Bruno y Rosario no pararon de follar, Bruno seguía penetrando con fuerza y Rosario se retorcía recibiendo aquella maravillosa polla en sus entraña.  Mi nuevo amante sin dejarme girar la cabeza para ver de quien se trataba me empujo con dulzura hacia la cama, me hizo apoyar en la misma de manera que mi cara quedaba a escasos centímetros de la cara de Rosario, una poderosa polla me penetró invadiendo completamente mi cavidad vaginal, me lo esperaba llegados donde habíamos llegado, pero eso no fue excusa para no sentirme no sentirme reventada por dentro como si de una adolescente volviese a ser.  Mi amante tenia una polla de esas dignas de ser aplaudidas, me llenaba a lo largo y a lo ancho. Giré mi cabeza para ver que el dueño de esa sin par pieza de la naturaleza era Oswaldo, que a pesar de su edad y su educación tenia una polla de agarrate y no te menees. Me quede con la boca abierta, no me podía imaginar que el amante de Rosario fuese Oswaldo, y mucho menos que en ese momento aquel abuelete me estuviese dando el placer de mi vida.

Fueron necesarios pocos los golpes de cadera de Oswaldo contra mi coño para que empezase a sentir la lengua de Rosario invadir mi boca, no es que lo esperase, pero aquello tampoco me extraño.  Rosario era una mujer de bandera poseída por Bruno fuertemente que se deja llevar por sus instintos más bajos y esos instintos bajos era yo.  Yo también abrí mi boca y nuestras lenguas empezaron un juego, el juego que nos permitían nuestros suspiros y lamentos al ser penetradas las dos por dos magnificas pollas.  Oswaldo era una maquina de follar, me daba con una fiereza que parecía un chico de 20 años, no me lo que ría imaginar a esa edad, Bruno seguía con su certero movimiento de cadera liberando a Rosario de sus tensiones anales.

– Espera un poco – me dijo Rosario mientras toda su piel se trasformaba en piel de gallina, sus ojos quedaban en blanco, apartaba su lengua de la mía y estallaba en un seco pero sonora orgasmo a la vez – que me voy.

Y se fue, se fue y volvió, por que inmediatamente reclamo la polla de Bruno en su coño, Bruno aun no se había corrido – hay que ver lo que aguanta este hombre – y gustosamente la penetro por donde la naturaleza manda, Rosario seguía siendo un amasijo de jadeos, juramentos, gritos y desesperación.  Seguramente si yo no hubiera tenido esa polla magistral en mi cuerpo me hubiese resultado hasta cómica la situación.  En mi vida había oído a nadie gritar tanto al ser follada.

Mi orgasmo llegó de golpe, casi sin avisar, un latigazo de placer extremo inundo mi cuerpo y me llevo del cielo a los infiernos y vuelta en poco más de 10 segundo.  Oswaldo no paró de bombear mientras yo me corria, algo muy gentil por su parte.  Oswaldo me dio la vuelta y metio su polla en mi boca, debido a  mi posición y aprovechando la suya, Rosario metio la cabeza entre mis piernas y aun sin parar de aullar empezó a lamer mi coño con una maestría propia de una experta, una buena comecoños era esta asistenta de Bruno.  Me encanta chupar pollas, pero una de las cosas que siempre me ha fastidiado es interrumpir mi placer por excitación en el momento de mi mamada, Rosario estaba rompiendo al regla y dandome lo que en esos momentos de demandaba.

Bruno saco su polla de aquel encharcado coño y empezó a masturbarse con brio, en no más de tres movimientos una catarata de esperma salió de su polla poniendo la espalda de Rosario y mi culo perdidos de corrida, Oswaldo no pudo más y sacando la polla de mi boca, se corrio en toda mi cara y pelo, yo me relamía por que a pesar de no ser una gran aficionada al sabor de la lefa, Oswaldo se merecía que probase su fruto.

Oswaldo se levantó, recogió la toalla, me cubrió con ella, me dio un beso en la frente y caballerosamente se retiro.  Bruno le comió la boca con fuerza a Rosario y a continuación hizo lo mismo conmigo, me cogió de la mano y salimos de la habitación, yo solo pude despedirme de Rosario con un gesto apurado con la mano.

– Sorprendente lo de Oswaldo, ¿no? – me dijo Bruno.

– Increíble, menuda polla, menudo aguante, menuda gentileza, menuda clase.  Un encanto y un caballero.

– Ya

– Lo que no sabía era que se la clavase a Rosario, siempre pensé que era Perez quien lo hacía.

– Entonces, ¿quien piensas que estuvo sentado en tu habitación mientras te cogía yo ayer?

– ¿Perez?

– Perez llevada sodomizando a Rosario desde mucho antes que yo lo hiciese.  La verdad es que es una mujer muy dificil de penetrar vaginalmente hasta que la has dado por el culo bien.

– Osea que era Oswaldo quien nos miró…

– Oswaldo lleva conmigo muchos años, hemos vivido mucho juntos, a nivel trabajo, como a nivel personal.  Cuando su mujer falleció se apoyo en el trabajo, aunque le ayudo mucho no pareció llegar.  Una noche en medio de mi separación acabamos en el club que tu tan bien conoces.  Como te puedes imaginar acabamos follandonos a Marcela.  La dimos por todos sus agujeros olvidandonos ella y yo de nuestras desavenencias económicas y sociales, al menos durante ese rato y durante ese tiempo Oswaldo olvido sus problemas personales.  Hemos viajado mucho juntos, hemos trabajado mucho juntos, hemos follado mucho juntos.

– No sabes como me estoy poniendo. ¿Entrarías y me darías por el culo?

– No te voy a follar el culo, pero entro y veras.

Entramos en mi habitación, Bruno me quitó la toalla y me tumbo en la cama con la cara hacia abajo.  Abrió mis piernas, metió la cabeza entre mis nalgas y empezó a pasar un juguetona lengua por mi ojete.  Me habían comido el culo antes, algunos novios y ocasionales amantes, pero ni uno lo hacia como Bruno.  Me hizo poner en cuatro patas y cuando pensé que me la iba a meter, Bruno cogió mi ya conocido pollon de goma que de un golpe introdujo en mi dilatadisimo ano.  Bruno empezó a masturbarme con el vibrador como si la vida le fuese en ello.  Metía y sacaba la polla de goma a una velocidad encarnizada. No habían pasado ni tres minutos cuando empece un grito continuo y contenido y un orgasmo invadió mi culo, espalda, pezones, craneo.  Ardí por dentro y cai reventada de verdad.

Bruno dejo el polla de goma en mi culo, se levanto y salió de la habitación sin despedirse

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