La Habitación de Néstor... y el calzoncillo abierto

FECHA: 7/10/2014
En la oscuridad de la habitación me escondía, el corazón me late y hasta puedo ver como se mueve por mi pecho. El frio que tengo en los pies, solo se concentra en los dedos y mi mirada que arde de tanto ver fijo; aun viendo, con la garganta seca, fijo la veía.Me he levantado temprano, la verdad es que estuve dando un rato vuelta en la cama. La nana que ha estado despierta desde las 5 de la mañana; podía ver la luz de la cocina por la aberturas de la puerta, también olía el aroma de lo que cocina. Las tripas me gruñeron y pensado en ponerme de pie, cuando ya el sol estaba reflejado estelas de luz, por la ventana veía y decidí que ya era hora de levantarme de la cama y dejar de fingir que duermo.

El piso de la sala esta frio, me congela mis pies, las puertas están cerradas y el amanecer se filtra por las cortinas de dopiovelo. Entro a la cocina y el olor a fritanga donde se ha freído el pollo, aun el olor permanece.
La nana no está en casa. He imaginado que ha llevado a mi hermanito al colegio. El gallo canta y estoy sentado en la sala ahí en el piso frio, bebiendo una taza de café con leche bastante grumoso. A mi espalda apoyada a la pared, está la habitación del hijo de la nana; Néstor duerme hasta tarde cuando mamá no está, y ahora que está de viaje el muchacho duerme tranquilamente.

El aspa del ventilador suena ruidoso al ser de aluminio, entro y la habitación esta fría, conociendo a Néstor casi puedo decir que el cuarto huele a él. El hijo de la nana duerme solo en una cama individual; las sabanas están enrolladas en el pecho y una almohada le cubre tanto el pecho como la cara.
El calzoncillo que trae puesto es de líneas blancas con violetas, la abertura del medio está abierta y como si estuviese esperando a que entrara para verla crecer, de ahí empieza a salir, dando saltitos, la piel morena clara aparece como si de una flor despertando se tratase.

En la oscuridad de la habitación me escondía, el corazón me late y hasta puedo ver como se mueve por mi pecho. El frio que tengo en los pies, solo se concentra en los dedos y mi mirada que arde de tanto ver fijo; aun viendo, con la garganta seca, fijo la veía. Ha quedado descubierta y la cabeza prensada late una y otra vez hasta cambiar de rojo a morado; el mástil de carne venosa, esta de lado, palpita y se mueve con fuerza, el glande se prensa y se relaja a la vez, ya la he visto ponerse pequeña y ahí en el piso frio de la habitación he esperado curioso ver como de nuevo la verga de Néstor se vuelve a prensar.

Mis dedos de la mano sienten el vapor que resoplo de mi boca, tiemblo como si tuviese fiebre por dentro y me erección incomoda se lastima con mi ropa interior. Me pongo de pie y doy unos pasos algo inseguro, me acerco a la cama de madera, por los pies de Néstor le veo, los pelos de las piernas son muchos y le llega hasta los muslos, el calzoncillo se le sube y las bolas se presionan con la tela marcándose como dos pelotas divididas por la costura de la ropa interior. La erección de su pene es dura y se sale completa por la abertura; le miro más de cerca y el glande rojo oscuro (algo ya morado) se expande y de la boquita, liquido viscoso y cristalino aparece como una gota saliendo escasamente. Trago saliva y mojo mis labios, veo si está despierto, pero tanto la almohada como la sabana le cubren de la cintura para arriba; mirando de nuevo a su entrepierna, la verga de Néstor parece invitarme con sus movimientos a que la toque con mis dedos.

Miro hacia la sala, exactamente hacia la ventana, el sol marca la textura del cristal en la cortina y pienso en ese momento si ya está por llegar la nana a casa, pero veo que eso aún no va pasar y dejando correr mi imaginación, volteo a ver de nuevo la erección que asoma Néstor por la abertura de su ropa interior.
De rodillas al piso, la arenilla que se siente, se pega y me maltrata. Aun así lo que pienso hacer, es primera vez y nervioso lo intento hacer guiado por mi excitación y temor. Me siento descontrolado, el temor me excita y los espasmos de mi cuerpo me hace temblar sin poderlo controlar, el frio y el calor que llevo por dentro chocan en sensaciones encontradas; estoy como las veces que he estado descubriendo el placer de tocar mi pene yo mismo.

El pene de Néstor ha quedado en reposo, de estar prensado ha quedado como una tripa gorda, morena y lisa de piel. El glande algo rosado queda pequeño (me asombra como ha cambiado de tamaño) y, aun así estiro la mano hasta el medio de su cuerpo y con el pulso descontrolado, voy bajando y con los dedos le toco con sutileza.
Al parecer no ha sentido mi tacto, y de nuevo con el dedo le toco el tronco aguado que reposa de lado. Confiado que Néstor no siente mis dedos, tragando grueso le tomo con dos dedos y alzo la verga aguada; de su glande, el precum que ha expulsado se pega un tanto en la piel de su abdomen. Viscoso y cristalino, al secarse blanco en su piel morena queda visualizado.

La he tocado con toda mi mano, la he apretado suavemente como si fuese bollo de masa y aun así no ha despertado ni el, ni su verga flácida.
Me parecen minutos largos que han pasado, la fiebre de mi interior ha mermado a igual que mi erección, también puedo sentir el frio de lo húmedo que ha manchado de mi slip bajo mi short.

Sentado ahí en el suelo, me pregunto: << ¿en donde habrá quedado la nana que no regresa? >> Y algo ya aburrido; cuando volteo a mirar a Néstor, su entrepierna dilatándose, comienza subir de tono poco a poco, el capullo que había cubierto de nuevo al glande, se desenrollo lento hasta solo dejar una parte del glande descubierto; la cabeza rojiza y prensada al dar la primera palpitada, por completa ante mi vista fija se deja ver de nuevo en todo su esplendor. El fuego interior de mi cuerpo se encendió en cuestión de minutos, mi erección elevando una carpa en mi short me hizo sentir como si fuese desde el principio que he entrado a la habitación.
El olor que había dejado en mi mano, lo huelo cuando paso mis dedos para calmar mi respiración y al olfatear aquel aroma mezclado; olí tan fuerte que instintivamente pase mi lengua en la ñemas de mis dedos para saborear ese olor de hombre que ha dejado en mi mano.
Su verga dura, venosa y dilatada; en cada movimiento que daba, era como invitar a ser probada por mi lengua y mi paladar, me dije que si no lo hacía ahora mismo, no iba tener tiempo y como si tuviese haciendo lo peor o lo mejor del mundo >> sentimientos encontrados tuve en ese momento y la decisión rápida que he tomado; me di cuenta que ya en mi mano la apretaba sin miedo a nada.

La emoción enrojecía mi cara, casi quemaba por dentro mi piel, y su mástil de carne duro y suave a la vez en mi mano fría y temblorosa pulsaba tan rápido que creí sujetarla muy duro. Afloje rápidamente y mire con pánico a Néstor para ver si ha despertado, pero el chico sin inmutarse aun durmiendo se le veía respirar tranquilamente acompasado.
Tocarla fue como alborotar su olor tenue a fuerte, tal vez solo en mi nariz estaba, pero sentía el aroma en toda la habitación; el olor de su virilidad latente. Néstor alzo levemente la cintura, la dura erección se movió junto con ella, casi reboto y su revés marco con fuerza el musculo firme de su pene.
Por el movimiento ha dejado ver unos tantos pelos largos que sale por la abertura. Estiro mi mano y entro un dedo; la toco y la textura me hace imaginar sucio << y me siento perverso >>. Al ignorar mis voces, de rodilla estoy a la horilla de la cama de Néstor, con dos dedos le cojo por el tronco, casi en la base de sus bolas, igual de dura como siempre, se prensa y relaja al tacto de mis dedos.

Pienso en el peligro del posible hecho, imagino las consecuencias, pero por ellas mismas estoy con la verga de Néstor completamente desfundada del capullo; la viscosidad corre por el frenillo de su glande grueso y con ayuda de mi dedo lunar le riego por todo el tronco de carne dura y caliente a la vez. En mis pensamientos, mi dedo es mi lengua y casi puedo sentir el sabor perderse en mi paladar hasta mi garganta.
No lo pienso más, y decido ir más lejos de lo que he llegado. Acerco mi cara a la cintura de Néstor, el vapor de mi cuerpo se une con el de él. Humedezco mis labios y la boca se me hace agua al estar tan cerca de la descomunal erección que palpita sin parar; me he acercado mucho y su pene latiendo roza mi labio inferior.
La mandíbula parece quebrarse de tanto temblar de nervios y excitación, y mis ojos exaltados al sentir el tacto de su verga en mi labio; sentir aquella viscosidad, como néctar dulce con la lengua lo lamo como si fuese el manjar más rico que he probado. Que el glande presado de Néstor tocare mi labio, fue como una señal a mi atrevimiento de probarla dentro de mi boca como chupeta recién descubierta de papel.

Mis labios debían de estar rojos como tomate y mi palidez debía contrastar con aquel trozo de carne morena dentro de mi cavidad bucal.
Todo fue nuevo y adaptado al mismo tiempo: el sabor, la textura, el tamaño y la miedosa excitación de mi interior; se mezcló todo y al abrir los ojos, la chupe y en la comisura de mis labios sentí su sabor salado y dulce, junto a la piel tan carnosa y tan sabrosa que no deseaba morder.
Mi saliva la mojó hasta las bolas, su prensada virilidad se movía sin cesar, y al sujetarla con mi mano la mire de nuevo y al sentir que su sabor en mi paladar se desvanecía, en mi garganta su glande prenso cuando la tuve toda dentro de mi boca. Hasta que mis ojos no estuvieron rojo y lagrimosos no la saque y, al hacerlo chupándola toda, le recogí el prepucio y su cabeza casi queda cubierta de nuevo por la piel… al engullirla de nuevo, el respirar de Néstor se hizo pesado y lento a la vez; la verdad no le di importancia. << Seguro estaba soñando >>; mamando esa verga pensaba yo.

Encimado en aquella erección, dentro de mi boca, con mi lengua la recorría para no olvidar aquella sensación. Chocaba mi nariz a su pubis casi tapado por el calzoncillo y en sus pelos, el aroma que emanaba, era casi perdido pero al aspirar con intensidad, dentro de mi nariz; ese olor me atrapaba más y más que en mi boca atragantada, sin darle descanso en arcadas la sacaba y la volvía a mamar como becerrito que se alimenta de la ubre de la vaca.
Mi éxtasis estaba que explotaba dentro de mi ropa interior y, como fuésemos uno solo, casi estaba seguro que Néstor a igual que yo, en mi boca iba a derramar. La chupe con intensidad que hasta mi cabeza se movía, mi excitación no daba cavidad al temor de ser descubierto (no pensaba en ello siquiera). Cuando mi apretada erección rozaba con la horilla del colchón, al estar mamando la verga de Néstor, mi orgasmo estaba cerca y sin esperar más, no le di importancia y mi cintura espasmódica se movió; al sentir la sensación de acabar… tres golpes en la puerta, más el llamado de la nana a Néstor, de golpe la saque de mi boca y cortado de mi sensación en aquel momento, el temor tomo control de i cuerpo y como último recurso para salvar mi vergüenza, debajo de la cama de Néstor me escabullí, mientras sin poder controlar mi acabada, mi cuerpo moviendo espasmódicamente de lado bajo la cama, como un perro muriendo he quedado atemorizado y extasiado a la misma vez.
La vista se me nublo, hasta sentir que los ojos se me desorbitaron por completo. Con la ayuda de mi mano prensando mi erección por encima del short, ayude que mi orgasmo continuara mojando toda mi ropa interior.
Después de los espasmos involuntarios, los músculos de mi cuerpo se relajaron y como si me recuperara de un calambre, erguido bajo la cama quede pegado a la pared de la habitación de Néstor.

Pensé que mi mundo de muchacho se venía abajo, al ver los pies de Néstor en el piso; juraba que él iba a bajar la cabeza para mirar quien era el que ha dejado su verga humedad de saliva.
La sabana queda colgada cuando él se puso de pie, una punta de la misma rodaba por el suelo. Néstor camino a la puerta y le vi salir a la sala, se perdió de mi vista y al momento, tan rápido como pude salía de aquella habitación. Néstor que abría la puerta principal a la nana, no se veía en la sala, corrí por las escaleras y a mi cuarto he llegado con el corazón en la garganta a punto de salirse. Pensé que no daba tiempo de cambiar mi short y la trusa, e inmediato bajo el cobertor de mi cama me cubierto y relajando mi rostro hago mi mejor actuación; fingir que estoy durmiendo.

Solo oigo leves sonido que vienen de bajo, exactamente de la cocina que ha de estar lavando los trastes la nana.
El abrir de la puerta de mi habitación me coge por sorpresa e inmediato cierro los ojos. Siento como quieren quitar mi cobertor que me cubre hasta el cuello, lo logra y finjo estar dormido sin sentir nada.
Cuando el olor pega en mi nariz, no imagine esta posibilidad presentada, y pasmado del miedo acostado en la cama, bajo el cobertor, empalmado volvía a estar. Su glande a mis labios dibujo, al querer meterla dentro de mi boca, choco con mi dentadura. A Néstor le oí gemir con furia y al abrir los ojos, le vi de pie a la altura de la cabeza mía.
Del espaldar de la cama, él se sujetaba. Con la otra mano se hacia la paja. Le veía como nunca antes le había visto; delgado, cabello rulo y largo, con cejas pobladas y unidas, sus ojos oscuro y enfurecido de excitación miraban fijo a los míos.

Sus labios estaban picudos, conteniendo su gemir, su verga cerca de mi boca, me tomo por el cabello y me acaricio la mejilla, tomo mi quijada y abrió mi boca.
Me deje hacer viendo con dulzura su rostro rojo y tenso. Su miembro viril entro a mi boca y hasta la mitad llego, cuando siento el primer chorro que pega a mi paladar; fue caliente que sentí que quemaba mi garganta, su viscosidad espesa atravesó secando mi garganta, la trague y fue agridulce su sabor, el olor a cloro fue lo pensé al momento de sentir su olor. Y viendo como su verga terminaba de expulsar en mi boca, su glande rojo terminaba de escupir hasta quedar seco y el apretar hasta sacar todo lo que daba su bolas prensadas.

Con el sabor a semen en mi boca, di la espalda a Néstor. El salió de mi habitación y cerró la puerta sin más que nada…

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