Ayudando a hacer justicia

FECHA: 7/13/2014

Corría el año 94, plena época de apogeo menemista; vino a mi estudio Laura, una compañera del Normal y amiga de toda la vida, aunque no tan íntima como Carlota o como Silvia, pero a la que no obstante, le tengo también mucho cariño.-


Vino a verme, con la intención de utilizar mis servicios profesionales, ya que pretendía que la asesorara respecto a la forma de encarar, legalmente, su separación conyugal.-


Laura se había casado siendo aún casi una adolescente, con un estanciero de nuestro pueblo, veinte años mayor que ella, afamado por su inclinación hacia las mujeres jóvenes y por sus correrías extramatrimoniales.-


La cosa era que Laura, no había podido concebir hijos, por lo que su marido, le reprochaba esa falencia, la que a su vez usaba como excusa para sus andanzas por camas ajenas.-


Y así, de tanto andar saltando de cama en cama, fue que en la cama de Rosita (una pendeja de 23 años), cayó en un momento muy inoportuno, porque al estar ella en su etapa fértil, la dejó embarazada.-


Ese “accidente”, en lugar de alarmar al “pata de trapo” de don Lorenzo, lo entusiasmó, ya que Rosita, concebiría el hijo que tanto anhelaba y al que Laura no pudo parir en sus 15 años de matrimonio con él.- Fue por eso, que don Lorenzo decidió divorciarse de Laura, para contraer luego, matrimonio con la madre de su futuro hijo; pero también pretendía que Laura, renunciara a su participación en los bienes gananciales del matrimonio, aduciendo que todo el patrimonio, había sido efectivamente producido por sus actividades agropecuarias, sin la participación activa de su conyugue.- A cambio de esa renuncia, ofrecía una renta mensual vitalicia, que si bien en el inicio, podía cubrir satisfactoriamente las necesidades de su abandonada esposa, con el correr de los años, a la sombra de las vicisitudes económicas por las que suele adentrarse nuestro país periódicamente, podía resultar insuficiente, al ser carcomida por la inflación.-


Al dolor que le provocó a Laura, la decisión de su amado esposo (porque Laura amaba a don Lorenzo, al punto de soportar sus adulterios), se sumaba ahora, la inquietud por su futuro ecónomico, habida cuenta que Laura; transitando ya sus 35/36 años, sin haber nunca trabajado; se sentía incapaz de autosostenerse.-


Decidí apoyarla, abogando su divorcio y prontamente presenté en los Tribunales de Gral. Villegas (Pcia. de Bs. As.), los escritos de rigor, optando por la “desvinculación marital controvertida”, por la “falta de acuerdo en la repartición económica de los bienes”, solicitando se provea de conformidad para la liquidación total de los activos “declarados y ocultos”, proveyendo a mi representada con el 50% del dinero producido por la liquidación de los bienes en remate público.- No era la intención llegar a esa instancia, habida cuenta del flaco beneficio que un remate “judicial y público”, proporciona a las partes en disputa, sino que intentaba, “asustar” a don Lorenzo para “ablandarlo” y negociar extrajudicialmente un mejor acuerdo para mi defendida.-


Pero el susodicho, como buen hombre de campo, era un hueso duro de roer, “plantado en sus trece” y negado a toda otra alternativa que no fuera la propuesta por él…; y su abogado, demostraba no ser muy afecto a las estadísticas procesales; porque si lo hubiera sido, sabría que dificilmente, en la justicia argentina, una “abogada con calle” (como yo), perdía juicio alguno, enfrentada a un abogado varón, motivos por los cuales, tuvimos que “afrontar el juicio de divorcio”, haciendo uso (y abuso), de las armas femeninas, aliadas en esta instancia a las armas legales que esgrimíamos mi defendida y yo…-


CAPÍTULO 2


Y tuvimos que encarar el Juicio…-


Siempre, el primer paso, es el “sorteo” del Juzgado de Turno que entenderá en la causa; y por tal, decidí solicitar el Listado de Jueces en Turno, para ver si había alguno que pudiera sernos mas favorable a nosotras (Laura y yo) y eventualmente, tratar dentro de las posibilidades, eludir a los “jueces machistas”, mas proclives a juzgar a favor de los hombres en este tipo de controversias.-


De los cinco jueces en turno, uno era mujer (podía ser elegida), dos eran machos dominantes (descartados), un cuarto era “ni fu, ni fa” por lo tanto, peligroso (descartado) y el quinto era un Juez que ya estaba en la culminación de su carrera, pero que tenía fama de libidinoso, mujeriego y fiestero, aunque ya bastante entradito en años (¡¡¡elegidísimooo..!!!).- Yo no tenía dudas, ese era el Juez que mas nos convenía, la cosa ahora se centraba en lograr que la Causa, fuera a parar al Juzgado de Su Señoría don Eduardo (“manguera”) LOPEZ (su nombre fue convenientemente cambiado a los fines de esta historia, aunque no su apodo).- Solicité el auxilio de Silvia, que años atrás, había sido “novia que daba beneficios”, al Oficial de Justicia encargado de la asignación de las Causas y los Juzgados.- Y así, rememorando viejas épocas (pueblo chico, infierno grande), por ese “Juego del Destino”, la Causa cayó en el juzgado del Juez Manguera…; pero había que ganarlo y para eso era menester, mas allá de los procedimientos judiciales, que la “parte” que yo representaba, causara al Juez la mejor “buena impresión”.-


Instruí concienzudamente a Laura, respecto al comportamiento que debía representar ante el Juez y me esmeré para darle yo también, la “mejor impresión” posible…; por suerte, el Juez Manguera, se pronunció con una rapidez tan asombrosa, que marcó un hito en la Historia Judicial Argentina, ya que a cuatro meses cortos de iniciada la controversia, juzgó a favor de mi defendida, concediéndole los “bienes gananciales reclamados” y obligando al esposo a aportar una renta mensual, ajustable y vitalicia, a cambio de suspender la “liquidación”, manteniendo los bienes en una unidad de producción unívoca e indisoluble, con el objeto de no menguar los ingresos de las partes ahora asociadas, todo bajo la Tutela del Juzgado.- Le habíamos “dado por el traste” a don Lorenzo, quien a su vez, procedió con las apelaciones de rigor infructuosamente, pues es dificil que los Tribunales de Alzada, si la cosa juzgada no fue muy burdamente resuelta, modifique el criterio original de Primera Instancia; pero para eso tuvimos que soportar ambas que el Juez Manguera, intentara (y a veces lograra), “darnos por el traste” a nosotras dos, indefensas y débiles mujeres en procura de Justicia, en un ámbito por demás machista.-


Como primer paso de nuestra “estrategia judicial”, ambas dos, nos presentamos a la primer audiencia de parte, convocada por Su Señoría, para escuchar nuestra exposición argumental, lo mejor “arregladitas” posible; Laura, lucía un solero sin breteles, al que cada tanto debía “subir”, tomándolo desde el escote, para cubrir sus “glándulas mamarias”, que por ser un poco grandes y estando ya “algo caídas”, dejaban deslizar inconvenientemente (aunque muy convenientemente para nosotras), el vestido, mostrando más de lo que “las buenas costumbres” aconsejan, siendo que además, al ser este vestido plisado y acampanado, dejaba entrever unos magníficos muslos, cuando su dueña cruzaba sus piernas una sobre otra, talvés porque en su “inocencia” de mujer con muchos años de casada y de dedicación a su marido, no se percataba del efecto que esa vista causaba en los otros hombres.-


Por mi parte, lucía un “tailleur” con una falda y una casaca muy ceñidas a mis formas, por lo que éstas se insinuaban en demasía y debajo del saco, una camisa blanca “descuidadamente” desabrochada en sus tres botones superiores que permitían visualizar, según fuera la posición que yo adoptara, mis opulentos y por demás consistentes senos.- En un momento dado, debido al calor reinante en el despacho de Su Señoría, me quité el saco…, creó que fue una decisión muy oportuna, porque al rato noté que el Sr. Juez, disimuladamente, absorbía con su pañuelo, las gotas de sudor que perlaban su frente.-


La Audiencia, citada para casi la última hora de la tarde, se extendíó mas allá de los horarios normales, cosa de la que nos percatamos cuando el personal de limpieza, irrumpió en el recinto, con la intención cierta de proceder a sus quehaceres.- Fue así, que Laura y yo, nos vimos obligadas a no desairar a Su Señoría y aceptamos su invitación a continuar con nuestra “exposición”, mientras cenábamos en el restaurante del cual él era habitué y hacia ese lugar partimos los tres en el coche que el Poder Judicial asignaba a Su Señoría.-


CAPÍTULO 3


Llegamos al restaurante, pero antes de apearnos y abandonar el coche oficial con el que habíamos venido, visto que Su Señoría, lo dejaba liberado, sugerí la posibilidad de retornar al Juzgado para recuperar mi camioneta que estaba allí estacionada; Su Señoría, gentilmente instruyó al chofer para que me trasladara al lugar, lo que áquel hizo muy gentilmente.-


En el trayecto, pidiéndome antes permiso para formularme un comentario y una sugerencia, el que le concedí, me dice que dado su conocimiento y cercanía al Juez, era muy probable que el “vejete”, estuviera elucubrando tener con alguna de nosotras o eventualmente con las dos, algún tipo de “encuentro cercano”, por eso, su invitación a esa cena.-


Le respondí que ya tenía referencias respecto al comportamiento libertino del Juez y que, dado que la materia que iba a juzgar era de incierto resultado, había operado para que la Causa cayera en su Fuero y que por el mismo motivo, nos mostrábamos condescendientes y atentas con él (en otras palabras, sabiendo como se las gastaba el viejo, lo habia elegido dispuesta a seguirle el tren); esto provocó uan carcajada del chofer y el comentario de: “me encantaría presenciar el desenlace de la noche; porque el Doctor Manguera, ni debe imaginarse que fueron ustedes quienes lo eligieron a él; por las dudas, no se lo haga saber, porque puede ‘retobar’ (enojarse, molestarse) mal y juzgar el contra”.-


YO: “Gracias por el consejo, y en verdad es una lástima que no lo deje participar, así no nos sería tan aburrida la trasnoche”.-


EL: “Es que don Manguera es un angurriento, que ni un mendrugo le dá a sus subditos; y si le sirve, le digo que si lo apura un poco termina antes de empezar y después chau, feliz y a otra cosa”.-


YO: “Bueno, gracias por el informe y cuando quiera visíteme en mi estudio que recordaré su ‘gauchada’.-”


Al retornar al restaurante, noté a Laura algo tensionada, supuse que el Juez ya se le había insinuado y siendo ella una señora de su casa, sin experiencia en el manejo de estas situaciones, concluí que estábamos lejos de ganar el juicio.-


Tomé mi lugar en la mesa, a la izquierda de Su Señoría y traté de imponerme de lo charlado durante mi ausencia; esto puso mas en tensión a Laura.- Decididamente, estábamos en perdedoras, tenía que revertir la situación, así que con un enérgico gesto y movimiento de cabeza, sin que don Manguera lo advirtiera, sugerí a Laura que se retirara, lo que hizo, luego de excusarse adecuadamente.-


Cuando ella nos deja solos, le comento al Dr. Manguera: “Como Ud. bien se habrá percatado, la señora fue siempre una fiel esposa, que no tiene experiencia en el trato con otros hombres; por eso se la ve tan tensionada, pero obsérvela con mas detenimiento y se dará cuenta que es una mujer que merece consideraciones especiales”.-


Interín, el doctor, intenta servir vino en mi copa lo que rechazo por abstemia y escucho de sus labios, mientras deja la botella en el enfriador y toma su copa para beberla: “Ud. se lo pierde doctora, este vino es un néctar del cielo”.-


Entonces yo, ni lerda mi perezosa, tomo con mi mano la suya que alzaba la copa y acercándola a mis labios le digo: “Es que no bebo alcohol, pero su comentario me tienta a probarlo, ¿puedo?”.-


EL: “Si m’hijita, pruébelo y después me dice si le gusta o no”.-


Luego de sorber un trago, mientras en mis labios dibujaba una sonrisa y en mis ojos una mirada cómplice; le digo: “Lo que me gusta, es conocer ahora su secreto”.-


EL: “¿Si, y que descubrió?”.-


YO: “Que usted, quedó prendado de la señora”.-


EL: “Cierto, pero me doy cuenta que por ese prurito tonto entre colegas, no me direccioné correctamente”.-


YO: “No desespere doctor, la noche aún no termina, talvés algún duende pícaro, lo ayude en su intento”.-


Y entre ambos cruzamos una sonrisa franca y cómplice, mientras que Laura retornaba a la mesa y ocupaba su lugar.-


La cena luego, transcurría apaciblemente, intercambiando comentarios, bromas, risas y miradas sugerentes.- En tanto Laura, no lograba relajarse adecuadamente y en un momento dado, ya a la hora de los postres, noto que vuelve a tensionarse espontáneamente; recorro la escena y el entorno con mi vista y observo que la mano derecha del Juez, se perdía debajo del mantel; asumí que el “vejete”, le había tocado a Laura las piernas por debajo de la mesa y que este era el motivo de su alarma; rapidamente desabroché la pulsera de mi sandalia izquierda con taco aguja y como pude, hasta donde me lo permitía la estrechez de mi falda, alcé la pierna y busqué con ella, el muslo del doctor; intentaba alcanzar algo mas que su muslo, pero me era dificil; no obstante, sentí en mi muslo derecho, una mano que se aferraba a él con energía por sobre la tela de mi pollera, la que por su señimiento a mi cuerpo, no autorizaba un contacto directo con la piel que protegía; entonces, calzádome antes la sandalia, me pongo de pie y le sugiero a Laura que me guie hasta el baño, lo que hace.-


Una vez allí le pregunto: “¿Querés ganar el juicio?, porque si es que sí, vas a tener que relajarte y aceptar que el doctor te meta mano, ya que está caliente con vos.- Además, ya no tenés compromisos con nadie así que aflojate y disfruta, pensando que si aceptás acostarte con el Juez, la pagas a tu marido con la misma moneda y ademas empezas a vengarte de él.- No tengas miedo, no voy a dejarte sola, yo también me prendo en la fiesta, algo tengo que ganar representándote, ¿no?”.-


Y volvimos a la mesa…, en el baño yo me había quitado la tanga que llevaba puesta e insté a Laura para que hiciera lo mismo, lo que finalmente hizo, pero no sin antes, reprocharme tal actitud e intenciones.-


Volvimos a la mesa, al sentarnos el Juez dice: “¿En que estábamos?”.-


A lo que le respondo tomando su mano: “Ay doctor, que desmemoriado es Ud., ¿se acordará mañana de esta noche?”.-


EL: “Depende de Uds. y de su condescendencia”.-


YO: “Entiendo…, yo soy condescendiente, pero tenga en cuenta que mi amiga, es una mujer sin experiencia y que talvés no entienda lo que nos sugiere.- Además, por haberle sido fiel a su marido durante 15 años, es como si fuera una vírgen a la que hay que tratar con suavidad y ternura”.-


EL: (Dirigiendo su mirada hacia Laura y su mano por debajo de la mesa hacia sus muslos -de lo que me percaté porque Laura volvió a tensionarse-) “Sra. entiendo su situación, pero créame si le digo que Ud. me gusta mucho y que me haría muy feliz, si acepta pasar esta noche conmigo”.-


Laura se sonrojó en demasía y no atinó a responderle nada, por lo que el Juez continuó:


“Las invito a las dos a terminar esta noche en mi casa, porque Ud. doctora no es mujer para despreciar tampoco”.-


Laura balbuceó… y yo imponiendo mi voz sobre sus murmullos dije:


“¿Y podrá con las dos, doctor?, mire que somos mas jóvenes y muy fogosas…”.-


EL: “Denme tiempo y no quedarán disconformes…”.-


YO: “A mi me tienta saber el porqué de su apodo…”.-


EL: “Acéptenme y sabrán el porqué…”.-


YO: (Dibujando una sonrisa complice que intenté cruzar con Laura, quien la correspondió a medias) “Lo acepto porque quiero saber…”.-


Mientras el doctor pedía y oblaba la cuenta, Laura apuró y sorbió su copa de vino casi llena, de un solo intento y demostrando un apuro, mas producto de su nerviosismo que de su intención, se puso de pie y se dirigió con rapidez hacia la puerta donde nos esperó a nosotros, visiblemente nerviosa.-


Ya en la camioneta, que yo conducía, sentados los tres como pudimos acomodarnos en el asiento delantero, nos fuimos hacia la casa del doctor…, en el trayecto, fue haciendo efecto el vino en Laura, de lo que me percaté porque ví que aceptaba y respondía efusivamente a los besos que recibía de parte del Juez; esperaba ahora que no terminara durmiéndose y me dejara a mi toda la faena de ‘convencer’ al Juez que debíamos ser nosotras las favorecidas por su veredicto.-


Una vez en la casa, en la sala de estar, comenzamos Laura y yo, a desarrollar “los argumentos” que terminaron por convencer a Su Señoría que debía dictaminar a favor nuestro.-


CAPÍTULO 4


En la casa del doctor, ya en la sala, Laura y yo quedamos deslumbradas por la suntuosidad del ambiente y por los detalles decorativos de tan buen gusto y alta calidad que la llenaban.-


Un mobiliario exquisito, una iluminación sobria pero elegante, una biblioteca que ocupaba toda una pared, repleta de libros que mostraban estar allí, para deleitar a quien recorría sus páginas asiduamente y no para completar una decoración mostrando sus lomos encuadernados a tono con el ambiente.- En todos los detalles de las porcelanas, de las luminarias, de los muebles, de las alfombras, se veía calidad, suntuosidad y buen gusto; era un ambiente apto para albergar a gente de gran cultura, urbanidad y nivel económico, con gustos y comportamientos muy definidamente urbanos.- Me sentí un poco incómoda, mas allá del deslumbramiento inicial, porque si bien yo tengo un discreto nivel cultural y un muy buen pasar económico, en general mis costumbres son bastante alejadas del lujo y de la suntuosidad que allí se respiraba, al punto que, como ya lo dije alguna vez, disfruto mas de un “chori” en un Carrito de la Costanera, que de que una cena en el restaurante de mas nota de Buenos Aires; pero allí estábamos Laura y yo, dispuestas, al menos yo, a hacer lo que fuera menester para resultar victoriosa en el Juicio que me había llevado a ese lugar.-


Su Señoría, cual buen anfitrión, sirvió tres copas de vino y propuso un brindis, por la “belleza de las damas que lo acompañaban”; Laura, mostró complacencia con una estruendosa carcajada (demostraba que la copa de vino anterior, en el restaurante, la había vencido) y se acercó para enlazar su brazo con el de Su Señoría y beber así un sorbo (mejor dicho varios sorbos) de su copa, festejando el brindis.-


Yo la alcé y apenas humedecí mis labios con el líquido; lo que hizo recordar al doctor que era abstemia y se apresuró a buscar en un refrigerador para bebidas, debajo del bar, un botella de agua mineral bien helada, que luego me ofreció y acepté complacida.-


Mientras tanto, Laura no dejaba de revolotear alrededor del Juez, tomándolo de la cintura y demostrando que las bebidas habían hecho su efecto en ella, deshinnibiéndola totalmente.-


Yo me quité la chaqueta y pasé por mi pecho, sobre mis senos, en la piel que permitía mostrar la abertura de mi camisa, la botella de agua fria y traspirada, que lo perló de gotas heladas; esta actitud excitó a mi Juez, quien sin dejar de mirarme se abrazó a la cintura de Laura y comenzó a besarle el cuello con apasionamiento; ella le dejó hacer y en un momento, como una reacción por su borrachera, se bajó la pechera del solero que lucía y ofreció sus senos a la boca del hombre, que sin titubeos se apropió de ellos con sus labios y comenzó a sorberlos; Laura en tanto seguía bailando al compás de una música que solo ella escuchaba y se enloquecía por la boca de ese hombre, lo que demostraba con gemidos cada vez mas fuertes y agudos.-


La noche se estaba tornando excesivamente caliente antes de lo esperado y la sorpresa del momento era que Laura, había abandonado su natural actitud autorepresiva, soltándose libertinamente entregada a ese hombre, que se apropiaba de ella y de su cuerpo sin preámbulos previos.-


La cosa se estaba poniendo linda, por eso fue que sin mojigatería alguna terminé de desabrochar mi camisa, la liberé del encierro de mi falda y me acerque a ellos, con la intención de recibir en mis senos, las caricias que la lengua del hombre, daban a los senos de Laura.- Y el hombre al sentir mi proximidad y percibir mis intenciones, se apropió de ellos, mordiendo alternativamente mis pezones, sorbiéndolos, recorriendo con su lengua mis senos y mis areolas, arrancando de mi, los gemidos de aceptación que le indicaban que debía continuar con su faena.-


Pero Laura, ansiosa, tomaba al Sr. Juez por su cabeza y lo obligaba a posar nuevamente su boca sobre sus senos que ya mostraban sus pezones excitados y mientras el Juez Manguera, volvía a ellos, me tomaba a mí por la cintura y me aferraba contra el costado de su cuerpo.- Así, con las dos mujeres tomadas por sendos brazos, iba con su boca, de los senos de Laura a los míos y de los míos, a los de Laura, hasta que un momento después a que yo pudiera colar una de mis piernas entre sus cuerpos y llegar con mi rodilla hasta su sexo, nos libera y excusándose, abandona el lugar para ir a su dormitorio a “ponerse mas cómodo”.-(actitud típica de la mujer que te invita a continuar la noche con un café en su casa y una vez allí, se retira para “ponerse cómoda”.- Si vuelve vestida con un conjunto de ropa interior sugerente y provocativo, toda la inversión masculina no fue en vano; si vuelve vestida con ropa de cama tipo “de entrecasa” te esta diciendo “hoy no, otro día talvés”; si vuelve vestida con ropa de calle informal (mas cómoda que la que ropa para veladas nocturnas, que antes vestía) te dice: “ni lo pienses, nunca se te dará”).- Supongo que mas o menos el mismo lenguaje simbólico, podíamos esperar del hombre.-


Y Su Señoría, volvió enfundado en un pijama de seda azul, con detalles estampados en color blanco, muy chiquititos, que cuando se acercó a nosotras para nuevamente tomarnos a ambas por las cinturas, pudimos observar que eran escenas eróticas que representaban posturas amatorias del Kamasutra.- Se percibía a través del escote de la chaqueta del pijama, que debajo solo estaba la piel desnuda y pelambrosa de su pecho y debajo del pantalón, que no había nada que contuviera o disimulara la excitación de su miembro; nos estaba diciendo: “Hoy serán mías”.-


Cuando sentí que su dedo meñique intentaba filtrarse hacia mi “canaleta”, aflojé mi pollera bajando el cierre que la ceñía a mi cintura y a mis caderas; la mano del doctor hizo el resto y mi pollera yació a mis pies, dejándome completamente desnuda, tomada por el brazo y la mano izquierda del hombre; es en ese momento que Laura, al ver mi desnudez, se suelta del brazo que la contenía a ella y alejándose uno o dos pasos, termina de quitar el vestido de su cuerpo, que tenía su parte superior arrollado a su cintura y se muestra completamente desnuda ante nosotros.-


Manguera, intenta nuevamente atraerla hacia él, pero Laura lo esquiva y continua danzando al compás de esa música que solo ella escuchaba, no dejándose alcanzar por la mano del hombre que infructuosamente intentaba volver a tomarla.-


Cansado de sus vanos intentos, “Manguera” se dedica a mí con exclusividad y continúa deleitándose y deleitándome, al jugar con su boca en mis senos, los que ya mostraban sus pezones excesivamente erectos…; Laura, como en un arranque de celos, se abraza a nosotros, buscando la boca del hombre para arrebatarla de mi cuerpo y apropiarse de ella con su propia boca.- Laura, en su excitación competía conmigo, olvidándose que éramos ambas, aliadas en esa contienda contra el macho.-


Y el macho, nos lleva como a la fuerza hacia una habitación contigüa, en la que descubríamos al entrar, que una cama de dos plazas, enorme en sus dimensiones y en su altura; que a su vez estaba coronada por un tul que hacia de techo y otros que atados a los soportes de aquél techo, al soltarlos le daban intimidad; dominaba y se imponía por sobre los demás detalles del ambiente.- Y hacia ella fuimos los tres abrazados y besándonos.-


Estábamos ahora, Laura y yo, sentadas sobre la cama, a los pies de la misma y estaba Su Señoría, acostado boca arriba con sus brazos a sus costados y sus manos entrelazadas sobre su vientre; Laura reptó sobre la cama hasta alcanzar la altura horizontal del hombre y comenzó a besarlo en su boca, en su cuello, en su pecho…; yo me alcé a la altura de su vientre, desaté con facilidad el lazo de la cinta que haciendo de cinturón ceñía el pantalón pijama a su cintura, desabroché su bragueta y estupefacta, descubrí el porqué del apodo del hombre: Su pene, medianamente excitado (supongo que por la edad de su dueño, mas que por no disfrutar del momento), se mantenía apuntando hacia sus pies y alcanzando casi a la mitad del muslo sobre el que descansaba…; si bien yo le escapo a los penes grandes, esa noche, me enamoré de ese pene que demostraba estar necesitado de caricias y consuelos, por no poder alcanzar los excitados esplendores de otrora y tomándolo con mis manos, comencé a acariciarlo primero, para luego recorrer con él en mis manos, la parte superior de mi cuerpo…, mi cuello…, mi cara…, mi boca…, la que al sentirlo aproximarse a sus labios, lo besó primero a lo largo de su tronco (que era mucho), para depositar luego un beso en su capullo… y cuando iba ya a apropiarme de él rodeándolo con mis labios, con la intención de arrancar de sus entrañas el zumo con el que pretendía alimentarme; siento que dos manos de mujer, en su apuro por arrebatarlo de las mías, se apropian de es objeto de mi deseo y veo que la boca de esa misma mujer, se ocupa de él, ocultándolo casi por completo de mi vista…-


Es Laura ahora, quien masturbando al hombre con su boca, arranca, no sin esfuerzo y sí con dedicación y tiempo, de ese pene del que yo me había enamorado, el néctar que la llena y al que luego saborea sin compartirlo conmigo…; se incorpora ahora Laura, arrodillándose sobre el vientre del hombre y conteniendo al pene con sus dos manos, lo guía hasta las puertas de su sexo, para luego comenzar a bajar su cuerpo sobre él, obligándolo a penetrarla para, al sentir dentro suyo todo lo que puede albergar en su vagina, comenzar ese vaivén sexual, que la hace delirar y enloquecer hasta alcanzar su orgasmo.- Las exclamaciones de Laura, demostrando su placer montada sobre la “manguera” de ese hombre, me conmueven tanto, que me incitan a llevar mis manos a mi sexo, para lograr la satisfacción que no podía darme ahora el pene que me habían arrebatado rato antes y Su Señoría, al ver mi actitud, acerca su mano a mi sexo y con tres de sus dedos penetrados en mi vagina, me ayuda en la búsqueda del placer que intuía que ya no podría darme, después que Laura terminara con él, extenúandolo.-


Amanecimos los tres tendidos sobre esa cama inmensa.- Su Señoría nos abrazaba a ambas, que estábamos acurrucadas a cada uno de sus costados, nos despertamos y el ama de llaves del doctor, nos acercó a la cama una bandeja muy grande, sobre la que descansaban tres tazas de un suculento café con leche acompañado por tostadas, manteca, mermelada, dulce y jugo de naranja; luego de saborearlo, nos duchamos, nos vestimos y volvimos a la sala donde ya estaba el chofer de la noche anterior esperando, que cruzó conmigo una mirada cómplice y al que en un aparte le dije: “Tenías razón, no pudo con las dos…; yo quedé afuera del juego”.-


A lo que me responde: “No va a faltarle oportunidad, pero en todo caso, si mantiene su invitación, pronto pasaré por su Estudio a “saludarla” (palabra esta última sobre la que exprofeso, recargo su dicción).-


Nos regalamos mutuamente una sonrisa cómplice y nos reunimos luego con el doctor y con Laura, quienes extrañamente se miraban como dos enamorados que estaban descubriéndose.-


CAPÍTULO 5


A un mes escaso de haber iniciado el jucio de divorcio de Laura, obtuvimos SENTENCIA.-


En base al peritaje económico solicitado por el Sr. Juez a sus Peritos Oficiales, dictaminó que debía conformarse una Sociedad de Hecho entre las partes al 50% de los Activos y de los Beneficios, cada uno; pero también, dado que seguiría siendo Don Lorenzo el “Gerente” de la Sociedad, se le asignaba un remuneración mensual, a título de estipendio por la función, pero de sus exclusivas acreencias debía aportar una Renta Mensual y Vitalicia a su ex conyugue y actual socia, sin derecho a reclamo de reintegro en el momento de liquidar los beneficios societarios.- O sea que si bien le reconocía el caracter de “socio”, por otro lado era un ex marido, empleado de su ex conyugue, pero al que obligaba a continuar con la manutención.-


Muy “sui generis” el Fallo, pero que no obstante no fue reconvenido por los Tribunales de Alzada, (cosa de la que se encargó el propio Juez de no ser contradicho, operando además para imprimirle “pronto despacho” a la Causa).- Tiempo después, me enteré que tanta rapidez en la ejecución, se debía a que Juez y Parte, habían congeniado en demasía, ya que a seis meses escasos de “quedar firme” la Sentencia (cosa que ocurrió a los cuatro meses de obtenida la Sentencia de Primera Instancia), el Dr. Manguera y Laura, contraían matrimonio.-


Por mi parte, si bien sabía que Laura mantenía una relación de cama con el Juez, porque ella me lo comentó en algún momento, nunca llegué a suponer que el “temita argumental” que habíamos iniciado aquella noche, terminaría así.-


La cosa que al enterarme, me sentí una verdadera estúpida, porque en una oportunidad en que fuí al Juzgado a interiorizarme por el estado de trámite, me dejé “avanzar” por el Dr. Manguera, aceptando en solitario, una invitación similar a aquella en la que participé con Laura; cenando con Su Señoría primero y recluyéndome con él luego, en su casa, toda una noche.-


Esa noche, las atenciones de Su Señoría, recayeron solo en mí, ya que era la única que con él compartió la velada; esa vez, olvidando mi abstinencia alcohólica, acepté de buen grado una copa de vino durante la cena y un whisky en la sala de su casa, antes de dejarme conducir al dormitorio, pues necesitaba “tomar coraje”, para “enfrentar” la contienda sexual a la que seguramente iba a exponerme, ante el poseedor de la “manguera” que la vez anterior me había obnubilado los sentidos.-


Medio borrachita como estaba esa noche, no titubeé en dirigirme yo solita al dormitorio y una vez allí, despojarme de mis vestimentas con urgencia, para ayudar luego a Su Señoría a abandonar las suyas; para obligarlo, ya desnudo, a sentarse al borde de la cama, mientras que yo me apropiaba con mis manos de su “manguera”; para arrodillarme entre sus piernas, con la intención de recorrer con esa belleza, la piel de mi cuerpo, mis senos, mi cara, mi cuello, mis labios; para depositar sobre el capullo que se mostraba excitado a pesar de sus inconvenientes seniles, un beso, que torné luego en una apropiación labial, que hicieron que el Sr. Juez se “derritiera” en una sucesión de gemidos de placer; para a poco, antes que el Sr. Juez se derramara, empujarlo obligándolo a recostarse sobre la cama arrodillándome yo sobre ella, con el cuerpo del hombre entre mis piernas, con la intención de guiarlo para que esa “manguera” que me cautivaba, invada mi cuerpo; para ayudarlo a ese fin, aunque sin dejarlo permanecer por mucho tiempo, mientras yo me hamacaba sobre él, porque no quería que el placer (mi placer) durara poco; para sentir que aunque no alcanzara la rigidez deseada, tenía la suficiente para, golpeando al fondo de mi concha, hacerme derramar en un orgasmo.-


Calmadas mis primeras “ansiedades” y cuidando que las del Juez no afloraran, me retiré de él y me extendí boca abajo sobre el lecho, recorriendo el contorno de mi espalda con mis manos hasta alcanzar “mis posaderas” y acariciándolas, tentar al hombre a poseerlas.- Cuando percibí que el hombre se tentaba y se disponía a incorporarse para venir hacia mí, tomé una almohada y la coloqué debajo de mi vientre, abrí mis piernas y expuse a su vista mi vía prohibida y cuando él estaba con su cuerpo sostenido sobre el mío, volví a apropiarme de su falo, que estaba un poco mas consistente, seguramente por la excitación que se apoderaba de su dueño, y lo guié hasta las puertas de mi ano.-


Borracha de alcohol y de deseo me entregaba, borracha de alcohol y de deseo lo obligaba a penetrarme por la cola, porque sabía que allí, podría gozarlo entero… y cuando empezó el hombre a presionar, escabullí dos dedos de sendas manos en mi ano y lo abrí lo mas que pude, aún a expensas del dolor que me causaba, para facilitarle la intromisión en mis entrañas…, lo sentí perforarme…, sentí que su capullo habia traspuesto las puertas de mi ano…, retiré mis dedos y le pedí: “dame mas…, ponelo todo”; y el hombre obediente, presionaba… y su “manguera” ganaba espacio en mí… y acabé… y al acabar, hice que mis dedos untaran con mi flujo su “manguera”, para que le fuera mas fácil seguir introduciéndose… y al rato, mientras mi estómago se revolucionaba y comenzaba con sus movimientos reflejos de expulsión, sentí esa “manguera” alcanzar el primer recodo de mi yeyuno; me dió una convulsión, mientras el vientre del hombre estaba presionando ya mis nalgas… y volví a acabar.-


Me sentí invadida, me sentí completamente llena por el hombre, por la “manguera” del hombre, y lo gocé, lo gocé tanto que me aferré a las sábanas y empujé lo mas que pude mis caderas contra su vientre… y empezó a aflorar de mi garganta, un gemido de dolor, pero también de placer… y empecé a revolver en círculos mi traste y sentí a la “manguera” del hombre, recorrer las paredes circulares de mi esfinter…, mordí la almohada, cuando empecé a sentir que el líquido preseminal me lubricaba el ano…, me dolía, pero me gustaba…, me moví con un poco mas de urgencia y sentí al hombre derramarse… y al sentir el semen cálido escurrirse en mi yeyuno, acabé como tanta fuerza, que emitiendo un grito agudo, anunciaba que había alcanzado el goce, sometida por la pija de la que un día me sentí enamorada.-


Acá llegamos al final, pero esta historia, tal como la vida; continua…-

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