El demoledor anal

FECHA: 4/30/2014

Después de haber recorrido todo ese largo camino de dudas, de avances y retrocesos, yo estaba ya allí en mi cita con aquel chico que se hacía llamar EL DEMOLEDOR ANAL. Y a pesar de mi experiencia vistiéndome y arreglándome como mujer, mi culito aún seguía inexplorado. Es decir, inexplorado por un pene de verdad, pero bien recorrido por mis dedos y por algunos juguetitos.

El día anterior tuvimos una sesión de webcam. El Demoledor me mostró toda la inmensidad que tenía entre sus piernas y yo me vestí cuidadosamente para él. Bailé seductoramente, me levanté el vestido para mostrarle mis atributos: mi trasero y mi penecito, el cual comparado con el de él, era minúsculo.

Finalmente llega él con una hora de retraso. Me llaman de la recepción del hotel para comunicarme que alguien me buscaba. Me acomodé la ropa y me senté en la posición más sexy, con las piernas cruzadas de modo que se me veía hasta el calzón. Él abre la puerta, se sienta a mi lado y me abraza por la cintura.

–Nunca pensé que eras tan bella. Eres más rica en persona que en la webcam.

–Ay, tú crees? –fue lo único que atiné a decirle, completamente ruborizada y mientras inclinaba mi rostro hacia un lado, coquetamente y dando señales muy claras de completa sumisión.

En eso experimenté una erección. Era mi primera erección ante la presencia de un hombre. Fue una experiencia deliciosa porque sentí claramente que ésa era mi respuesta sexual ante su masculinidad. Rápidamente él percibió lo que pasaba. Me dijo que había notado que yo incliné mi rostro como quien mira sus propios genitales y que se me vio bien mujercita así. Entonces me besó en la boca y me puso sobre la cama, él encima mío. Su miembro se posó sobre el mío dominándolo, sometiéndolo con su magnificiencia, con su poder absolutamente masculino en mi cosita que estaba bien paradita pero que seguía siendo pequeñísima. De su torre deliciosa salía mucho líquido y me mojaba. De la mía también salía bastante pero de la de él salía mucho más.

Yo estaba en el paraíso mientras me metía la lengua hasta la garganta y me agarraba por todas partes. No recuerdo en qué momento llegó a metérmela por detrás. Debe ser porque esa sensación de tener una cosa así, caliente y húmedamente pegajosa, tocando a mi puertita más secreta, fue tan contundente que ese instante era el único instante de todo el tiempo del universo. Y cuando avanzaba y conquistaba un centímetro más yo gritaba con una mezcla de dolor y placer. Mi entrega era tal que incluso me daba placer que me doliera. Y más rico era que yo estuviese vestida mientras él me hacía suya. Su enorme miembro se metía por el costado de mi calzón, como burlando la última valla.

Hasta que llegó el momento en que no hubo nada más por conquistar. Toda la interminable longitud de su miembro había ingresado a mi interior. Se había abierto paso con la fuerza del depredador. Era demoledor y depredador.

Entraba y salía con rapidez y luego se quedaba empujando hasta el fondo y descansaba allí unos segundos y algunas veces en ese estado yo podía sentir que su pene crecía un poquito más y exploraba una parte todavía secreta. Fue en uno de esos momentos en que yo tuve un orgasmo. Fue mi primera vez sin tocarme nada. Mis manos estaban ocupadas acariciándolo cuando eso pasó.

Eso parece que lo volvió loco y empezó a penetrarme violentamente, muy rápido y con mucha fuerza, al punto que el dolor se hizo muy fuerte.

Ya no era rico. Pero yo no tenía el valor de pedirle que se detenga, así que le dije que se moviera más aún, esperando que eso le provocara una eyaulación. Pero no, eso solo logró que me penetrara más fuerte todavía.

–¿Te duele? –Me preguntó mientras acariciaba mi penecito y al mismo tiempo me tenía ensartada con su miembro poderoso.

–Me duele, sí papi, me duele mucho, muchísimo… Pero también me gustaaaaaaaaaa!!!!!

Y allí se vino con un litro de semen sobre mis entrañas.

Entonces respiré aliviada, pues ya el dolor terminaría. Estaba muy equivocada. EL DEMOLEDOR ANAL estaba a punto de hacer honor a su nombre.

Me la metió a su gusto y antojo con toda su leche dentro de mi culito. Su miembro parecía un monumento de proporciones alucinantes y la dureza de su erección no se quedaba atrás.

… ay ya no puedo más… continúo escribiendo después ¿ya? Estoy muy excitada.

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