Yoli, su hijo y yo – Tarde de sexo

FECHA: 8/13/2013

Esto ocurrio hace un tiempo, uno de los experimentos que se me ocurrió y lo llevé a cabo.

Me podéis llamar José, un chico de 25 años, 1,85m, cuerpo medio y sin ser nada especial, de esos que te cruzas y te es indiferente. Llevaba un tiempo deseando probar el sexo con el mismo sexo, ya que me atrae; no me gustan los hombres tanto como pasar una noche con ellos a solas, ni mucho menos, pero me atraía poder tener algún contacto con ellos.

Me metí en una red social para buscar pareja. En un principio, no tuve ningún tipo de respuesta, por mucho que yo quisiera. Tras mucho insistir, encontré a una mujer que vivía cerca de mi población. No era guapa en la foto, ni tan siquiera interesante, pero, quería probar la experiencia de ligar o “flirtear” por internet. La susodicha tenía 35 años, 3 hijos y una vida un poco caótica.

Fue relativamente fácil: me hice el interesado en conocerla, respetuoso y atento escribiendo por móvil. Ella me dijo que vivía con su hijo (de mi mismo nombre) de 18 años en casa y los otros hijos con sus tíos. Le pregunté cuantos novios tuvo, o maridos: me contó que tuvo solo uno y que desde hace 2 años no había catado hombre, ya que se consideraba un adefesio. Pasé por alto esta característica, ya que me interesaba más su hijo. Después de contarle mi vida, que soy entrenador personal y masajista, le insinué para quedar por su ciudad. Ella lo acepto de buen grado y me invitó a su casa, diciendo que así nos conoceríamos. Aproveché la situación y la dije por qué no me presentaba a mi tocayo, a ambos les pareció correcto.

El día llego y cogí el tren para desplazarme hasta allí. El viaje era de 20 minutos, asique para cuando quise, estuve allí. Bajé y me encontré con Yoli: bajita, rellenita y guapita. No era fea como ella dijo, pero su cuerpo demostraba su condición de madre. Fuimos charlando a su casa, estando muy cerca. Entramos en casa y me presentó a su hijo José: bajito, espigado y con cara de niño. Me dio la mano avergonzado, se puso colorado y los tres nos sentamos a charlar, mientras Yoli nos servía cervezas y comida.

Su madre le echó la bronca por ser tan callado; él le dio a beber con ímpetu; hablamos sobre nuestras profesiones y como veíamos el futuro.  Tras tanta charla, comida y bebida, les invité a que les pudiera mostrar un poco de gimnasia. En un principio Yoli dijo que estaba cansada, pero José la invitó a cambiar y dijo lo pasaríamos genial practicando un poco de deporte en el salón. Ambos salieron vestidos para la ocasión: ella con top y pantalones apretados y él con pantalón ajustado y una camiseta sin mangas. Era brillante, madre e hijo dispuestos a hacer lo que les indicara.

Empezamos con unos estiramientos. El chaval iba muy alegre y seguía bebiendo, aunque se le notaba deportista. Se le marcaba tu polla: pequeña pero recta, acorde con su cuerpo. Yoli demostraba sus grandes pechos, aunque poca flexibilidad. Tras tomarle el pelo, les mandé hacer unas sentadillas. Ambos los hacían bastante bien: pude acercarme a ambos para poder hacer indicaciones y dar un cachete disimulado. Estaba muy caliente, tuve que poner la polla hacia arriba, ya que si no se llegarían a enterarse. La cosa iba sola, asi que les invité a practicar deporte personal. Agarres, movimientos y contacto: justo lo que buscaba. Yoli puso el grito en el cielo, pero la disuadimos con la monserga que era ideal para defenderse.

Comencé con mi tocayo. Fue muy fácil. Cayó solo cuando me aparté. Me eché encima y lo inmovilicé. Fue soberbio: mi polla contra su culito redondo. Lo estrujaba hasta que me dijo que se rendía. Después lucharon uno contra el otro. Como se le movían los pechos, mientras que ponía cara de poseída; su hijo intentaba tirarla, mas ella se le echó encima y lo ganó. Estaba en frente de ella, tenía en mente qué hacerla y conseguí: la metí por la entrepierna la mano y con el pie la desequilibré. Cayó al suelo y la pude tocar su entrepierna con ganas, pero fue breve, ya que no quería que él se enterara. Esta vez les dije que les daría un masaje. Le pedí al hijo que trajera un “body milk” para su madre.

Ella se quedó en tanga y sujetador. El hijo pasaba de aquello y se sentó en el sofá, viendo la tv. Mientras ambos fuimos a su cama. Se puso boca abajo y la pedí que se quitara el sujetador. Obedeció y comencé con el masaje. Ella hablaba de su trabajo, pero yo estaba a lo mío: sobarle con tacto, para que después pudiera bajar hacia su trasero. Lo hacía suavemente, despacio, ella se estaba durmiendo. Bajé a su culo y ella seguía adormilada. Era espectacular: redondo, suave y gordito. Sobé con esmero y dedicación, también la parte trasera de sus piernas. Después pedí que se diera la vuelta: vaciló pero accedió. Magistrales las tetas: grandes, con pezones negritos y duros, empecé a manosearlos suavemente, mientras bajaba hacia su barriga. Ella me miraba como una felina, hasta que se las chupé y comenzó a gemir. La tapé la boca, parecía una serpiente moviéndose. Aproveché para tocarle su clítoris: estaba rasurado, duro y era grande. Nada más tocarle noté lo mojada que estaba. Estuvimos unos cinco minutos, hasta que le dije que tenía que aprender a dar masajes ya que me encantaría que me hiciera ella lo mismo a mí.

Me arreglé como pude y le dije a José que viniera, ya que su madre necesitaba ayuda. Estaba borracho, asi que asintió. Entró y se tiró en la cama, se quitó la camiseta. Su madre estaba exuberante en pantaloncitos apretados y sujetador: quise dar una imagen de autoridad y apenas la miraba. La indiqué como dar el masaje en la espalda. Ella hacía con espero, él seguía dormido. Le quité el pantalón y empecé a mostrarle como dar un masaje en el trasero. Él no se giró y le dimos un masaje, cercano al ano incluido. Al no decir nada ninguno de los dos, seguimos dándole en las piernas. Lo moví boca arriba y se despertó, aunque estaba perezoso. Estaba empalmado!!! Increíblemente le había gustado. Su madre no apartaba la vista de allí, asi que le dije: como te le ha gustado al señorito no? Me permite? Cogí su polla y la metí en mi boca. Su madre no daba crédito: me miraba desorbitada, por tanto opté por besarla y que me tocara a mi la polla. Su hijo gemía como un niño y ella seguía comiéndome. Empecé a jugar con la lengua y se me corrió en mi boca tras varios espasmos. Estaba como un tren, asi que yo también me corrí en la boca de Yoli.

Ella se limpió y para mi asombro, se me tiró encima y me dijo que me mataría por haberle hecho eso a su hijo. Me puse violento y tras dos bofetadas (controladas) le até las manos en la espalda, me gritó de todo, asique tuve que amordazarla y taparle los ojos. Su hijo aún en el éxtasis, le até las manos y le vendé los ojos para que no pudiera ver. Estaba al mando, asique ahora comenzaba lo bueno: él estaba dispuesto, asique tras chuparle la polla y que se le pusiera erecta, le acerqué a mi ano, aunque no la metió. Le hice ponerse de rodillas y le metió la polla en el coño de su madre que estaba recostada al borde de la cama. Ella no rechazó y estaba dándole bien aunque de manos atadas, era incluso cómico. Mi dedo jugó con el ano del chico, hasta que lo humedecí y pensé que estaría dispuesto. Mientras agarraba al culo de Yoli me estaba follando a su hijo, que gemía como loco ahogadamente. Su ano estaba grande, con un poco de sangre, era virginal, pero decidí no correrme. En esto él se paró: se corrió de nuevo. Hice que siguiera de rodillas, mas cambié de orientación. A su madre le puse debajo, donde justamente tenía su pequeña polla. Le susurré: me pondré abajo y méame, tengo ganas y lo beberé cuando te de la señal. Su madre en el suelo, despatarrada, le comencé a chupar el clítoris.

Se corrió la muy cerda, con todos los líquidos en mi boca, asique le penetré mientras le agarraba del cuello. Le quité la mordaza, por lo que gimió en alto. ¡¡Ahora, vamos José, suavecito y despacio, no ha chorro!! La abrí la boca a Yoli y ella se medio negaba, pero le cerré la nariz, asique como estaba follando muy fuerte abría para respirar. El chorro le cayó a su mamá en la boca y cara, aunque ella quiso quitarse, tuvo que soportarlo. Me insultó asique, tuve que ponerle una mordaza y le di media vuelta. La susurré: tu hijo tiene un culito estrecho, y tú? Empezó a hacer fuerza, asique tuve que meter la polla fuerte. No pudo más, empezó a menearse como una loca y mi pene la estaba destrozando. Salía un hilillo de sangre, más ella se convulsionó hasta que cayó rendida y me corrí dentro de ella.

Me fascinó. Le solté al chaval las manos y me besó con ganas. Tenía que marcharme, pues se estaba haciendo de noche y tenía que coger el tren. Una tarde que conseguí realizar lo que quise.

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