Un bar cualquiera, el diario abierto frente a mí, parezco concentrado leyendo, pero la realidad es que toda mi atención está puesta a mis espaldas. Una pareja discute, mejor dicho ella habla enojada y vos escuchás, cabizbajo y dócil.
Se perfectamente que es tu esposa, que se llama Verónica y que vos le decís “mi amorcito”. Aunque vos a mí no me conocés, se muchas cosas de tu esposa y de tu pareja.
Algunas cosas las he escuchado de su boca, y ahora me lo confirman mis oídos, otras las he descubierto yo, y vos las ignorás por completo.
-¡pero amorcito, yo te deseo, necesito hacerte el amor!- le rogás en voz muy baja
-¡vivís pensando en eso, aflojá un poco!- responde ella
-te deseo- te dice él
-bueno, esta noche vemos- cierra la discusión ella
Se perfectamente lo que va a suceder esta noche, te va a decir que no, que quizás mañana, que después vemos, y cosas por el estilo. Una de las cosas que vos no sabés es lo que sucedió cuando ella fue al baño.
No, no la seguí, ni nada por el estilo. Me llamó por teléfono.
-hola vidita, ¿Qué hacés acá?- me preguntó llena de nervios
-pura casualidad- respondo secamente
-¡me ponés nerviosa!- agrega ella suavemente
-vos me calentás- le digo yo
Vos tosés nervioso, yo me doy vuelta y te miro. Nuestras miradas se cruzan y vos agachás la cabeza.
-perdón- me decís ignorando que hablo con tu mujer.
Yo levanto mi mano, en señal de disculpas.
-cuando te agarre, te voy a dejar sequito- me dice tu esposa por teléfono.
-veremos si te lo ganás- le digo conservando mi tono serio
-¿Qué tengo que hacerte?, ¿querés que te baile desnudita como a vos te gusta?- me pregunta
-no lo sé, después vemos- respondo y corto la comunicación.
Un par de minutos después ella pasa frente a mí, rumbo a la mesa donde vos la esperás, intenta hacerse la desentendida, pero la conozco y sé que está en llamas. Llega junto a vos.
-¿vamos?- su tono es de órden más que de pregunta
-ppero, no he terminado el café- le decís dudando
-vamos- repite ella
Obedecés y dejás el café a la mitad junto al dinero de la cuenta. Intentás darle la mano, pero ella una vez más se hace la distraída y hasta que desaparecen de mi vista no lográs tomarla de la mano.
Hasta aquí es lo que sucedió en tu presencia, ahora va lo que pasó después.
Una hora después de lo sucedido en el café suena mi teléfono. El número lo tengo registrado, por lo que se perfectamente que es ella quien llama.
-¿Quién habla?- me hago el desentendido.
-¿Cómo que quien habla?, tu gatita- me dice con voz sensual
-ufff, tengo muchas gatitas- respondo
-¿y todas te quieren comer como yo?- pregunta un tanto frustrada
-¿sos celosa entonces?, ya se quien sos, creo que te vi esta tarde con un boludo- le digo
-no seas malo, no le digas así- responde ella
-¿para que me llamaste?- pregunto con un dejo de fastidio simulado
-quiero verte- me pide
-vos querés otra cosa- contesto
-sabés que sí- afirma
-¿Qué querés?, quiero escucharlo
-tu verga- me dice en voz baja
-no te escucho, hablá más alto- le digo
-quiero tu vergaaaaa- dice un poco más alto, aunque sigue hablando a bajo volumen
-¿estás sola?- le pregunto
-no-
-¿el boludo está cerca?-
-no lo sé, estoy en el baño-
-¿siempre me vas a llamar desde el baño?- pregunto simulando enojo
-no doy más, veámonos- me ruega
-¿cuándo?-
-en un rato, le voy a decir que voy a visitar a mary- escucho su voz entusiasmada
-te espero- le digo y corto la comunicación
Rápidamente me preparo, me quedo en bolas y me cubro con una bata, me siento en mi sillón favorito, con la botella de whisky y un vaso en la mesita ratona, a un costado. Cuando llaman a la puerta una vez más sé que es ella.
Apenas abro se lanza sobre mí, desesperada busca mi boca.
-hola mi amor- me dice visiblemente contenta
-hola gatita- la saludo yo
La llevo contra una pared, allí la beso con fuerza, ella se deja atracar y gime en mis oídos.
-estoy caliente- me dice
-y muy vestida- agrego yo
Ella se desnuda mientras yo me siento en el sillón, ella viene hacia mí gateando, veo en su rostro la excitación que la posee. Llega hasta mí, abre mi bata y mi verga salta hacia adelante. Endurecida al máximo. Sin pérdida de tiempo ella comienza a chupar. Sonríe y cierra sus ojos llena de satisfacción.
-ahhh, que ganas de comerte la verga que tenía- dice
Vuelve a chupar, sus manos acarician toda la zona de mi entrepierna, pero hacen estación en mis huevos. Los besa y los chupa para luego volver a la cabeza de mi verga.
Imaginate la escena, yo sentado en el sillón tomando whisky, y tu señora chupándome la pija. Estuvimos así un buen rato, y se notaba que le gustaba por su carita de satisfacción y el empeño que ponía en mi pija, pero sobre todo cuando acabé por primera vez. Ella se preocupó por no dejar escapar nada de mi semen
-me encanta tu lechita- dijo ella
-Se buena y tomatela toda- le ordené
Su lengua recorrió repetidas veces toda la zona enlechada, recogiendo algunas gotas que habían escapado
-llevame a la cama- me rogó
La levanté en brazos y así alzada la conduje a mi habitación mientras ella me besaba el cuello.
La coloqué sobre el colchón, en cuatro patas, y comencé a besarle la espalda. Ella se arqueaba y gemía cada vez más mientras yo bajaba hasta su culo. Llegué a sus nalgas, le di suaves mordiscos y ella reía. De pronto le di un sonoro beso justo en su ano, para luego invadir con mi lengua ese hambriento agujero, después bajé hasta su raja completamente lubricada. La tendrías que haber escuchado como gemía, ¿te la imaginás?.
-cojeme- me rogó
Mi verga ya estaba dura nuevamente así que no la hice esperar, y así como estaba, en cuatro patas, la enhebré de un solo empujón. Gemía a viva voz mientras yo iba entrando lentamente pero sin pausa. Cuando sus nalgas se apretaron contra mí me quedé inmóvil un par de segundos.
-movete, por favor- me rogaba
Pero yo seguía quieto.
-¿querés pija?- le pregunté
-si, tu pija…tu pija- respondió mirándome.
Comencé a moverme rápido y profundo, imagínate como gemía, como una perra en celo. Mi verga entraba y salía a voluntad, mientras ella me imploraba que no parara.
-si, cojeme así, duro…bien duro- decía
Yo le daba pequeños golpecitos en el culo, ¿sabías que eso le encanta?, pues eso la vuelve loca. Así la tuve un buen rato, hasta que sus gemidos se salieron de control, se agarraba de la sábana mientras exclamaba.
-voy a acabar…voy a acabar- me dijo
Desplomó su rostro sobre la cama, con una mezcla de risa y llanto mientras jadeaba desesperada.
-si…si…si…siiiii- dijo mientras acababa
Pero no la dejé en paz, por el contrario. Me senté en la cama y la hice sentar arriba mío, de espaldas, para que cabalgara. Resultó que cabalgó en su orgasmo interminable. Se movía enloquecidamente mientras seguía jadeando.
-soy tuya…soy tuya…tu gatita- decía a viva voz
Yo en silencio asistía al espectáculo de su espalda contonéandose frente a mí, pero no duró mucho, pues se puso de pie y se dio vuelta. Se sentó de frente y sobre mi verga. Lo hizo de un solo impulso y se abrazó a mí mientras mi pija se clavaba en ella. Sus saltitos eran rápidos y con fuerza.
-soy tuya…soy tuya- repetía
-¿no sos casada acaso?- pregunté sabiendo que eso la vuelve loca
-si, pero soy tuya, tu gatita, tu putita- decía mientras cabalgaba.
Se deshizo en gemidos, se apretó contra mí mientras me daba su segundo orgasmo. La sostuve así, pues yo estaba al borde de mi segunda acabada también. Ella me besaba el cuello mientras yo la sostenía por su culo. Exploté en su interior. Derramando mi leche en ella.
-si dame…dame toda tu leche- me dijo
Imaginátela , pidiéndome la leche, es algo único. Acabé con todo, debo confesar que me dejó seco. Me recosté en la cama y ella lo hizo sobre mí, con mi verga aún adentro.
-me encanta como me cojés- dijo muy suavemente a mi oído
-vos la comés muy bien- le dije yo
Fue como una caricia a una mascota, ella se quedó tranquilita, encima mío y con mi verga clavada.
-me voy a dar un baño- exclamé
-¿puedo enjabonarte la espalda?- me preguntó
-está bien, te lo has ganado- agregué
Esa era la idea original, ¿pero sabés?, aún tenía hambre de verga. Como resumen te cuento que me la volvió a chupar, para luego apoyarme su culo en mi pija. Allí me decidí y la volví a penetrar, esta vez por el culo. ¡no me digas que a vos no te lo dá!. Entonces te comento que gime lastimosamente. Le amasé las tetas con fuerza y me ametralló con un nuevo orgasmo.
Luego me secó mientras yo me quedaba quieto.
-¿puedo quedarme con vos?- me preguntó
-no, el boludo te espera- respondí
-le digo cualquier cosa- me rogó
-mañana vemos, hoy no- le respondí
Y así fue que volvió a tu casa, recogida y con ganas de seguir, pero no con vos.
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