Al decirle eso, m?s fuerte llor? Miguel. Hasta que finalmente se fue calmando, poco a poco. Y comenz? a decirme la causa de su llanto. Su mujer lo quer?a dejar por otro, y a pesar de que ?l estaba al tanto de que ella le era infiel, con otros hombres. Seg?n Miguel me dijo, ?l la perdonaba. Pero sin dejar de llorar, sigui? dici?ndome lo mucho que ?l la amaba a ella, y todas esas cosas que hicieron que me condoliera del pobre. As? que con el fin de darle apoyo, no se me ocurri? otra cosa que acercarme a ?l y pasarle mi brazo por encima.
Miguel sigui? llora que llora, y yo sent?a que mi coraz?n se part?a. Como era posible que un tipo tan bueno como lo era ?l, le sucedieran esas cosas, me dec?a yo. Miguel sigui? cont?ndome con lujo de detalles todos sus sufrimientos, al tiempo que yo continuaba consol?ndolo. En cierto momento manten?a su rostro contra mi pecho, y sent?a su angustiada respiraci?n sobre mis senos. Pero no le di importancia a eso, y en lugar de detenerme y cortar por lo sano, me interes? el saber que m?s le hab?a sucedido al pobre de Miguel.
Por lo que continu? pregunt?ndole y ?l sigui? respondi?ndome entre llanto, y abrazos. Las cosas que Miguel me estaba contando en ese instante no las pod?a creer, de c?mo su mujer a la que yo no conoc?a, en ocasiones hasta hab?a llevado hasta su propia cama a sus muchos amantes. Y Miguel continu? cont?ndome como en ocasiones hasta hab?a visto como se besaban y acariciaban. Y a medida que ?l me iba contando todo eso, yo parad?jicamente me fui sintiendo sumamente excitada, nada m?s de imaginarme las escenas que ?l me describ?a tan h?bilmente.
Yo estaba tan y tan centrada en el problema o la situaci?n del pobre Miguel, que cuando al momento en que me fue explicando como uno de los amantes de su mujer, acariciaba los muslos de ella. Al sentir una de sus manos sobre mi rodilla, comenzando a recorrer mis propios muslos, quiz?s por el inter?s de enterarme de todo, en lugar de detenerlo lo dej? continuar, y cuando coment? en su relato que su mujer hab?a abierto las piernas mientras las manos de su amante le acariciaban sus muslos, yo hice lo mismo. Por lo que las h?biles manos de Miguel, continuaron acariciando mis piernas, introduci?ndolas por debajo de mi falda sin que yo hiciera nada por imped?rselo.
De momento nos quedamos viendo a los ojos, y no s? que me llev? a dejar que Miguel me besara intensamente, al punto que cuando sent? su lengua introduci?ndose dentro de mi boca, no hice nada por evitarlo, sino todo lo contrario lo comenc? a disfrutar tremendamente. Justo en el mismo instante que comenc? a sentir como sus h?biles dedos, se introduc?an por debajo de mis pantis, y en un dos por tres ya me ten?a mi cl?toris aprisionado entre sus dedos. Sin que yo hiciera nada por evitarlo.
Miguel continu? bes?ndome, y acarici?ndome por todos lados, con su otra mano solt? los botones de mi blusa, y con sus carnosos labios logr? darle alcance a mis inflamados pezones. Yo ni idea ten?a de que era lo que estaba haciendo ah?, lo que deseaba era intensamente que Miguel continuase sin detenerse. Por lo que cuando me recost? sobre el sof?, y not? que en sus manos sosten?a mis pantis, yo misma recog? mi falda, dejando todo mi co?o a su completa disposici?n.
Miguel inclin? su rostro sobre mis muslos, y al sentir su caliente aliento sobre la piel de mi vulva, separ? de inmediato m?s mis piernas. Dejado que ?l comenzara a lamer y mordisquear mi co?o y cl?toris como le vino en gana, haciendo que yo disfrutase de un placer, hasta esos momentos completamente desconocido para m?. Miguel lami?, chup?, mordisque?, toda mi vulva, tanto por fuera como por dentro, arranc?ndome profundos gritos y gemidos de placer, como nunca antes nadie me lo hab?a hecho.
Por primera vez en mi vida, un hombre me estaba haciendo todas esas cosas, ya que al tiempo que me mamaba el co?o, alguno de sus dedos acariciaban m? apretado esf?nter. Hasta que mismo momento en que yo disfrutaba de un tremendo orgasmo, sin yo poder controlarme solt? un fuerte chorro de mi vulva. Tras lo cual al verlo de pie ante m?, casi le rogu? que me penetrase. Cosa que hizo de inmediato, produci?ndome un mayor placer y satisfacci?n como nunca antes la hab?a sentido.
Miguel no dejaba de moverse sobre m?, mientras que yo como pude me termin? de quitar la blusa, y pr?cticamente me arranqu? el sost?n. Por un largo rato disfrut? de las profundas atenciones que Miguel le daba a mi acalorado co?o. Hasta que nuevamente, volv? a disfrutar de otro tremendo y largo orgasmo. Al tiempo que ?l sac? su verga de mi co?o y coloc?ndomela en la cara, yo misma sin que ni tan siquiera me presionase, me dediqu? a mam?rsela, hasta que se vino dentro de mi boca y garganta.
Jam?s en mi vida hab?a hecho algo semejante, aparte de serle infiel a mi marido, con un empleado. Locamente deseaba que Miguel me siguiera haciendo suya, sin importarme como, por lo que motivada por eso segu? mamando su mustia verga, hasta que est? nuevamente se tonific?. Miguel me tom? por los tobillos, y separando mis piernas, los levant? quedando mi culo frente a su verga. Y aunque apenas comenz? a penetrarme, sent? un profundo y raro dolor mesclado con placer, que me recorr?a toda mi columna vertebral. Yo me quede viendo como su tremendo instrumento desaparec?a enterr?ndose entre mis nalgas, al tiempo que una de sus manos las comenz? a introducir completamente dentro de mi mojado y caliente co?o.
Yo chillaba, y le ped?a que me diera m?s y m?s duro, lo que sin cansarse Miguel segu?a haciendo, claramente pod?a ver gran parte de su mano dentro de mi co?o, y como una y otra vez sent?a como su tremenda verga entraba y sal?a de mi culo. Yo qued? completamente desfallecida, disfrut? como nunca antes de un sin n?mero de orgasmos. Al separarnos, yo me qued? tirada sobre el sof?, completamente molida, pero tremendamente satisfecha como nunca antes lo hab?a estado sexualmente hablando.
Miguel no me dijo nada en lo absoluto, se arregl? dej?ndome tirada en el sof?, y se march?. Cuando comenc? a recuperar mis fuerzas, lo primero que me dije a mi misma, como era posible que yo hubiera dejado que algo as? sucediera, me sent? mal por haberle sido infiel a mi esposo, pero eso la verdad que me dur? muy poco. Como pude me levant? del sof?, termin? de quitarme la ropa, y me encamin? al ba?o para asearme.
Posteriormente me enter? que el tal Miguel, ni tan siquiera tiene novia, pero eso ya a mi no me importa. Ya que ocasionalmente lo llam? a mi oficina para reprenderlo, momento que aprovecho tambi?n para contarle a ?l, lo mal que me trata mi marido, y la manera tan abusiva que sexualmente me trata, y me obliga a que me acueste con sus amigites. Aunque tanto ?l como yo sabemos que todo lo que le digo es mentira, al parecer eso nos excita tanto a los dos que terminamos revolc?ndonos en la alfombra de mi oficina?.
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