Pas? la noche arrodillado en el piso con los codos sobre la cama de Alicia.
La observaba dormir pero yo no sent?a sue?o, creo que no necesitaba dormir, otro ?tem para agregar a la lista de cosas que ya no necesitaba hacer: trabajar, comer y ahora dormir. L?stima que la lista de cosas que ya no pod?a hacer aunque quisiese, era m?s extensa.
Una de las cosas que no pod?a hacer era besar los labios durmientes por m?s que me esforzase.
Me tuve que conformar con mirar hacia el cuadro y tratar de imitar esa sonrisa est?tica, mi sonrisa. Por suerte Alicia no observaba las expresiones que ensayaba un fantasma.
Apenas amanec?a fue despert?ndose abriendo los ojitos y se desperezaba con la carita demostrando sue?o, daban ganas de lavarle la carita con los labios y la lengua as? no necesitar?a ir hasta el lavabo.
Se sent? al borde de la cama y me salud? con beso, a mi otro yo realmente, a mi sosias de papel.
Con pasitos demostrando que a?n estaba medio dormidita se encamin? al ba?o y por supuesto la segu?, no pod?a estar lejos de mi amorcito.
Se quit? la ropa de noche dispuesta a darse una ducha mientras yo me sentaba sobre el inodoro para observarla, reflexionaba que mi hijita estaba modificando sus h?bitos: antes no se ba?aba por la ma?ana.
Cuando abri? el agua un chorro tibio cay? su cabecita despabil?ndola, me tuve que sentar sobre el borde de la ba?adera para que el vapor no interfiese mi visi?n. Ten?a mis pies adentro, en el agua, pero por suerte no me mojaba.
Se lav? r?pidamente el pelo pero mientras pasaba una esponja enjabonada por el cuerpo los movimientos parec?an ralentizarce. En ciertas ?reas de su piel parec?a detenerse y eran exactamente las zonas en que yo estaba pensando, esas zonas donde yo tambi?n ralentizaba los movimientos de mi mano mientras la ba?aba. Esas zonas donde quer?a frenar el reloj para adorarlas, para adorar a mi diosa, mi due?a y ahora due?a de un fantasma.
Estuvimos los tres en la mesa para desayunar, mi cielito y nosotros dos: ambos mir?ndola aunque el de papel no ten?a mi ventaja de estar m?s cerquita.
Sali? para la escuela y caminamos de la mano, realmente su mano apretaba carpetas contra el pecho, ya no usaba una mochila ni tampoco percib?a mi mano que le ayudaba a sostener las cosas de colegio.
Esta vez pasamos juntos por esa gran puerta, antes me quedaba del lado exterior vi?ndola entrar o salir. Esa puerta que antes se tragaba a mi angelito y deb?a esperar hasta el mediod?a para que la regurgite, pasamos por delante de un grupo de maestras que conversaban pero ninguna me impidi? el paso. Ellas ve?an normal a adulto entrando al colegio y de la mano con su hijita.
El aula era hervidero bullicioso, muchos chicos acomod?ndose en sus asientos y hablando simult?neamente. Yo cre?a que eso era un sitio pac?fico mientras recorr?a con la vista todas esas cabecitas movi?ndose fren?ticamente mientras vaciaban mochilas sobre su pupitre.
Hab?a muchas m?s nenas que varoncitos, uno de ellos ten?a la mirada perdida, embobado con los hombros de mi hija que ya estaba sentadita delante del pibe.
No pude sentarme a su lado por estar ocupado pero hab?a un asiento vac?o junto a una rubiecita, junto a una mu?equita con cabellos dorados que era tratada como apestada, nadie se quer?a sentar junto a ella.
Por suerte yo la conoc?a bien y me acomod? a su lado mir?ndole la carita, qu? rostro hermoso, no pod?a refrenar los impulsos para besarla delante de todos, tampoco pude acariciar esas robustas piernitas que asomaban desde una pollerita tableada.
Alicia escrib?a en su carpeta mientras el profesor de ingl?s se esforzaba por lograr silencio e iniciar la clase. Cuando se acall? el parloteo comenz? con las consabidas frases en su idioma mientras los alumnos se esforzaban por comprender lo que estaba diciendo.
En la primera fila se sentaba una nena con anteojos y esforzaba la vista para distinguir lo que estaba escrito en el pizarr?n.
Me dirig? al frente para observar a la chiquita de cerca, abr?a la boquita en su esfuerzo para distinguir las letras de tiza, era m?s cegata que Margarita la pobrecita. Lo de pobrecita lo agrego ya que sus facciones eran de una bobita, parec?a demostrar pocas luces la criatura.
Levantando la vista percib? que desde el asiento trasero de mi cielito le estaban pasando una hoja de papel doblada.
Me azuz? la curiosidad y?ndome a leer esa misiva mientras el pibe con cara de enamorado la soltaba. Alicia la despleg? sobre el regazo ocult?ndola de la vista del profesor que continuaba parloteando. Dec?a: "I miss you darling, I love you".
Pens? que estar?an practicando el idioma cuando mi hijita estruj? el papel dej?ndolo caer al piso.
Al rato son? el timbre del recreo y todos salieron en bandada al patio del colegio, la bobita estaba por acompa?arlos cuando el profesor con cara enojada le orden? quedarse.
Ya se pod?a disfrutar del silencio en un aula vac?a mientras la nena se aproximaba al escritorio del profesor, con las manitas fuertemente agarradas tras la espalda y cabizbaja se par? cerquita de la persona con cara yankee, el hombre llevaba el pelo casi rapado y pese a su juventud parec?a recio.
Le tom? el ment?n a la chiquita para que lo mire bien mientras ?l la amonestaba, le dec?a que su rendimiento escolar era un desastre, que no pod?a seguir as? sin reprobar el curso.
La llam? Laurita y me vinieron los recuerdos de una Laurita que hab?a conocido hace mucho pero era una beba, ser?a otra Laura la actual.
Sollozando la nena le dec?a que ella quer?a aprender pero no lograba ver bien el pizarr?n, el profesor la alz? de la cintura para sentarla sobre su escritorio. El hombre demostraba una fuerza muscular tremenda al levantar a Laurita como si fuese de papel mach?.
Mientras le aconsejaba que prestase m?s atenci?n en clases la sosten?a de las piernitas para que no se cayese del escritorio, realmente no hac?a falta sostenerla ya que estaba sentada sobre el s?lido mueble. Pero el profesor segu?a teni?ndola afirmada por las piernas y parec?a que ahora la estaba tomando m?s arriba, por los muslitos mientras sus manos ya no se ve?an tapadas por la pollerita del uniforme.
La bobita demostraba su condici?n mental abriendo la boquita mientras entornaba los p?rpados, qu? estar?a pensando la pobre, no prestaba atenci?n a las palabras del profesor que demostraba su enojo con la cara m?s colorada.
El enojo del hombre lleg? a su culminaci?n cuando tom? a la nenita y la acost? de pancita sobre sus rodillas, Sandrita lleg? a quitarse los anteojos y dejarlos sobre el escritorio para que no se le cayesen los gruesos cristales. El hombre levant? la pollerita por la parte trasera dejando a la vista su bombachita y le aplic? unos cuantos chirlos.
Cuando termin? de castigar a la peque?a tuvo que acomodar la suave tela que se hab?a enterrado en la colita, los enormes dedos mostraban su torpeza cuando demor? en la tarea de prolijar esa bombachita cubriendo la sufrida colita.
La nena ya no sollozaba y se acomodaba la pollerita para salir al recreo, el hombre la despidi? con una palmada en el trasero mientras se apretaba una molestia en el pantal?n.
La segu? hasta el patio y pude ver a las dos amiguitas sentadas en la base de m?stil de la bandera, estaban pegaditas pero me sent? al centro para poder abrazarlas a las dos.
Estaba c?modo rode?ndolas con mis brazos y sinti?ndome como si estuviese simult?neamente dentro de ellas.
Martita hablaba bajito pero pude escuchar la conversaci?n: le contaba a mi hijita que hab?a probado el experimento y hab?a funcionado a la perfecci?n. Alicia pon?a una carita de no comprender por lo que tuvo que agregar "con los dedos, tocarse all? abajo"
La sonrisa de mi cielito demostraba que ahora s? hab?a comprendido.
Ya me estaba aburriendo en el bullicioso patio, sal? a la calle para disfrutar del silencio y caminar vagando despreocupadamente.
Mientras pasaba frente a un gran edificio me pareci? ver a la madre de Marlene que entraba.
La edificaci?n ocupaba toda la cuadra y un enorme cartel informaba que se trataba del centro psiqui?trico.
La creciente curiosidad me impuls? a entrar al hospicio para dementes y nadie me impidi? el paso mientras curioseaba los largu?simos pasillos.
Los internados deambulaban por el establecimiento haciendo muecas extra?as o hablando solitos. Mientras caminaba observando el espect?culo que despertaba compasi?n sent? que me chistaban, un loquito sentado en el piso me estaba llamando con la mano.
Estaba por seguir de largo pero el hombre segu?a haciendo gestos con la mano para que me acercase, parec?a que el hombre lograba verme.
Me acerqu? entusiasmado de que podr?a hablar con un humano encarnado, un poco temiendo que se tratase de otro fantasma como yo. Una taza que sosten?a en la mano disiparon mis dudas ya que un esp?ritu no podr?a sostener objetos.
Pidi? que me siente a su lado para conversar diciendo sentirse muy solitario, nadie le prestaba atenci?n y necesitaba hablar con alguien.
Le expliqu? que yo estaba muerto, mi cuerpo estaba sepultado y andaba en forma de fantasma. No le caus? extra?eza alguna, dijo que para ?l era normal hablar con los esp?ritus y por esa raz?n lo hab?an internado en el hospicio.
Me entusiasm? con las capacidades del hombre pregunt?ndole si hab?a visto una chica en ropa oscura, que ten?a el pelo lacio y se llamaba Marlene.
Frunci? el entrecejo haciendo memoria pero no, no la hab?a visto.
Me dijo que le pregunte a una nena que aveces ven?a a visitarlo. Relat? que un d?a estaba sentado en la cama tomando su taz?n de sopa y sali? de la pared una nenita y pas? caminando con pasitos firmes.
?l la llam? y la criatura dio vuelta la cabecita extra?ada que la pudiesen ver, se trep? a la cama del enfermo mental e iniciaron una conversaci?n.
Le contaba al hombre que ya hab?a asumido su nueva condici?n, en los primeros tiempo le cost? much?simo aceptar que ella le hablaba a las personas y nadie le prestaba atenci?n, la trataban como si la criatura fuese transparente.
Su primer impulso fue hablar con la madre pero ella estaba acostada desnuda sobre una camilla met?lica solamente cubierta con una s?bana tap?ndola.
Estaba en un cuarto bien iluminado y en otra camilla yac?a una nena, al acercarse se vio a s? misma, parec?a que estaba en un sue?o observando de lejos su propio cuerpo sin ropas.
En el cuarto estaba un hombre son cara temerosa y parec?a no verla, solamente miraba el cuerpito que yac?a quieto bajo la s?bana.
El hombre la destap? y le acarici? el cabello mientras besaba la inerte boquita, deber?a ser un amigo de la familia que la apreciaba mucho pero ella no lo recordaba.
Le pasaba las manos por todo el cuerpito demostrando mucho cari?o, se notaba que amaba mucho a la nena pero no lograba ubicarlo en su memoria.
Al final dio vuelta el cuerpito y amorosamente le insert? su pitote por detr?s, ella observaba extra?ada c?mo manipulaban su cuerpo mientras una mano del hombre le tocaba el bultito y hac?a movimientos con el dedo. Se mir? la rajita pensando que all? le estar?a manoseando pero no pod?a sentir las masculinas manos.
Al final entr? otro hombre y mientras conversaban entre ellos se dio cuenta que ella estaba muerta, que lo que yac?a en la camilla solamente era su inerte cuerpo bien tapado con una s?bana.
Intent? darle un beso a su madre pero no pudo hacerlo, la mujer permanec?a quietita fingiendo estar sin vida.
Mientras estaba escuchando el relato pas? un m?dico y salud? con la mano al demente sentado en el piso que hablaba solo, como si tuviese un interlocutor.
Mientras me levantaba le dije que hab?a sido un placer conocerlo, que lo visitar?a seguido y de paso que le diga a la nena incorp?rea que me espere para hablarle.
Retorn? a la escuela de mi hija y ya estaban todos los alumnos saliendo a la calle, Alicia se despidi? de la rubiecita record?ndole que se conectase al chat apenas llegase a su casa.
Desde un grupito de muchachos, uno con cara de enamorado la llamaba pero mi hija se hac?a la sorda.
Regresamos a casa tomados de la mano, realmente fue casi tomados de las manos.
Mientras apilaba sus carpetas sobre la mesa extend? mis brazos en adem?n de abrazarla pero desist?. Me tuve que conformar con pararme tras ella mir?ndola mientras encend?a la computadora y entraba al programa de chateo.
Martita le pregunt? por su noviecito, dec?a que los dedos de ?l podr?an ser un buen reemplazo de su propia mano bajando a la entrepierna, que el muchacho demostraba deseos en ayudarla en sus tareas.
Alicia le contest? diciendo que hab?a intentado un acercamiento, el pibito dejaba caer su saliva por la boca mientras le?a una cartita bien escrita, sin errores ortogr?ficos.
Cuando se enfrentaron y antes de las primeras palabras el pibe intentaba besarla delante de todos, durante los recreos presum?a que ?l ya ten?a novia mientras se?alaba con el dedo hacia mi hijita.
Relataba que se fueron al ba?o para hablar con mayor privacidad y mientras estaba recrimin?ndole que deb?an comportarse correctamente en el colegio el pibe ya se estaba bajando los pantalones y agarr?ndose el pito.
Contaba que casi larg? una carcajada al observar la erecci?n de la min?scula carnecita, la comparaba mentalmente con otras erecciones que hab?a visto (no dijo que las hab?a sentido) y tuvo que fingir sorpresa mientras el pibe largaba un chorrito de esperma ensuci?ndole la pollerita.
Tuvo que salir a escondidas del ba?o mientras el flamante noviecito permanec?a jadeando y con los ojos cerrados.
Se escap? del colegio tap?ndose con una carpeta y apenas lleg? a casa estaba por meter su pollerita con la asquerosa mancha a la lavadora pero decidi? tirarla a la basura.
Ahora podr?a usar la hermosa pollerita tableada que se hab?a comprado...
Dijo que la escena de tirar la pollerita sucia le hac?a recordar al d?a cuando ella encontr? accidentalmente una prenda blanquita en el tacho para desperdicios. Le comentaba a Martita que la guard? en el caj?n de su mesita de noche sin lavarla.
Me qued? todo el d?a en casa, no quer?a dejar solita a mi hija. Preparamos juntos la cena y hasta nos sentamos en el sof? para mirar televisi?n.
Cuando se fue a dormir la acompa?? hasta el dormitorio decidido a que no me pasar?a otra noche arrodillado al costado de su cama, esta vez me acostar?a pegadito a su cuerpo.
Sentada al borde de la cama se sac? las chinelas y tambi?n la bombachita, me extra?? que quisiese dormir as? medio desnuda pero abri? el cajoncito de su mesa de noche y se puso una que ten?a all?.
La tela blanca no luc?a muy nueva, parec?a una bombachita vieja con esas desgarraduras arrancadas a mordiscones. A mi cielito no pareci? molestarse mientras se acostaba con una creciente sonrisa en esos labios que deseaba intensamente poder besarle.
Su manita baj? a la entrepierna y mientras se oprim?a el bultito ten?a la mirada fija en el cuadro donde una cara sonriente le devolv?a la mirada, parec?a estar enviando mensajes con los ojos quietos desde el papel.
Inici? el movimiento de mis dedos mientras ten?a una mano sobre la suya y ella pareci? comprender, tambi?n aceler? sus movimientos, yo cerraba los ojos acostado a su espalda para no verle los huesos y m?sculos mientras entraba en ella tratando de apoyarla en la colita.
(continuar?)
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