Infidelidad en la altura

FECHA: 5/08/2013

Mi nombre es Ricardo, profesional, separado, 40 años. Quiero contar lo que me pasó en   la ciudad de la Paz, Bolivia, en un viaje realizado hace tres meses.
Con el objeto de realizar trabajos de consultoría técnica en una empresa minera viajé a la ciudad de La Paz,  que es una ciudad hermosa y atrapante, a pesar de la altura.
Fui recibido en el Aeropuerto de El Alto, por personal de la empresa que muy gentilmente me trasladaron hasta un hotel muy cómodo en centro de la ciudad. Por la tarde me presenté en las oficinas de la empresa a efectos de interiorizarme de los detalles del trabajo a realizar. La persona que asignaron como enlace fue Silvia una mujer de 32 años, ingeniera, con un carácter fuerte, dominante, y de un humor malo casi en forma permanente, es decir, un carácter podrido, lo cual todo hacía suponer una estancía difícil. Al día siguiente viajaríamos a una mina distante 400 Km de la ciudad. Al terminar la jornada, me despido de Silvia invitándola a cenar, me contesta que era casada, como yo no tenía otras intenciones, le digo que también lo invitaba a su marido a cenar en el hotel en que estaba alojado, quedamos en encontrarnos a las ocho de la noche. Nos encontramos para cenar, el marido es un hombre también profesional muy culto y amable. Silvia estaba vestida en forma muy discreta, pero, a pesar de esto sus formas se insinuaban levemente dejando a la intuición sus pechos, cola y piernas. La cena transcurrió en forma agradable. Silvia se mostraba siempre con su carácter hosco, huraño y con un trato a su marido muy déspota, este por su parte, acostumbrado, soportaba resignadamente toda la situación.  Al despedirnos, noté un leve estremecimiento cuando la besé en la mejilla, pero, no le di mayor importancia debido a su personalidad muy particular, lo que llamaba mucho mi atención era su olor, que realmente atrapaba.
Al día siguiente viajamos  con normalidad, ella retornó el mismo día y yo me quedé una semana realizando mi trabajo, y olvidado de Silvia.  Al retornar a La Paz, continué trabajando  con Silvia. Al terminar el día y para no cenar solo la invito a cenar, también al marido, me contesta que no podía porque su marido estaba de viaje. Resignado a estar solo, y saliendo del edificio me encuentro con Silvia y me dice que si no tenía otros planes me invitaba a cenar a su casa,  acepté encantado.
Su casa era muy bonita y agradable. Me sorprendió porque estaba muy cambiada, vestía una pollera a media pierna sin ser ajustada dejaba ver de forma atractiva y sugerente su cola. Una camisa blanca que apenas dejaban ver el nacimiento de sus pechos que  insinuaban buenas formas, realmente estaba muy linda y atractiva. La cena transcurrió normal.  Al terminar le ayudé a llevar los platos a la cocina, en forma involuntaria nos rozamos y creí sentir un estremecimiento en Silvia. Yo había llevado una botella de champan. Le pedí que brindáramos, pero no acostumbraba a beber. Insistí y aceptó una copa. Al tomar la segunda copa la noté más cordial y desinhibida. Decidió poner música, al mirar los CDs, nos rozamos nuevamente y mi cara quedó a muy poca distancia, me sentí embriagado con su olor. Le tomé la cara con mis manos y  besé sus mejillas, luego suavemente sus labios. Me apartó en forma muy torpe diciéndome una serie de improperios. Ante esta situación reaccioné en forma instintiva y la tomé con fuerza abrazándola, puso un poco de resistencia pero luego se tranquilizó y se apoyó en mi pecho, noté que la brusquedad le gustaba. Por lo que poniendo mi mano en su nuca la empecé a besar abriendo su boca casi con torpeza, empezó a jadear con la respiración agitada.  Con fuerza pero sin violencia la di vuelta y apoyé su cola sobre mi verga que tenía una erección fenomenal. Empecé a frotar y tomé sus pechos sobre la camisa, esto la excitó tanto que lanzó un grito, diciendo, dame caricias fuertes en los pechos. Le saqué la camisa y el corpiño, dando vuelta me dijo bésame los pechos, me prendí de ellos y empecé a besarlos y chuparlos con fuerza, ella se retorcía y con un grito terminó en un orgasmo. Le saqué la falda, tocando su concha noto que su bombacha estaba completamente mojada,  la lleve hasta su dormitorio y acostándola  en su cama me tendí sobre ella refregando mi verga sobre la raja de su concha, se empezó a mover, de pronto lanzó otro grito, yo me lancé a chupar su concha que tenía un sabor muy particular, volvió a lanzar otro grito terminando sobre mi cara mojándome  completamente.
Me pidió que la dejara descansar un momento. Nos tendimos en silencio en la cama. Ella muy alterada, me dijo: Estoy sorprendida y asombrada es la primera vez que experimento todo esto, por favor dime que pasó; mira Silvia, simplemente por razones que desconozco supe encontrar tus zonas erógenas, pero, sobre todo la forma en que a vos te gusta el sexo. Te sugiero dejemos el análisis para otra oportunidad y aprovechemos para  descubrirte. Con dudas, me dijo vamos al baño, pero que no habría otra oportunidad.
Nos bañamos en silencio. Al terminar, tomé una toalla y la empecé a secar primero con suavidad, luego con brusquedad, noté que nuevamente se empezó a excitar. Besé y chupé sus pechos de todas formas, cuando empezó a jadear la lleve a la cama. Sentada en el borde, tomé sus manos y las puse sobre mi verga, quiso retirarlas, pero con torpeza le dije: mira Silvia, quiero que descubras que puedes ser la mejor de las putas, solamente déjate llevar y no te resistas, acaricia mi verga de la forma que quieras, lo fue haciendo pasándola por sus pechos, para luego realizar una mamada torpe pero espectacular. Lo extraordinario que terminó con un grito con otro orgasmo. La puse de espalda en la cama y tomando mi verga se la fregaba por toda su raja, sentía la cantidad de líquido que segregaba. A los gritos me pidió que la penetrara, cuando quise hacerlo no pude en esta posición pues estaba muy cerrada. La puse encima de mí, para que ella se introdujera mi verga. Lo fue haciendo muy despacio, pero cuando entro la cabeza, se sentó de golpe lanzando un grito de dolor, parecía que la había desvirgado. La abracé y le dije que se quedara quieta un momento, pero, empezó a moverse despacio, para luego incrementar la intensidad de la cabalgata, para terminar en un orgasmo a los gritos. En este grado de excitación, me bajé y le chupe la concha, tomando sus jugos. Seguí besando su culo, mientras ella gritaba  pidiendo que la penetrara. Metí mi verga de un golpe en su concha, moviéndome en forma intensa, cuando alcanzó otro orgasmo, levanté sus piernas las puse sobre mis hombros, y en forma suave empecé a penetrarla por el culo que estaba lubricado. Me costaba penetrar, pues la estaba desvirgando. Cuando introduje la cabeza de mi verga, se dio vuela poniéndose en cuatro me dijo, dame por  el culo con fuerza, lubricada por sus jugos fui introduciendo mi verga en ese culo delicioso, cuando metí la cabeza ella hizo fuerza hacia atrás, pegó un grito y le enterré toda mi verga. Nos quedamos quietos, mientras Silvia sollozaba, posiblemente en una mezcla de dolor y placer. Empezamos un movimiento sincronizado y rítmico, hasta que los dos terminamos en un orgasmo largo, delicioso, espectacular. Quedé tendido sobre ella en la cama. Quedamos tendidos en silencio, luego de un tiempo, me levanté y me vestí.  Al despedirnos, me dijo, – gracias, aprendí como es esto del sexo, estoy segura que las cosas con mi marido serán diferentes de aquí en más.

Ricardo

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