Alicia 25

FECHA: 5/08/2013
Alicia 25

Ya me estaba retirando del local cuando se oye la campanita que ten?an sobre la puerta, esas que suenan cuando alguien abre. Entr? una clienta, una jovencita vestida de negro y pidi? varios productos. Parece que era costurera con tantas cosas que buscaba.
No alcanc? a dar el primer paso y me tuve que detener al escuchar su voz, sonaba triste, pero no la tristeza que aveces nos agobia.
Era algo m?s intenso, le brotaba desde las profundidades del alma y parec?a contagiar su estado an?mico.

No hall? una excusa para quedarme y me puse a revolver las cajas con productos de todos colores y formas que hab?a en largas estanter?as. Martita miraba extra?ada mi inusual inter?s por cosas de costura pero se puso a atender a la cliente mientras el empleado se enfrascaba en contabilizar la caja diaria.

Me puse al costado de ella para que me llegue mejor su voz, estaba intrigado por esos sonidos melodiosos, su voz no era opaca ni mon?tona pero s? profundamente triste.
Al verme le dijo a Marta que me atienda primero que ella no tenia apuro, sus palabras no lo dec?an pero la tonalidad gritaba "me da todo lo mismo, que atiendan mi pedido ahora o nunca".

Mi intriga crec?a y me pas? al otro lado del mostrador mientras Martita le dec?a que no era un cliente, era solamente un amigo de la casa. Ahora la ten?a de frente y le pod?a ver bien la cara, una carita enmarcada por un cabello lacio bastante largo.
Me dispuse a ayudarle envolviendo las cosas que ya estaban anotadas mientras Martita sonre?a pensando que yo estaba haciendo tiempo para volver a estar a solas con ella.

La vista de ese rostro me produjo un shock, ten?a hermosas facciones pero su mirada transmit?a una profunda tristeza mezclada con paz, podr?a definirla como resignaci?n.
Sus movimientos reflejos eran pausados, como si dispusiese de todo el tiempo del universo, as? como me mir? tambi?n lentamente continu? con su pedido.

Cuando le lleg? el turno de pasar por la caja me desped? nuevamente de Martita que esperaba que la abrace o le d? un beso. Toda mi atenci?n estaba puesta en sincronizar los pasos para coincidir en la puerta con la clienta.
Esa puerta que detuve con la mano para que pueda salir con muchas bolsas y paquetes. Iba tan cargada la pobre que me ofrec? a llevarle unas bolsas y caminaba al lado de ella sin recordar que ten?a el autom?vil a unos metros de la puerta.

Conversaba lentamente, sus palabras flu?an sin dificultad pero siempre con ese tono caracter?stico. Contaba que viv?a con su madre que trabajaba haciendo costuras, no necesitaban ese dinero con urgencia pero las manten?a ocupadas. Me dijo que su nombre era Marlene.
En ese momento era un nombre m?s para memorizar pero con el tiempo se ir?a grabando a fuego en mi alma.

Llegamos a una casa antigua, sus paredes ten?an mucha historia pero estaba bien conservada, el jard?n frontal luc?a prolijamente cuidado. Estaba por despedirme pensando qu? decirle para poder volver a verla cuando pide que como ?ltimo favor le ayudase a entrar las bolsas y ponerlas sobre la mesa. Nos recibi? la madre con ojos alarmados hasta que Marlene le dijo que era un hombre de la tienda ayudando con tantos paquetes.
La se?ora inmediatamente cambi? la expresi?n ofreci?ndome una silla, si quer?a algo para tomar mientras agradec?a que hubiese ayudado a su hija con el encargo. Pregunt? si deb?a retornar pronto al trabajo y le dije yo no estaba empleado all?, que era un amigo de la familia.

La mujer me daba mucha conversaci?n pero yo quer?a hablar con la hija, conocerla un poco m?s, no s?. Era demasiado intrigante su personalidad y quer?a saber cosas de ella.
Me acerqu? a la mesa donde estaba desarmando los paquetes y poniendo las cosas en su lugar, lo hac?a callada y pausadamente, dir?a que con majestuosa parsimonia. Me dispuse a ayudarla pero sin demasiada prisa, no quer?a apurar el instante en que ya no tuviese un pretexto para estar en su casa.
La mujer comentaba orgullosamente que su hija sab?a tocar el viol?n, que hace unos a?os ya sab?a ejecutar temas complejos. Se?alaba un mueble con infinidad de discos 33rpm y otros muchos CD mientras dec?a que ten?an much?sima m?sica cl?sica. En efecto un aparato reproductor estaba largando una dulce melod?a que se integraba al ambiente, no la hab?a percibido al entrar pero all? estaba: majestuosa.

Mucho tiempo despu?s descubrir?a que era una pieza de Chopin interpretada en viol?n y llamada Tristesse. Lo descubrir?a reci?n cuando yo mismo pon?a esos discos en mi reproductor para recordar a Marlene, para revivir el d?a en que la conoc?, pero eso suceder?a mucho m?s adelante que lo que estamos relatando. Yo reci?n estaba a las puertas del infierno y no ten?a idea de lo que el destino nos ten?a preparado.

Ese dato que daba la madre sirvi? para hallar nuevos temas de conversaci?n y de apoco me fui integrando. Ya estaba avergonzado aceptando la invitaci?n para cenar pero dijo que ellas siempre estaban solas, que era una refrescante compa??a.
Acept? cuando me dejaron ir a comprar una botella de vino, traje varias ya que no ten?a idea de sus gustos. Sacaba las botellas de mi mano sonriendo, habr? pensado que era un bebedor empedernido, y yo que jam?s pasaba de una copa por comida...

Cenamos en un grato ambiente, con suave m?sica y conversaci?n variada. Le contaba que hac?a los c?lculos para desarrollos industriales y ella comentaba que hace un tiempo tambi?n viv?a su hermano en la casa, pero que tuvieron una discusi?n y se fu? para jam?s retornar.
Esa menci?n de su t?o cambi? un poco la expresi?n de Marlene, yo la observaba disimuladamente durante toda la cena mientras ella com?a en silencio.

Cuando finalizamos le ped? que me permita o?rla con su viol?n, eso anim? algo a la chica y dijo que mejor en su dormitorio as? no molestaba a su madre que prefer?a escuchar los discos a bajo volumen mientras confeccionaba.
Alargu? el brazo como esperando que me llevase de la mano, estaba mal acostumbrado con mis nenas que tironeaban para conducirme a cualquier parte. Marlene no caminaba con entusiasmo pero tampoco con pereza, todos sus modos eran una intriga que se agregaba a otra.
Cuando llegamos me hizo sentar y sac? su instrumento, un precioso viol?n que parec?a antiguo, la madera brillaba pero se le notaban los a?os.

Cuando apoy? el arco hizo llorar las cuerdas, sacaba una melod?a melanc?lica, muy bien ejecutada pero transmit?a esas sensaciones que percib? en su voz apenas conocerla.
Se ve?a concentrada como Margarita ante el piano, pero esta vez se derramaba el alma en cada nota, se pod?a sentir el sufrimiento en cada comp?s.

Entrecerraba sus p?rpados y cuando los abr?a ten?a la mirada perdida en un lejano horizonte, las pocas oportunidades que pod?a fijar mis ojos en los suyos transmit?a su profunda tristeza, no s? cu?nto dur? eso pero yo estaba petrificado en la silla con los ojos h?medos.
Me quer?a levantar del asiento pero no ten?a fuerzas en las piernas, solamente qued? mirando embobado su cara y perdi?ndome en la profunda mirada de la chica.

Se levant? agradeciendo que haya escuchado su m?sica, dec?a percibir mi emoci?n y estaba por pasarme un pa?uelo cuando refregu? mis ojos con la mano pretendiendo que ten?a una basurita en el ojo, para secarme una l?grima sin que ella lo note.
Estaba saliendo hacia la puerta de calle cuando le dije que era una magn?fica violinista, que me encantar?a o?rla alguna otra vez. Respondi? sin risitas pero con un tono m?s alegre que venga cuando quisiese, que ellas estaban solas todo el d?a en esa casa, me despidi? con un besito en la mejilla que no me anim? a devolver, mi beso se deposit? en su mano mientras doblaba una rodilla en reverencia.

Conduciendo de vuelta a casa pensaba que contarle a Alicia, mi diosa estar?a hambrienta de historias, pero decid? borrar de mi memoria las experiencias en la casa de Martita, tambi?n decid? conservar secretamente lo vivido en la casa de Marlene, todo lo que se refiriese a Marlene.
No me imaginaba que conocer?a a Beethoven ni que temblar?a oyendo a Mozart, mi vida hab?a sido superficial y reci?n buscando aventuras con las nenas cre? haber logrado llenar el vac?o que me aplastaba antes.

Apenas entr? a casa vino corriendo Alicia y me di? un beso disimulado informando que hab?a llegado la madre y estaba preparando la cena. Dijo estar preocupada por la tardanza y me arrastraba de la mano hacia la mesa para comer. Al sentarme les dije que ya hab?a cenado, que hab?a comido algo en casa de Martita y la madre me daba la lata hasta que logr? escapar.

Me fui a la cama mientras mi hijita miraba extra?ada c?mo me atrev?a saltear los inevitables arrumacos que nos hac?amos en el sill?n por la nochecita, llueve o truene.
Cerr? los ojos y no lograba dormirme, una y otra vez volv?a la imagen de esa chica en ropa negra y su viol?n llorando gotas de sangre.

A la ma?ana siguiente, mi nena miraba con ojitos preocupados y trataba de averiguar si algo malo hab?a pasado en la casa de Martita, si la madre se hab?a enojado o algo as?. La tranquilic? manifestando que no hubo ning?n problema con la se?ora, era una latosa charlatana pero nada m?s. Que me sent?a un poco mal del est?mago y ya se pasar?a.
Caminamos de la mano hacia el colegio, en silencio mientras su manita trataba de comunicarme algo, no comprend? sus mensajes.
Al ver el grupo de colegiales ya no diferenciaba a las nenas o gente especial, solamente eran personas ruidosas que destru?an el silencio que yo deseaba.

Apenas volv? a casa me puse a buscar una estaci?n de radio cl?sica en el aparato donde normalmente pasaba temas populares. A?n no sab?a que ese tipo de m?sica me acompa?ar?a el resto de mi vida.
Trabajaba lentamente, como contagiado de esa reflexiva parsimonia de Marlene, hac?a las cosas pero cada rato se me cruzaban pantallazos de su figura, de su mirada extremadamente triste.
Sobre el tablero de dibujo descansaba la bombachita que se hab?an intercambiado con mi hija.

La tom? con dos dedos y la dej? caer en el cubo de basura, como titubeando abr? el caj?n del escritorio y agregu? la que ten?a guardada all?, met? la mano en el bolsillo para agarrar la de Alicia. Me caus? dolor mientras observaba su ca?da para reunirse con las otras, esa bombachita hab?a sido un punto de amarre en mis momentos de zozobra, hasta la hab?a mordido para sentir los resabios que dejaron los juguitos de Alicia.

Pero ahora me sent?a molesto conservando esos fetiches, algo me estaba transformando desde adentro, estaba creciendo una nueva persona aunque todav?a era un bebito en formaci?n.
Segu? trabajando con una sensaci?n de alivio, me hab?a arrancado una c?scara para permitir que nazca una mariposa del feo capullo, aunque ese capullo a?n estaba muy cerrado y sucio.

No fui al colegio a buscar a mi nena, la esper? con el almuerzo listo y sentado ante la mesa. Entr? corriendo y dej? tirada su mochila en el piso para buscar mi abrazo, la tom? por los hombros y le d? un casto beso en la frente.
Los ojitos de Alicia se entrecerraban llenos de extra?eza, dijo que estuvo hablando con Martita y no existi? tal conversaci?n con su madre. Le cont? que pasaron unos hermosos momentos juntos y luego me march?, supuestamente a casa pero fue mucho mas temprano que mi retorno.

Le dije que no me sent?a muy bien y hab?a salido a caminar al parque para despejarme, me hab?a dormido en un asiento y se hizo tarde.
Ella me oprim?a el brazo mientras con carita preocupada me daba se?ales para que la abrace de una vez y le haga todas las cositas de siempre.
Mi respuesta fue que ir?a a caminar, hab?a sido bueno ayer y lo repetir?a, Alicia se qued? con los bracitos colgando inertes mientras mis pies sal?an de la casa sin besarla siquiera.

Mientras caminaba sin rumbo fijo pensaba que hab?a sido cruel con mi hijita, deber?a haberle contado de mis torturas mentales y prepararla para un posible cambio.
Sin advertirlo estaba frente a la vieja casona y ya estaba golpeando la puerta, sali? la madre y con cara preocupada pregunt? si me sent?a bien, notaba mi cara p?lida. Le coment? que estuve en el negocio de mi amiga y hab?a pasado a saludarla y agradecerle su amabilidad al invitarme a cenar.
Tomada de mi brazo casi me empuj? dentro de su casa, me hizo sentar y pidi? a Marlene que trajese un vaso de agua.

La chica gentilmente tendi? el pedido que acab? de un trago. Mi cara deber?a reflejar tristeza cuando me obsequi? con una sonrisa solidaria, no era una sonrisa completa pero su rostro transmit?a una clase de alegr?a no demostrada ayer.
La se?ora se disculp?, ten?a trabajo pendiente y la hija me condujo a su dormitorio, esta vez casi me tom? de la mano, solamente que me di? un tironcito de la camisa como se?alando el recorrido.

Me acomod? esperando que busque su instrumento pero Marlene se sent? enfrente m?o sin hablar, solamente me dirig?a esa mirada profundamente triste. Le tom? suavemente una mano y le confes? que su mirada me atrap? cuando ingresaba al local, que ya me estaba yendo pero me demor? para conocerla apenas escuchado su voz, me atra?a terriblemente esa sensaci?n de tristeza que emanaba de su persona y cuando la escuch? tocar el viol?n qued? mucho m?s impresionado a?n.

Esperaba que me dijese algo pero ella pasivamente me regalaba su mirada, un profundo lago que me invitaba a zambullirme y morir en esas aguas, pero la palabra morir a?n carec?a de significado para mi mente.
Le tom? con mayor fuerza la mano casi agarr?ndole todos los dedos mientras aguardaba alguna palabra suya, no me rechazaba el gesto cari?oso pero sus dedos tampoco parec?an transmitirme nada.

Me arrodill? sosteniendo su mano y le dije que no buscaba una mujercita al acercarme a ella, que solamente necesitaba saber m?s de su vida y de sus sentimientos y ya no pude hablarle m?s pues ella percibir?a mi voz entrecortada, solamente le bes? la mano y dej? los labios apoyados sobre su piel, una gota cay? sobre esa mano y evidentemente esta vez no ten?a una basurita en el ojo, le estaba obsequiando una l?grima de sangre que me brotaba desde el coraz?n.
Esta vez cerr? los dedos devolviendo mi caricia, se inclin? y me di? un beso en la cabeza, casi en la nuca por mi posici?n tan inclinada. Tambi?n dej? su boca all? un instante y quedamos como d?ndonos un beso detenidos en el tiempo, congelados, solamente un tenue movimiento de mis dedos apretando los suyos y devolviendo amorosamente cada presi?n.

Al levantarse para tomar su viol?n me sent? bien para poder apreciar su arte, la ve?a borrosa y tuve que fregarme ambos ojos para aclarar la vista, esta vez no trat? de disimular mis sentimientos. Nuevamente esos sonidos tristes, armoniosos y casi dulces, una tristona dulzura, no existen palabras para definir el llanto de su viol?n. Me envolv?a con esa melod?a, esta vez ella ten?a la vista fija en mis ojos y hablaba con su mirada, o tal vez cantaba o tal vez lloraba.
Cuando termin? su interpretaci?n mis piernas no estaban flojas como ayer, me levant? haciendo un adem?n para abrazarla pero qued? est?tico, con los brazos levantados, otra vez la ve?a borrosa.

Marlene apoy? el instrumento sobre una mesita y me tom? ambas manos demostrando un invitaci?n para que contin?e el movimiento iniciado, sin soltarla tom? su cara y ella puso sus manos sobre las m?as transmitiendo el calor de sus dedos, quedamos con las narices toc?ndose y buceando en nuestras miradas, le susurr? "quiero darte un beso, me permitir?as ?"
No respondi? pero sus dedos apretaron mis manos, era un permiso t?cito, o tal vez resignaci?n. Creo que ambos ten?amos la misma necesidad de sentir los labios del otro, le d? un suave beso que no escal? en intensidad pero prolongado. Tal vez entorn? los p?rpados, no sabr?a contarles porque mis ojos estaban cerrados.

Cuando nos sentamos nuevamente, a?n est?bamos tomados de las manos con la respiraci?n agitada, con nuestros corazones latiendo de prisa.
Me sequ? con el pa?uelo y not? una gotita desliz?ndose por su mejilla, ella no hab?a usado el suyo y permit?a a su ojo sangrar lentamente. Me tuve que acercar y capturar aquella l?grima con mis labios, como degustando el sabor saladito de su coraz?n.
Al sentarme nuevamente se desarm? y me abraz? ocultando el rostro en mi hombro, sollozaba muy levemente, apenas el movimiento de sus hombros denotaba que se estaba desangrando sobre m?.

La rode? con los brazos apretando con mucha ternura, deposit? la boca sobre su cabeza besando su cabello. Le ped? muy bajito que cuente algo ya que me estaba matando con su silencio.
Con voz entrecortada inici? su relato:
Cuando era m?s chica viv?a su t?o en la casa, era muy atento y le tra?a regalitos frecuentemente, la acariciaba y mimaba como si fuese su hija. Con el tiempo esas caricias fueron cambiando de sentido y las manos ya pasaban por sus partes femeninas, hasta que un d?a lleg? alcoholizado y la viol? salvajemente.

Avergonzada, no quiso contarle a la madre hasta una visita al m?dico donde qued? en evidencia su mala experiencia, le tuvieron que suturar la vagina desgarrada y termin? con una histerectom?a, era demasiado chica para esas cosas.
El t?o fue expulsado a puntapi?s y las dos mujeres se quedaron solas en la casona.
Desde ese momento se dedic? solamente a practicar con su viol?n y dej? el colegio. Ya no le importaba nada y a la madre le pareci? correcto que llevase una vida encerrada en la casa.

Cuando levant? la carita toda mojada con los ojos enrojecidos, le bes? todo el rostro enjugando cada porci?n de humedad. Pregunt?ndole si eso hab?a sucedido hace mucho contest? que ella a?n era una nena cuando le arruinaron la vida.
Qued? pensando que mi ariete estuvo a punto de despedir la ni?ez de Alicia, que si bien tuvimos muchos jueguitos nunca la desvirgu? completamente.

Ten?a su carita entre mis manos y nos besamos casi autom?ticamente, ya no fue darle un beso, esta vez me respondi?.
Nos levantamos para atender el llamado de la madre, hab?a preparado t? con masitas y nos estaba esperando. Convers?bamos animadamente de las tareas de confecci?n que estaba haciendo cuando ambos tuvimos la intenci?n de tomar la misma masita, quedamos con los dedos entrelazados y la masita sigui? en el plato.
La mam? miraba la escena sin comprender, su nena estaba de la mano con un hombre y conversando sobre costura.

Se hizo la distra?da y sigui? bebiendo su t?, cuando se levant? de la mesa nosotros segu?amos hablando sin darnos cuenta que est?bamos tomados por la mano.

Regresaba a casa planeando deshacer todas las relaciones, mis amiguitas especiales deber?an reencaminar sus vidas.
Pensaba en Mary que estaba grandecita y se podr?a arreglar perfectamente sola en la vida, Margarita ya hab?a logrado su objetivo primario, Martita era tan hermosa que conseguir?a los noviecitos que quisiese, Alicia podr?a hacerle caso a un compa?erito del colegio que le escrib?a cartitas de amor y se derret?a por ella.

Pero Alicia era mi hijita, la quer?a much?simo y hab?amos compartido casi todas nuestras vivencias, ser?a imposible separarme de ella, yo sufr?a al estar unas horas sin verla aunque aparentaba indiferencia y no la abrazaba como antes.
Era una parte de mi coraz?n pero ya no la percib?a como mi reina, era una nena a la que quer?a much?simo, eso si.

Apenas llegu? vino corriendo abraz?ndome con fuerza, la alc? dici?ndole que la quer?a much?simo, que no importaba lo que sucediese la seguir?a queriendo hasta mi muerte, sell? su boquita con un beso para reafirmar mi compromiso.
Ella percibi? que ese beso no tuvo la enloquecida pasi?n de hace unos d?as, algo serio estaba sucediendo. Nos fuimos al sill?n y t?midamente pregunt? "hay otra en tu vida ?"
Casi suelto una carcajada con la frase de mi nenita, pero qued? cavilando su ocurrencia, ten?a raz?n, hab?a otra mujer, otra relaci?n.
Realmente no era una relaci?n, solamente mi deseo por cambiar de vida y dedicarme a reencaminar la de Marlene intuyendo que no llegar?a a nada f?sico con ella, solamente lograr devolverle la sonrisa que hab?a perdido.

A Alicia solamente le dediqu? una mirada triste, una tristeza que ella ya conoc?a hace un par de d?as. Le dije que era una mujercita muy joven, una nena a?n, su vida reci?n comenzaba y yo no ten?a derecho para interferir en su normal crecimiento.
Mi nena se trep? al regazo y me abraz? muy fuerte, casi me ahorcaba con sus bracitos mientras sus hombros se empezaron a sacudir levemente. Me contagi? y tambi?n llor? con ella, al miramos nos secamos mutuamente, un poco con los dedos y un poco con los labios.
Terminamos abrazos fuertemente en un intenso beso que no quer?amos cortar, podr?a ser el ?ltimo y no quer?amos que se terminase el momento.

Luego de cenar y ya en soledad, nos acomodamos en el sill?n y le confes? que ser?a tremendamente duro vivir sin besarla, que su boca y toda su persona eran la raz?n de mi vida, que solamente me retirar?a cuando ella lo pidiese. Sin hallar las palabras exactas le estaba diciendo que busque a qui?n entregar su amor, tal vez un muchachito de su escuela.
Habl?bamos con las manos tomadas mientras nuestros ojos nuevamente se humedec?an, el beso que vino fue interminable, ya daba lo mismo si el planeta se part?a.

Al otro d?a busqu? un departamento apartado a muchos kil?metros de casa y fui llevando mis cosas de a poco, casi ni se notaban el par de maletas que transportaba cada ma?ana.
Apenas terminaba de almorzar sal?a por mi caminata que terminaba en la vieja casona, la madre ya me recib?a como a uno de la familia.
Nunca hab?a tocado a Marlene m?s all? de sus manos, su carita y los diarios besos que nos d?bamos, mientras estaba aprendiendo mucho de m?sica y ya sab?a reconocer a los compositores oyendo el primer acorde de alg?n tema.

Un d?a Alicia me pidi? el diccionario, ella quer?a responder una cartita y coment? que escribir?a evitando faltas ortogr?ficas. A la otra ma?ana retir? las ?ltimas pertenencias y dej? mi llave sobre la mesa. Mis labios aun percib?an la tibieza del ?ltimo beso depositado en la mejilla de mi hijita, ella part?a caminando solita hasta el colegio.

Durante una cena le confes? a la madre que estaba enamorado de Marlene, que hab?a modificado toda mi vida inspirado en ella. Le expliqu? que no ve?a m?s a mi mujer desde que me mud? al departamento y lo estaba arreglando para casarme con su hija.
Le ofrec? legarle todas mis inversiones, menos la casa donde viv?a Alicia con su madre. Explic? que dinero no necesitaban, hab?an heredado la casona y una cuantiosa suma depositada generando intereses.

Mientras me retiraba Marlene exhib?a una sonrisa, la primer sonrisa franca que pude ver en su rostro, tambi?n fue la primera vez que me despidi? con un beso en la boca a la vista de su madre.

A la ma?ana siguiente deseaba salir para verla, la llam? por tel?fono y atendiendo la madre dijo que ahora Marlene estaba ocupada, coment? una visita de su hermano donde hablaron mucho hasta reconciliarse. Le hab?a escrito una extensa carta a su sobrina y ella ahora estaba en su habitaci?n ley?ndola.

Me puse feliz por su familia volviendo a la normalidad y apenas almorzado sal? para la consabida caminata. Al tocar la puerta me abri? un polic?a, hab?a m?s gente y la madre estaba sentada con la cabeza gacha.
Yo imaginaba al t?o volviendo a hacer de la suyas pero me cont? entre sollozos que sonaba muy fuerte la m?sica en el dormitorio de su hija, cuando fue a pedirle que bajase el volumen y dirigiendo la mirada hacia la entornada puerta del ba?o pudo observar la ba?adera rebalsando. Se escuchaban fuerte los sones de Chopin tapando sus gritos.
Su hija ya hab?a dejado caer la cuchilla que yac?a en el fondo de la ba?adera, oculta por el agua rojiza, tambi?n oculta por su lacia cabellera que flotaba en el agua.

El sepelio fue solitario, no apareci? familiar alguno, la tenue llovizna enmarcaba el momento en que percib?a mi vida destru?da. Cuando volvimos a su casa le dije que me llevaba los CD de su habitaci?n. El viol?n ocupaba el centro de su cama, parec?a una persona acostada all?, o al menos eso sent?a al besar la madera despidi?ndome.

Apenas entr? a mi departamento puse el primer disco en el reproductor y me sent? en el piso como hipnotizado. Pasaron varios d?as en que no prob? bocado y dormitaba en el suelo para poner otro disco en los momentos de lucidez.
Uno de los temas era Tristesse y tuve que mirar nuevamente el envoltorio para memorizar el nombre, lo pas? a mp3 para mi reproductor port?til.

A la semana ya hab?a escuchado todos los discos, se cumpl?an 7 d?as y yo a?n no hab?a visitado su tumba.
Me puse delante de la computadora para eliminar todas mis cuentas de Internet y borr? el disco principal con el comando FORMAT, ya no quedaban rastros de mi vida pasada. Al menos hab?a logrado relatar 25 partes, aunque no llegaban a sumar mi edad.

Telefone? a mi hijita para informarle que part?a en un largo viaje, pidi?ndole que viniese para tomar lo que guste y el resto se lo regalase al encargado del edificio. Agregu? que la seguir?a queriendo durante toda mi vida.

Compr? el ramo de flores m?s grande que ten?an a la entrada del cementerio, amenazaba lluvia y estaba des?rtico. Deposit? la ofrenda sobre la loza que exhib?a el nombre Marlene y la fecha.
Subiendo al m?ximo el volumen del mp3 me arrodill? para besar su tumba, pude escuchar claramente el sonido de la afilada hoja cuando la dej? caer al piso, tambi?n escuch? la lluvia que iniciaba, pero me perd? los ?ltimos compases de un viol?n que se desangraba melodiosamente en los auriculares.
El cielo tambi?n lloraba y nuestras l?grimas compitieron por caer sobre la piedra, por suerte la lluvia aclaraba la tonalidad de un charco: ya no se ve?a tan rojizo.
El sonido de las gotas parec?a repetir constantemente Marlene, Marlene, Marlene.

(tal vez continuar? con la saga Marlene)

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