MI VECINA DE ENFRENTE 2

FECHA: 4/30/2014
Bueno como ya comente,en mi anterior relato me ofreci a mi vecina a arreglarle el radidor.
ya en su habitacion le comente que tenia arreglo y al inclinarse le vi los pechos y le dije que los tenia preciosos,ella me comento si me gustaban, al lo que le conteste que si ,ni corta ni perezosa se quito el pijama.
Dios que pechos las aureolas eran como galletas maria,puedo tocarlos le pregunte,si todo tuyos me contesto.
Los empeze a tocar y sus pezones empezaron a ponerse duros parecian frijones ,ni corto ni perezoso los empeza a chupar,la tendi sobre la cama le quite la parte de abajo del pijama, y le empece a comer todo su co?o ya humedo.Ya desnuda ella me dijo que me desnudara asi lo hice,ya tenia mi polla mas dura que la mojama ,ella me la cojio y me la empezo a mamar joder que mamada me daba.ya los los mas caliente que la espalda un churrero la abri bien.y se la meti asta los huevos entro que resbalaba de lo humedo que lo tenia solo metersela se corrio.
Le di dos embistes mas y la puse a 4 patas me ofrecio su culo donde le meti el dedo gordo y ella empezo a gemir,ni corto ni perezoso le puse el capullo en su culo y pregunte puedo siiiiii contesto ella.empeze poco a poco pero entro muy bien asta los huevos llego nos empezamos a mover ella me pedia que me corriera dentro y a los minutos le eche toda mi leche al sacarla ella la miro y me la termino de sacrarla toda le leche.quede exausto gracias me dijo ella si tengo otro problema con el bricolage te aviso si le dije yo pero no te cobrare nada le dije .Pues todas las semanas tengo una chapuza en su casa eso si cuando no esta su marido. ?ltimos usuarios que han pasado por aqu?:

La mejor noche de mi vida

FECHA: 4/30/2014
Venia recién saliendo de la enseñanza media, por visiones personales quería ponerme inmediatamente a trabajar, entre a una de esas compañías gigantes, donde tienen a una persona para cada cosa.
Llevaba aproximadamente un mes y ya me había percatado que eran muy pocas las personas jóvenes en esta empresa, por lo que supuse que sería muy fome en la parte social, con el timepo resulto ser todo lo contrario, mis compañeros mayores eran los reyes de los carretes y fiestas varias.
En la recepción de la empresa habían dos mujeres: Francisca, alta pelo castaño, ojos claros, bonitos pechos y unas caderas muy pronunciadas, obviamente robaba muchas miradas en la empresa, por otro lado esta Camila, un poco mas bajita menos atractiva pero de unos enormes pechos.
Ellas eran muy simpáticas conmigo, nos reíamos y conversábamos cada vez que podíamos. Un día caluroso de verano Camila me consulta si las quiero acompañar a tomarnos algo para refrescar la tarde.
Aquí nunca imagine que esa sería una de las mejores noches de mi vida.
Sin dudarlo les dije que sí, pactamos el lugar y quedamos de vernos a la salida del trabajo, por exceso de este mismo tuve que llegar más tarde al punto de encuentro.
Al entrar al pub veo parada con un jeans apretado a Francisca, la más alta de las dos chicas a la orilla de la barra coqueteando con un cajero, mi visión no tomo mucha atención de eso, sino se centro en lo redondo y formado de su cola, en el colales azul que se asomaba por el costado.
En eso Camila se percata de mi llegada y me llama gritando mi nombre, Camila no tenía mucho que envidiarle a Francisca con ese vestido blanco y el escote gigantesco que andaba trayendo, confundía mis intenciones de intentar algo con Francisca, me abrasa y me besa demasiado cariñosa yo ni tonto me aproveche para sentir esos ricos pechos rozar mi cuerpo.
Bailamos mucho rato y bebimos tanta cerveza, que nunca me percate que Franciscas no llego a nuestro lado en casi toda la noche, la razón era obvia, ella cancelo todas las cervezas en el baño con el cajero, según Camila era siempre así. Me daba un poco de celos pero que mas da estaba muy bien atendido por el escote de Camila.
Dieron las 3 de la madrugada y ya era hora de volver a casa, mañana todos debíamos trabajar, como era el único en auto me ofrecí a llevarlas a sus respetivas casas, aquí empezó mi noche soñada.
En el camino Francisca que la había visto muy poco en la noche, nos ofreció la última copa en su casa, la cual no dudamos en aceptar.
Pusimos música, mientras realizábamos el primer brindis. ¿Porque brindamos? pregunte.
Francisca directa y precisa me dice “por la mejor noche de tu vida”, me besa fuerte y calientemente, yo aun medio shock no atinaba a mucho solo dejaba que ella me besara y bailara.
Camila sonreía pícaramente y nos miraba a tan solo metros descolgando su vestido y dejando su hermosa delantera al descubierto, que hermosos pechos, eran grandes, firmes y de pequeña aureola en el pezón, a esta altura mi erección estaba muy pronunciada y mis manos tocaban sin descanso las caderas de Francisca.
Por un segundo pensé que estaba soñando en mi casa, pero la mano de Francisca en mi bulto me dijo que lo que estaba pasado era realidad, se agacho y de rodillas bajo el cierre de mi pantalón lentamente metió su mano y saco mi pene completamente erecto, lo metió en sus bellos labios rojos, aun recuerdo cada detalle, abriendo la boca y metiéndolo hasta el final, sacándolo y lamiendo el glande dejándolo lleno de saliva, mirando con esos ojos verdes llenos de inocencia, inocencia que detrás estaba llena de lujuria y desenfreno.
Yo cerraba los ojos y sentía que estaba en el cielo, que rico lo chupa esta mina decía dentro de mí.
Se alejo por un segundo y sin darme cuenta saco un condón, era de color rojo nunca en mi vida había visto uno así antes. Lo apoyo en mi glande y con sus labios lo deslizo hasta el final, mientras con sus manos se sacaba el pantalón. Se paro rápidamente y se acerco a mi oreja y me dijo con voz cómplice “te esperan en el sillón”, por un segundo había olvidado a Camila, giro mi cabeza y la veo tendida en el sillón completamente desnuda. Su abdomen no era plano 100% como el de francisca ni tampoco su vagina esta depilada completamente, pero había algo que la hacía igual de deseable que la otra.
Corrí al sillón y la bese entera, partí con su boca, pasando por su cuello, deteniéndome mucho rato en sus apetitosos pechos, sintiendo sus gemidos cada vez que mordisqueaba uno de ellos, nunca antes había probado una vagina pero puse todo mi empeño en que ella gozara mi primera experiencia, mi lengua entraba y salía, sus gemidos me guiaban el camino y su boca me decía métemelo por favor, me puse de pie abrí sus piernas y la penetre fuerte y alocadamente, después de no mucho tiempo le pedí que se subiera arriba mío, me dijo encantada. Subía y bajaba mientras sus pechos se movían con mis manos encima. Detrás de ella se veía a Francisca solo en colales riendo picaronamente pero sin acercarse siquiera a la acción.
Ya sentía que explotaba y le pido a Camila que se ponga en 4, obedientemente como toda la noche accedió, que hermosa se veía esa cola chocando con mis muslos, la abría para penetrarla y ver como entraba en su vagina. No fue mucho rato por que la poca práctica no me dejaba aguantar más, subí mi intensidad de meterlo y sus gemidos fueron mucho mas rápidos y fuerte, le digo que voy acabar y me dice “no espera, hazlo en mi boca, quiero que sea inolvidable”.
Se agacha rápidamente me saca el condón y me masturba para tomarse su lechecita como me decía mientras me masturbaba con la mano, al lado se puso Francisca y me dijo que eso debe alcanzar para las dos, sin aguantar más exploto directamente en la boca de Camila y tratando de cambiar le lleno la cara de semen a Francisca, Fue lejos la mejor noche de mi vida, nos bañamos los tres juntos y me hicieron jurar que si quería mantener los beneficios que me daba el trabajo, no debía nunca contar lo que había sucedido esa noche.

Mi gemela y yo

FECHA: 4/30/2014

Un día de Abril, recostada en mi mullido sillón jugaba con mis dedos…me acariciaba mi rostro…tocaba mis ondeados cabellos y de repente observo fijamente mi imagen en el espejo…de ahí provenían unos suaves murmullos…y alguien me mirabaera mi gemela…pregunté, de dónde vienes tú, dijo:”de tu interior, soy tu otro yo” no salía de mi asombro cuando dijo:”te has olvidado de ser una mujer plena”…plena? pregunté, “Sí yo soy la mujer que hay en ti…sexy, caliente, hambrienta…no tengo prejuicios, me encanta gozármelo todo…soy una mujer de verdad y allí en su sillón, se recostó, sentí un gemido, me miró…su lengua mojaba sus labios, sus manos recorrían su cuerpo posándose en sus tetas blancas, pezones rosados y perfectos…untando sus dedos en el almíbar, de un postre sobre la alfombra; los cubría enteros, sus pezones se erectaban…se endurecían y eran como frescas y hermosas frutillas maduras…bajaba su cabeza y jadeaba; su lengua entraba y salía…sus caderas se contorneaban y sus largas piernas bajaban del sillón…para abrirse por completo…a la vista quedaba una concha roja, húmeda y brillante…palpitaba, sus dedos avezados se instalaron en ella y como manos de un amante perfecto la tocaba…suave y lento, presionándo y rozando…su clítoris estaba duro y altanero…crecía y su color resaltaba, sus gemidos eran exquisitos, su cuerpo entero subía y bajaba, su lengua no paraba …jadeaba, el sudor se reflejaba en su piel…estaba caliente, extasiada…su cabeza hacia abajo, sus gestos de placer daban envidia, su concha chorreaba…mojada , rica, brillante y dispuesta, sus movimientos eran más fuertes, sus dedos penetraban su concha caliente cada vez más fuerte…era una puta desbocada…quería sentirlo tood…porque le gustaba…su mano tomó un falo de latex…duro y grande…lo rozó en sus tetas suaves y mojadas…su lengua lo mamaba incansable…lo llevó a su concha y lo metió duro…sus gemidos eran fantásticos, su placer me estremecía…su jadeo me producía éxtasis…seguía más y más fuerte…de pronto su cuerpo perfecto se estremeció completo, se vino en un orgasmo tremendo, su gemido fue sublime, sacó el falo de su concha, lo chupó entero, chupó cada uno de sus dedos….languida en el sillón me miró…su sonrisa era de otro mundo…guiño un ojo y se desvaneció….

Yo en mi sillón excitada y perpleja…seguía extraviada, afuera llovía y la calle estaba muy mojada…igual que yo.

Este es un aporte de inexperta, es el primer relato erótico que escribo…ojalá les guste.Nos vemos en el rincón de Fidonet.

Saludos….Penélope

Ocurrió hace dos meses

FECHA: 4/30/2014

Ocurrió hace dos meses, me llamo Javier y tengo 27 años, la verdad es que me gusta la novela erótica, así que eso también me condiciona en las decisiones que últimamente he tomado, pero os cuento lo que me ha ocurrido, debo decir que esta historia es real, de la cual no me siento especialmente orgulloso, pero quizás el modo de quedarme un poco más tranquilo sea contándola.

Ocurrió hace tres meses, cuando salí a tomar unas copas con Cristina mi vecina, ella esta casada con Carlos un buen amigo, pero él trabaja algunos fines de semana, así que decidimos ir al cine a ver una película y después a tomar algo, cenamos en su casa y allí nos tomamos casi dos botellas de vino blanco con lo que ya cogimos una puntillo y empezamos a charlar, en lugar de ir al cine decidimos bajar a un local de al lado de casa a tomar algo donde yo voy habitualmente con Carlos así que allí nos conocían a los dos, allí empezamos a hablar con Marcos que es el propietario del local, entre copa y copa nos iba invitando a chupitos, la verdad es que agarramos una trompa de cuidado, a las dos aproximadamente nos despedimos como pudimos y nos subimos para casa ella estaba realmente borracha, así que me dijo que me esperará por que tenía ganas de devolver, así que me esperé en la puerta del baño, a que ella se recuperará, la verdad es que yo estoy más acostumbrado a beber y ya me costaba hasta vocalizar como es debido, cuando Cristina salió del baño, apenas se tenía en pie, así que la acompañé hasta el sofá y le dije que se durmiera un rato que yo la avisaría, ella no dijo nada y se quedó tal y como se sentó dormida, yo puse el televisor y me dediqué a hacer zaping, cuando me di cuenta ella estaba tumbada apoyada en un brazo del sofá y enseñándome la piernas, la verdad es que no es que sea muy atractiva pero sí es resultona, no quería mirar pero “quién iba a decirme nada” así que le subí un poquito la falda, no sé qué me pasó supongo que por la bebida, así que me quedé mirando aquellas braguitas de color blanco, la llamé varias veces y vi que no respondía, estaba totalmente borracha y dormía, así que decidí acariciarle las piernas, la verdad es que me excité muchísimo, volví a probar si ella se despertaba y cuando me di cuenta de que no, empecé a acariciarle por encima de las bragas, pensé que aquello no estaba bien por lo que la cogí en brazos y la dejé en su cama, pero al comprobar que con todo aquel movimiento no despertaba, me las ingenié para dejarla con la falda totalmente subida en su cama, así que con muchísimo cuidado, bajé un poco aquellas braguitas blancas, le acaricié por los labios y le volví a subir las bragas, me fui al comedor y me masturbé, con aquellos pensamientos, antes de acabar volví a la habitación para ver cómo se encontraba y seguía durmiendo, no pude resistirlo más y le bajé por completo las bragas, estaba como enloquecido, llevaba la cremallera de los pantalones baja y a medida que introducía mi dedo en su vagina, aprovechaba para masturbarme, lo que al principio empezó con el dedo cada vez fue a más le abría los labios y observaba toda su feminidad, me sentía bien, acabé de masturbarme y me corrí en la mano, con el semen en mi mano no se me ocurrió otra cosa que pasarse lo por la boca, Cristina seguía sin inmutarse, aquella situación me excitaba cada vez más, la giré y la puse de lado y me tumbé al lado de ella, ella tenía las braquitas bajadas hasta las rodillas y yo tenía los pantalones desabrochados, me tumbé al lado de ella y le pasé todo mi pene por su coñito, sin llegar a penetración, su vagina estaba seca por lo que sólo pude introducirla la punta, apenas uno o dos centímetros, con el roce me corrí de nuevo dentro de su vagina, ella continuaba sin moverse, me fui al baño y con papel higiénico le limpié los restos de mi semen, volví a subirle la bragas y me quedé en el comedor un rato y después me fui a casa, aproximadamente eran las 3 de la noche. Allí acabó todo, al día siguiente, me pidió perdón por aquella noche que teóricamente me había hecho pasar, yo no dije nada . . . Hace unos días Carlos y Cristina vinieron a casa y me comunicaron que Cristina estaba embarazada, no creo que sea mío porque la penetración no fue total, pero creo que es una duda que siempre tendré y que no puedo sacarme de la cabeza, tampoco puedo contárselo a nadie.

Mis Secretarias Ejecutivas

FECHA: 4/30/2014
En mi oficina privada, les contaré que la vida me sonríe y soy un empresario prospero en negocios de supermercados y ferreterías a pesar de ser un joven de 20 años. Trabajaban conmigo dos empleadas de mi confianza, ellas eran cuñadas y nunca me habían defraudado. Confiaba en ellas hasta que un día me fije que Marta la de mas edad tenía 38 años trabajaba con desgano, me acerque a Laura su cuñada de 28 años preguntando que pasaba y ella me dice cosas de casados.

No logrando mayor información al día siguiente le digo a Marta que será mi compañía en la visita a mis negocios, no sorprendiéndola por que continuamente las llevaba en mis visitas de negocios, partimos con Marta durante el viaje indagué y nada, nada no hablaba de los acontecimientos.

En la tarde fuimos a almorzar y luego la lleve a descansar a un parque por unos minutos, sondee y nada nuevamente, de repente se puso a llorar…, espere y la abracé diciendo confía en mi…, cerca había un motel y ahí me dirijo entrando en su dormitorio le digo habla…, suena sus narices diciéndome “soy desgraciada mi marido me engaña y hace tres meses que no me toma en cuenta en la cama, llevo tres meses virgen”, estoy desesperada continua ya no me acuerdo como es un pene y menos que se hace con el dentro de mi vagina, un orgasmo casi lo tengo olvidado.

 La abrazo y refriego su cuerpo al mío…, déjame me dice entre abrazos y abrazos mas se moja mi entrepiernas y mis calzones están inundados…, trata de desamarrarse de mis caricias y abrazos cayendo ambos sobre la cama, en donde continuo acariciándola y en verdad al meter mi mano por sus piernas al llegar a sus bragas estas están mojadísimas…, la miro y sin pensarlo dos beses la beso y acaricio su vulva…, se revuelca y gime en la cama .., no que me entrego dice, no…, no, voy hacer tuya…, levanto sus vestidos dejando libre sus piernas y saco los húmedos calzones, no se opone, aun mas se desviste entra mostrándome su cuerpo desnudo y exasperado de semen, desea que la posea…, sácate tu ropa estemos mas cómodo me susurra en el oído, ya se que seré tuya, seré tu mujer, seré tu esclava, tu amante hembra, tu desesperada y ardiente mujer.

Desnudo ambos me acomodo entre sus piernas que ella abre al máximo para recibirme en sus entrañas suspirando y gritando como desesperada cuando mi pene ingresa abriéndole sus paredes vaginales expandiendo a estas para cobijar en su interior a mi grotesco pene y acunarlo suavemente moviendo ella sus caderas en un delicioso meneo que me desespera clavándola hasta lo mas profundo de su matriz obteniendo de ella gemidos y pequeños gritos de placer, ay…mmm… ay, oh, suave… ¡ah!

Mi pene es bañado con sus líquidos vaginales al explotar esta en unos memorables y satisfactorios orgasmos, abrazándome y enterrándome sus uñas desesperadamente en mi cuerpo ante el delirante acto.

Aprovechando que esta queda quieta gozando de las entregas de sus orgasmos, penetro  mas duramente su vagina vaciándole  ríos de semen en sus entrañas.

Esto lo que quería sentirme mujer, sentir que un macho me necesita y se menee dentro de mi, ahora soy feliz claro que gane un nuevo amo, un nuevo marido. Soy por siempre tuya, delicadamente me dice Marta eres mi macho…

Dos días después nuevamente la tengo encamada a mi lado refregándome su desnudo cuerpo contra el mío. Por supuesto fue bien recompensada con mis entregas de semen para calmarla. Así durante seis meses fue mi amante, hasta que Julia, su cuñada un día me dice… embarazaste a mi cuñada Marta, ahora dice desnudándose me toca a mi…  llevo meses deseándote y tu ni  te enteras… veo su delgado, pero bien formado cuerpo con su vello vaginal recortado y cuidado con esmero…, palpo esos senos y ella comienza a desnudarme gira hacia la puerta la cual cierra con llave y me abraza.

Nuestros cuerpos se enredaban, nuestras manos recorrían nuestros cuerpos, unos de mis dedos ingresan en esa cuidada vagina sacando inmediatamente gemidos de anhelos ardientes, entra dos dedos más y su cuerpo se estremece exaltado, entre suspiros afligidos me dice… no me hagas sufrir mas aparéame…,  acóplame  llevo casi un mes deseosa de un unión carnal y mi marido solo ocupa el sexo para procrear, sus creencias dicen que es pecado desear el cuerpo de una mujer para su antojos carnales…, imagínate como estoy… regocíjame … sedúceme, quiero ser tuya, tantos susurros fogosos en mis oídos calentaron mis deseos  pasionales y la recosté en la alfombra al lado de su escritorio de trabajo penetrándola duramente con mi miembro, sacando este  gemidos y ayes de dolor y pasión de esa ardiente hembra, ¡ah! que grueso lo tienes, ¡oh! que tremendo pene me esta dilatando mis entrañas… ¡AH!... gemía y agitaba  su cuerpo desesperada ante la entrada de ese miembro que la desgarraba en su sexo, pero que ella no deseaba que parara, estaba transportada  al goce de los placeres y apetecía mantenerse en ese estado, necesitaba a ese macho para hartarse de sus ardores febriles irresistibles  por un buen encuentro amatorio con este tan deseado semental para calmarse de sus pasiones, sin darse cuenta movía con desesperación sus caderas y succionaba ese pene tratando de atraparlo para siempre en su matriz, rápidamente llagaron sus convulsiones y espasmos que hicieron estremecerse su cuerpo en la entrega amorosa mojando con sus fluidos ese miembro que tan deliciosamente la penetraba haciéndola abrir su boca buscando bocanadas de aire ante la desesperación de una unión erótica satisfactoria como nunca su marido había logrado, se había entregado a su jefe y sabia que desde hoy en adelante sería su desesperada amante, su hembra ansiosa, su esclava y no sería la primera entrega hacia este semental y como no se cuidaba pronto sería fecundada por este. Su indolente  marido comenzaría a tener hijos fecundados con semen de este macho. Como deseaba ser apetecida con lujuria y poseída como ahora este semental la estaba disfrutando y forjándola como apasionada mujer. Era su esclava.

Sentía como su macho todavía la incrustaba una, dos , tres veces mas y de pronto este gime, suspira y la tranca poderosa por su largo y grueso pene se introduce más en sus entrañas vaciando chorros de leche caliente en las profundidades de su matriz, sacándole a ella ayes de satisfacción y pasión , nunca su marido vaciaba tanto líquido como lo hacía su ahora nuevo macho, nuevo marido anegándole su matriz, inundándole su vagina lo que la hizo explotar en un nuevo orgasmo sacando de sus labios suspiros desesperados de apasionamiento y varios ¡ah…, oh!  de esa ardiente hembra, quien enterraba sus uñas en los brazos satisfecha ahora  por su nuevo hombre. Cae su vigoroso y joven amante a su lado fatigado de esta larga disputa contra su cuerpo, ella lo acaricia en su cabeza y besa golosamente agradeciéndole el haberla saciado de su ardiente estado y lo abraza diciéndole…  desde hoy soy tuya, ocúpame cuando lo desees, soy tu mujer y tu eres mi nuevo amo y esposo. Contesto en medio de resuellos por el cansancio su soy tu nuevo esposo y tu mi mujer entonces te puedo preñar cuando guste…, si me dice, mi insensible  marido comenzaría a tener hijos, pero hijos fecundados con tu semen, soy tuya y me besaba. Llevo tres años de casada y todavía no es capaz de embarazarme, pero tú lo lograras lo sé.

Nos vestimos y ella abre las ventanas diciendo quien sería la ardiente hembra que se aparearon satisfaciéndola aquí, hay olor a sexo. Se da vuelta me abraza llenándome de beso y me dice a mis oídos nuevamente soy tuya, soy tu mujer, cuando me necesites sedúceme estaré dispuesta para ti.

A la llegada de la cuñada de los trámites del banco esta al ingresar olfatea y arruga su nariz sentía el olor de un zarandeo sexual en el aire, pero nada digo.

(Continuara)

Traviesas confesioneso o Dejame ver si te entendio

FECHA: 4/30/2014
Desde mis quince o quiz?s desde antes, por hacer una travesura de adolescente, en ocasiones, al igual que el resto de mis compa?eritas de clase, cuando nos llevaban a confesar, invent?bamos algo que a todas luces fuera un gran pecado, y quiz?s por divertirnos, tanto mis amigas como yo, al principio le dec?amos al viejo padre confesor, que ten?amos novio, y que este nos besaba, luego a medida que fuimos creciendo, tanto mis amigas como yo, le dec?amos al viejo sacerdote, cosas mucho m?s calientes, como que mi novio me hab?a agarrado los muslos. Luego continuamos inventando cosas seg?n y fuimos enter?ndonos, ya fuera por propia experiencia, o por lo que alguna de las chicas nos dec?a lo que su novio le hab?a hecho.

Pero como el viejo padre era medio sordo, y casi ciego si se le perd?an sus espejuelos, las muchas barbaridades que inventamos, nunca salieron del confesionario. Pero cuando nombraron a un cura m?s joven, es decir un padre de unos cuarenta y tantos a?os, las cosas cambiaron. Era mi ?ltimo a?o en el colegio cat?lico, cuando ya casi al final del curso nos llevaron a confesar, como de costumbre. Yo ese d?a ten?a ganas de hacer una peque?a travesura, as? que les dije a mis compa?eras, que estuvieran atentas.

Yo entr? al confesionario, y apenas respond? Sin pecado concebida. Comenc? a contarle al nuevo padre, que durante el fin de semana yo hab?a salido con mi novio, y que bueno aparte de que nos hab?amos besado, yo hab?a dejado que poco a poco mi supuesto novio, hab?a metido su mano bajo mi falda, y que hab?a comenzado a tocarme por todas partes, en especial entre mis piernas, luego le segu? diciendo que mi supuesto novio me hab?a obligado a que le besara, y mamara su miembro. No conforme con eso tambi?n le dije tambi?n que me hab?a quitado toda la ropa en la playa, y me hab?a obligado a tener sexo con ?l. Pero como si fuera poco, invent? que unos amigos de mi novio que nos acompa?aron a la playa, al vernos, me chantajearon, y que me obligaron a la fuerza a que tambi?n me acostase con varios de ellos, mientras que otros me obligaron a que mamase sus miembros. Cosa que yo hice llorando, y pidi?ndoles que no continuase abusando de m?.

Yo estaba de lo m?s inspirada cont?ndole eso al nuevo padre, cuando comenc? a sentir un raro olor, y a escuchar un sonido r?tmico que proven?a del otro lado del confesionario, y a pesar de lo tupida de la rejilla que separaba al confesor de m?, pude ver, y con mucho asombro como el padre a medida que me escuchaba, se masturbaba como loco, al otro lado del confesionario. Yo la verdad no esperaba ver algo as? jam?s, por lo que de inmediato sal? asustada del confesionario, y r?pidamente me confund? entre mis amigas, a las que les cont? lo sucedido. De hecho el padre, no sali? de inmediato, y cuando sali? del confesionario, se dirigi? r?pidamente a la sacrist?a. Bueno desde ese d?a, ni mis amigas ni yo volvimos hacer ese tipo de travesuras.?? ?????

Pas? el tiempo, fui a la universidad, me gradu?, me cas?. Pero como quien dice, me qued? el gusto de seguir haciendo ese tipo de travesuras. As? que ocasionalmente, entraba a una que otra iglesia, y le contaba al confesor, que estuviera. Alguna invenci?n m?a, bien cargada de sexo, y placer. La mayor?a de las veces, escuchaba satisfecha la temblorosa voz del padre confesor, d?ndome alguna penitencia, y dici?ndome que no pecase m?s. Pero con el tiempo, ya escuchar lo afectado que quedaba el sacerdote que fuera, por las falsas confesiones sexuales que yo le hac?a, como que no me satisfac?a. As? que un buen d?a en lugar de usar la parte lateral del confesionario, me coloqu? en la que quedaba de frente al padre, y de la misma manera que ?l me pod?a ver mi rostro, lo que realmente no me importaba mucho, yo pod?a ver sus reacciones a medida que le iba contando algo bien descabellado.

Las caras que pon?an? los distintos padres con los que me confesaba, era como para morirse de la risa. Adem?s no importaba lo que yo inventase, como todo queda cubierto bajo el secreto de confesi?n, s? que no se lo pod?an contar a m?s nadie. Y bueno, y si lo hacen, ese es problema de ellos.

Pero un d?a en que me encontraba sola en casa, ya que mi esposo y mi hijo hab?an salido de pesca, me puse a ojear algunas viejas fotos, de cuando yo era adolescente, y de momento me provoc? hacer una de esas peque?as travesuras. Por lo que de inmediato me vest? de manera algo atrevida, y sal? con la idea de pasar un buen rato, en la Iglesia, y hacer una de esas travesuras al P?rroco de mi Iglesia. Al fin y al cabo yo no iba todos los d?as.

Pero al llegar me encontr? con que los confesionarios ten?an un letrero que dec?a. Debido a que los confesionarios fueron fumigados. El d?a de hoy, las confesiones se llevaran a cabo en la Sacrist?a. Al llegar a la puerta de la Sacrist?a encontramos otro letrero que dec?a: Sacramento de confesi?n en proceso, por favor espere su turno, y no toque ni abra la puerta. Lo cierto fue que de unas diez personas que hab?amos ido a confesarnos, quedamos solo tres. Primero pas? una se?ora muy mayor, que me parece que se confiesa a diario, un se?or algo gordo, y al ?l terminar pas? yo.?? ???

No bien yo hab?a entrado, el mismo P?rroco cerr? la puerta por dentro. Dici?ndome, espero no le incomode hija, pero hay gente que no lee, y como no me agrada detener una confesi?n, para explicarle a una persona que debe esperar. As? por lo menos evito que nos interrumpan. La verdad es que lo que el Padre me dijo era bien razonable, por lo que de inmediato tom? asiento a su lado en el banco que hay en la Sacrist?a. Yo al principio, como que me hab?a arrepentido de hacer una de mis travesuras, pero la manera en que el Padre se me qued? viendo los senos, de inmediato me hizo cambiar de idea. No es que yo anduviera con las tetas por fuera, es verdad que poco faltaba para que se me salieran los pezones, y que la falda que estaba usando me quedaba un poquito corta. Pero por lo dem?s, andaba bien vestida.??

Despu?s de que el Padre dijo, Ave Mar?a Pur?sima, y yo le respond?, sin pecado concebida, me pregunt? desde cuando no me confesaba, yo le respond? que hac?a m?s de un a?o, lo que era cierto. Y de inmediato comenc? a confesarle mis supuestos pecados. Comenc? dici?ndole que todo era culpa de mi esposo por no ponerme atenci?n, y que cuando ten?a alg?n contacto intimo conmigo, era de manera tan r?pida que yo me quedaba viendo el techo, bien molesta por lo desconsiderado que era conmigo.

Me di cuenta de que el rostro del Padre de inmediato se puso rojo como un tomate, lo que me indic? que pod?a seguir divirti?ndome a costillas de ?l. Por lo que continu? dici?ndole, que debido a eso, recientemente, despu?s de que ?l se satisfizo, se visti? y se march? para su trabajo, mientras que yo despu?s de darme una fr?a ducha y de asearme ?ntimamente, me sent?a sumamente molesta con ?l, por no atender ni comprender mis necesidades, pero que esa ma?ana pas? el plomero a reparar el lavaplatos, y yo ?nicamente cargaba puesta una corta bata casera, sin m?s nada abajo.

Bien mientras el plomero se dedic? a trastear con el lavado, yo estuve a su lado en la cocina, ayud?ndole a pasar una que otra llave, sin darme cuenta que desde donde ?l se encontraba tirado en el piso, pod?a ver claramente que yo no estaba usando ropa intima alguna. Pero que en cierto momento ese hombre comenz? hacerme ciertos comentarios, sobre m? persona que lejos de molestarme, hizo que me sintiera sumamente halagada.

Luego se comenz? a incorporar del piso, y como yo me encontraba tan cerca de ?l, accidentalmente pienso yo, su cabeza se meti? justo bajo mi bata. Yo me qued? paralizada, pero de momento sent? que su lengua la pas? sobre mi vulva, al mismo tiempo que sus manos h?bilmente acariciaban todo mi cuerpo, y no s? que me pas?, que termin? tirada en el piso manteniendo sexo salvaje con ese hombre. De lo cual Padre, en ocasione me arrepiento, pero en otras ocasiones deseo que vuelva suceder.

El Padre se me qued? viendo, con su colorado rostro, y de momento me dijo. A ver si entend? hija. Y tas decir eso se tir? al piso, quedando boca arriba, y pidiendo que me pusiera de pie a su lado. Yo la verdad no esperaba que el Padre me dijera algo as?, por lo que algo confundida le obedec?, poni?ndome de pie a su lado. ?l hizo la gesti?n de incorporarse en dos o tres ocasiones. Hasta que tir?ndose nuevamente sobre el piso de la Sacrist?a me dijo, Hija la ?nica manera de que algo as? pudiera suceder es que usted se encontrase de pie pr?cticamente sobre ?l, y tomando uno de mis tobillos lo coloc? al otro lado de su cuerpo, por lo que yo qued? con mis piernas ligeramente abiertas, a la altura de su cintura.

De nuevo hizo la gesti?n de incorporarse, y su rostro pr?cticamente qued? bajo mi corta falda. Yo estaba que me mor?a de la verg?enza, cuando de momento sent? que pr?cticamente al tiempo que una de sus manos me baj? las pantis, su lengua se dedic? sabrosamente a lamer mi co?o. Yo me qued? como paralizada, al tiempo que su rostro se hund?a sabrosamente sobre mi co?o, y sus manos acariciaban el resto de mi cuerpo. En cosa de segundos, yo? me encontraba tirada en piso de la sacrist?a siendo penetrada divinamente por el Padre Pedro.

A medida que sent?a su poderosa verga penetrando mi caliente co?o, el Padre me preguntaba si as? era como el plomero me hab?a tratado, a lo que yo casi vuelta loca del placer que me estaba haciendo sentir, le respond?a que s?, pero no tan bien, como ?l me estaba haciendo sentir en esos momentos. Por un buen rato la verga del Padre Pedro estaba y sal?a una y otra vez de mi h?medo, caliente, y bien lubricado co?o, arranc?ndome fuertes gemidos de placer, rog?ndole que continuase. Ni idea tengo del tiempo que permanecimos tirados en el piso de la Sacrist?a manteniendo sexo, de manera salvaje. Lo que si se es que disfrut? de un sin n?mero de orgasmos como nunca antes los hab?a disfrutado. Ya que a medida que ?l continuaba enterr?ndome toda su sabrosa verga, con una mano acariciaba y apretaba mis tetas, mientras que con la otra se las arreglaba para agarrar mi co?o sabrosamente, y su boca mordisqueaba mi nuca y orejas. ????????

Yo a pesar de que qued? exhausta, tirada sobre el piso de la Sacrist?a, cuando el Padre separ?ndose de m?, me dej? tirada en el piso, con mis piernas bien abiertas, ?l tom? asiento en el banco en el que ambos hab?amos estado sentados, y agarrando su verga con una de sus manos, se qued? viendo mi boca, yo de inmediato capt? cual era su deseo, por lo que como pude me medio incorpor?, y sin demora alguna, comenc? a chupar la ya mustia verga del Padre.

En cosa de segundos, y como por arte de magia, por no decir que milagrosamente, sent? como se volvi? a poner dura dentro de mi boca. Yo segu? mama que mama, hasta que despu?s de un buen rato, al tiempo que yo no dejaba de toquetear todo mi co?o en especial mi cl?toris. Sent? que el Padre Pedro, acab? dentro de mi boca, y en cierta forma o manera, me oblig? a que me tragase todo su semen. El que yo chup?, y chup? hasta ya no dejar ni una sola gota.

No es que yo me haya vuelto una fan?tica religiosa, pero desde ese d?a asisto a misa por lo menos una o dos veces en semana, momento que aprovecho, para volverme a confesar intensamente con el Padre. ????

Orgia con Isabel: cuatro x cuatro

FECHA: 4/30/2014

Después del encuentro en el gimnasio con Isabel, mi primo Javi y yo continuamos viéndonos con ella. La muy puta es una viciosa. Disfruta muchísimo con la doble penetración. Su marido viaja mucho por negocios. Durante sus ausencias comenzamos a frecuentar la casa de Isabel. Ella tiene una chica sudamericana que se encarga de la casa. Camila es una chica de 22 años, delgada, de estatura baja, de tez morena y cabello oscuro. A pesar de su delgadez tiene unas tetas de buen tamaño. Con Javi le contamos a Isabel que Camila nos calentaba. Al principio no le agradó mucho la idea de que nos la follaramos. Pero insistiéndole conseguimos que acepte incluirla en nuestras orgias a cambio de incluir a dos amigos nuestros, Héctor y un chico marroquí que tiene una polla descomunal, lo que le dio mucho morbo a Isabel. Quedamos en ir a su casa un mañana en la que Camila estuviera allí aprovechando un viaje del marido de Isabel. Al llegar a casa de ella nos llevamos la sorpresa de que inesperadamente estaba de visita una vecina suya. Bea, una mujer de unos 55 años, bajita, con tetas grandes y que vestía ropas ajustadas y mostraba sus tetas a lo putón verbenero. Isabel, nos dijo que la visita de Bea la había sorprendido a ella también. Nos sugirió quedar para otro día, a lo cual respondimos que mejor era hacerlo incluyendo a Bea.


Entonces Isabel llamó a Camila y le pidió que preparase unos mojitos. Cuando los trajo le dijo que se quedase y tomase uno. Al rato ya se había generado ambiente. Isabel se había sentado entre Héctor y el moro, les había abierto los pantalones y les meneaba las pollas. Bea, sentada en un sillón mamaba la polla de Javi. Y yo estaba con Camila. Comencé a desnudarla y a besarla por todo el cuerpo, el cuello, los hombros, los brazos, las tetas y bajé por su vientre hasta llegar a su chocho. Mientras tanto, Isabel ya estaba completamente desnuda. Ella estaba mamando la pollo del moro, que no le cabía en la boca. Mientras tanto Héctor le clavo la polla de un sopetón en su chocho. Isabel, gritó, pero sintió mucho placer, pues estaba muy excitada y sumamente mojada; por lo que pronto comenzó a moverse con el mismo ritmo que Héctor. Bea por su parte había sacado las tetas de su sostén y le hacía una cubana a mi primo Javi.  Yo  había recostado a Camila sobre una mesa y comencé a bombear dentro y fuera de la chica. Después de un buen rato, me vacié en una descarga fenomenal dentro de ella. Unos segundos después, Héctor e Isabel tenían un orgasmo simultáneo y el moro retiro su polla de la boca de Isabel vaciándose en su cara. Esta se relamió la cara para comerse parte del semen. Javi, ni lerdo ni perezoso se corrió entre las tetas de Bea.


Un poco después de esto ya estábamos todos desnudos. Isabel volvía a mamar la polla del moro y Bea hacia lo mismo con Héctor. Con Javi nos dedicábamos a Camila. Ella estaba acostada boca arriba, mientras Javi la penetraba, ella me masturbaba con sus manos. Entonces, Héctor y el moro pusieron en cuatro patas a Bea e Isabel y sin demora les clavaron sus vergas en el culo. Bea se tragó con facilidad la polla de Héctor, su culo parecía muy flexible y acostumbrado a que lo penetrasen. Su cara demostraba el placer que sentía y ella pedía que se la metan más. Así siguieron hasta que Héctor se vació en su culo y ella llegó al orgasmo frotándose el clítoris. Isabel por su parte tenía la cara cubierta de lágrimas y se mordía los labios. El moro, que la penetró bruscamente sin previa dilatación, solamente la había ensartado hasta la mitad de su polla. Claramente le hacía daño. Sin embargo, ella lo empujaba con una mano hacia ella tratando que la empalase aún más. Vista la dificultad, el moro retiró su polla en un movimiento brusco haciendo que Isabel gritase. Inmediatamente la penetró por el chocho. Lo hizo bruscamente y en dos movimientos la polla había llenado completamente a Isabel, corriéndose el moro dentro de ella. Camila continúo satisfaciéndonos a Javi y a mí quienes por turnos la follamos.


Mientras tomábamos otros mojitos comenzamos a chatear sobre quien de las tres sería de comerse la polla del moro entera por el culo. Isabel dijo que ella repetiría, aunque critico que el moro se corriera tan rápido, no dándole tiempo a disfrutar más de su polla. Bea también se apuntó, pero Camila permaneció en silencio. Héctor entonces se abalanzo sobre Camila y comenzó a manosearle las tetas. Su miembro esta nuevamente enhiesto. Bea, meneaba la polla del moro. Al mismo tiempo mojaba sus dedos en saliva y le mostraba a este como se los metía en el culo dilatándose. Javi y yo estábamos con nuestra amiga Isabel. Al rato Héctor y Camila hacían un 69. Ella chupaba la polla de él y él le chupaba el ano y se lo dilataba con la mano. Camila hacía gestos de dolor pero no se quejaba. El moro había puesto a Bea en cuatro en un sillón y comenzaba a penetrarla analmente. Isabel estaba recostada y Javi y yo chupábamos uno su seno derecho y el otro el izquierdo. Entonces, ella acostó a Javi boca arriba y le comenzó a chupar la polla. Yo empecé a penetrara de perrito por la vagina. Después de un rato Isabel se salió de mi polla y se sentó sobre la de Javi. Como estaba acostado, él le chupaba las tetas. Entonces, yo le metí un dedo por el ano. Ella a pesar de tenerlo dilatado y escocido por el pollón del moro se  estremeció de placer, y se puso en posición para que yo pudiera penetrarla. Rápidamente ella estaba penetrada por los dos lados. Así, después de unos minutos ella llego mágicamente al orgasmo. Se apartó de ambos, y como nosotros no nos habíamos vaciado aun ella nos chupo alternativamente a ambos  hasta que nos vaciamos en su boca y en sus tetas. Cuando terminamos vimos que Héctor penetraba a Camila analmente. Ambos se movias a buen ritmo. La Latinoamérica gritaba, – papito dame más, rómpeme el culo. Unos segundos después Héctor le inundó el culo con su leche. Al retirar su polla se veía el culito de Camila abierto en flor. Mientras tanto, el moro ya había acabado con Bea. Tampoco había conseguido penetrarla del todo, aunque el culo de Bea se veía bastante abierto. Al final, el moro se había vaciado cuando Bea le hizo una cubana, así que sus tetas estaban llenas de semen. Aprovechando la oportunidad, Isabel llevó consigo a Camila y entre las dos chuparon el semen de las tetas de Bea. Mientras tanto, la guarra de Bea llego al orgasmo frotándose el clítoris.


Ya iban casi dos horas desde que habíamos llegado a la casa. Así que Isabel le ordenó a Camila que preparase un tentempié. Mientras lo saboreábamos todos nos relajamos. Camila contó que era la primera vez que le hacían el culo, que le había gustado. Cuando estábamos hablando se escuchó la llegada de un scooter. Llamaron al timbre y el mirar Isabel dijo que era la guardia de seguridad de la urbanización. Era obvio que había gente en casa, así que Isabel se puso un albornoz y salió al recibidor a atenderla. La guardia, una chica andaluza muy esbelta, alta, delgada y fibrosa, de unos treinta años, le pidió si podía pasar un momento, necesitaba ir al baño y no llegaba a su puesto. Isabel la hizo pasar y la llevó a un baño de servicio sin pasar por donde estamos el resto. Sin que Isabel se diera cuenta Héctor y yo no acercamos al baño. Al salir la andaluza, Héctor la coge del brazo con fuerza y tira de ella.  La llevamos al salón  y entre los cuatro comenzamos a tocarla por todos lados. Javi le aprieta las pequeñas tetas con devoción, yo le aprieto los glúteos y el moro va directo hacia su coño, al tocárselo le hace escapar un gemido de sorpresa. Entre todos le quitamos su ropa, estamos todos ya tan excitados como cerdos en celo. El moro le frota el coño con rapidez, ella esta excitada, irremediablemente, los dedos de él han hecho que ella compiece a gemir y a contonearse. Entonces la ponemos de rodillas. Ella sabe lo que queremos. La rodeamos y comienza a chuparnos las pollas hasta que nos corremos todos. El moro es el último, ella no esperaba encontrarse una manguera tan vigorosa. El moro le golpeó la cara con la polla y ella no pudo evitar decir -¡Dios, que polla! La andaluza cogió la polla, la masturbó y él gimió de placer. Ella abrió su boca y acercó la polla hacia ella, cerró sus labios alrededor del glande y lo succionó, y después comenzó a mamar despacio. El moro entonces la cogió de la cabeza y comienzó a moverla adelante y atrás. Cuando él le dio un respiro ella sacó la polla de su boca, hilillos de babas caían por su barbilla. Él la vuelve a coger de la cabeza y le ensarta la polla casi hasta el final de la boca. Parece que ella va a vomitar, le saltan las lágrimas.  El moro comienza a moverle la cabeza adelante y atrás, saca la polla de la boca y un baño de semen sale de golpe, con potencia, y mancha la cara y el pecho de la andaluza. Después de esto ella se queda quieta.


A los cinco minutos nos sumamos todos a las otras tres mujeres que están completamente excitadas. Bea e Isabel nos piden que las follemos hasta que no podamos más. Yo les digo, -putas, ustedes nos chuparan la pollas y disfrutaran viendo como le hacemos el culo a estas otras dos. Bea e Isabel no tienen otra opción que aceptar y se ponen de rodillas a mamar a Héctor y al moro. Yo pongo en cuatro patas a la andaluza y paso a frotarte el coño con violencia, Mis  dedos frotan su vulva y se meten dentro. Javi se encarga de Camila. Le lame el sexo de arriba a abajo, después hunde su cara y comienza a comerte el coño literalmente. En simultáneo las penetramos, ellas abren las piernas para que las penetremos mejor.  Los otros dos miran como lo hacemos mientras los maman, esperando su turno. Las dos mujeres están enfrentadas por sus caras. Por lo tanto Javi y yo también estamos frente a frente. En un instante hay un gesto de complicidad, los quitamos las pollas y les damos varias palmadas en sus glúteos. Después los apretamos con devoción y los abrimos. Escupimos en la entrada de sus orificios anales. Entonces la andaluza lleva sus manos hacia el culo y lo abre. Yo le meto la polla y ella lanza un largo gemido. Su culo recibe mi miembro caliente, ella tiene un pequeño orgasmo y pide más polla. Yo no me detengo, avanzó abriéndome paso. Le meto mi polla hasta el final y le rellenó el culo con mi esperma. Algo parecido ocurre con Javi y Camila. Cuando me separo de la andaluza, parte de mi semen sale goteante y se desliza hasta sus muslos.


Al vernos follar, el moro y Héctor se habían excitado completamente. Al terminar nosotros, el moro se pone detrás de Camila y hace que se incline para que le entregue su culo ya estrenado, mientras que Héctor se pone detrás de la andaluza. Entonces, Camila dice, – no, tu no, me romperás el culo. -Te jodes, responde él. ¿No querías más? Vas a tenerlo. Héctor mientras tanto ya tiene su polla enterrada en el culo de la andaluza. Isabel y Bea comienzan a comernos las pollas a Javi y a mí.


El moro le abre el culo a Camila con las manos y le penetra de una. Obviamente a ella, le duele más que las veces anteriores. Sin embargo, la polla abre paso en sus entrañas sin dudarlo. El moro empuja una vez más con fuerza y avanza más dentro de ella. Después él la saca un poco y se la mete de golpe, tanto que la hace gritar y correrse a la vez. Camila tiene la polla del moro entera dentro de su culo. Parece mentira que la más menuda de todas las mujeres se la única que se la haya tragado toda. El orgasmo hace que Camila casi se desmayé y quede con los ojos en blanco. En ese momento Javi y yo estábamos sentados en el sillón, e Isabel y Bea estaban enculadas. Solas subían y bajaban moviéndose a ritmo sobre nuestras pollas que estaban dentro de sus culos. Esta vez el moro no se había corrido tan rápido como con Isabel y Bea. Así que se levantó y se acercó a Bea quien lo ayudo a masturbarse con las manos hasta que un par de minutos después él eyaculó sobre las tetas de ella hasta la última gota de esperma. Inmediatamente yo inundé el canal anal de Bea con mi esperma. Durante ese tiempo, Héctor le dio rudo a la andaluza. No sé cuánto tiempo lo hizo. Pero ésta estaba muy excitada y tuvo dos orgasmos casi seguidos. El último cuando él se corrió dentro de ella. Javi también dejo el culo de Isabel inundado de leche.


A esa altura los cuatro hombres ya estábamos cansados. Sin embargo, Isabel estaba muy caliente. Además estaba picada porque Camila había podido tragarse toda la polla del moro por el culo. Después de un breve descanso y de tomar unas copas que volvió a preparar Camila una vez recuperada de las enculadas, Isabel  ahora dijo, -quiero que el nabo del moro me folle de verdad por el culo. Quiero que me llegue hasta las tripas. Entonces yo le digo, que empiece por chupársela, que los otros tres iremos abriendo camino. Mientras Isabel mamaba al moro, las otras tres mujeres se encargaron de poner a punto nuestras pollas. El primero en hacerle el culo a Isabel fue Javi. Una vez hubo terminado, continuó Héctor y el tercero fui yo. El culo de Isabel estaba más que dilatado, y mi polla entro con gran facilidad. Ella se movía a ritmo y estaba fuera de sí. Yo me corrí dentro de ella. Su canal anal estaba completamente inundado de esperma. Cuando me retiré, el moro aún no tenía su polla completamente enhiesta. Para ayudar a Isabel la andaluza se sumó a la mamada y comenzó a sorberle los testículos. Esto lo puso loco. Mientras tanto, Bea se puso detrás de Isabel e introdujo un dedo en el ano, y así siguió hasta llegar a cuatro. Unos minutos después sacó los dedos y llamó al moro. Bea apoyó el rabo de él en el ano de Isabel, haciendo sutiles movimientos hizo que Isabel lo desee desesperadamente dentro de su recto. Isabel se movía tratando de hacer que entrase más allá de la puerta. Entonces de una sola vez, con un empujón, él la penetró y la polla quedó un 50% dentro de ella. Ella se tensionó y gritó, y con esfuerzo dijo, -no me la saques, déjala adentro, pero sin moverla, para que me acostumbre. Unos minutos después, él comenzó a moverse cada vez más velozmente y con más fuerza. La metía cada vez más adentro de ella, haciéndola gritar de dolor con cada cm más que la polla se introducía. Al mismo tiempo el goce de Isabel crecía exponencialmente y ella decía - Ah! Si, sí, hay. Ah! Voy a acabar!!! Me encanta! La imagen era espectacular. El moro consiguió al fin meter toda su polla dentro de Isabel. Luego de unos minutos, aceleró sus embestidas y se vacío dentro del culo de ella, descargando una enorme cantidad de semen. Ella en ese momento parecía en trance. Su cuerpo tenía temblores y sus ojos estaban en blanco. En un momento pareció que ella se desmayó, El moro retiró su polla y ésta estaba ensangrentada, el ano de Isabel estaba desgarrado. Isabel, quedó tendida en el piso con los ojos cerrados.  A los cinco minutos los abrió y con una sonrisa nos dijo, -nunca disfrute tanto como hoy. Ayúdenme a recostarme en el sillón.


En ese momento, yo pensé que nuestra orgia había concluido. La andaluza se vistió y volvió a su trabajo. La visita al baño se había extendido más de los esperado y había resultado sorprendente. Bea también se marchó. Sugiriendo que le gustaría que repitiésemos el encuentro. El resto nos quedamos haciendo compañía a Isabel. Camila miró el reloj, como si estuviera esperando a alguien que nunca iba a llegar. Conversamos un rato, de cualquier cosa. Ya había pasado una hora desde que había terminado el enculamiento de Isabel. Todos seguíamos desnudos. Yo y Javi siempre al lado de Camila en un sillón grande, Isabel acostada en otro y Héctor y el moro en sillones individuales. Entonces miré directo a los ojos a Camila y le dije -qué tal otra ronda. Ella como respuesta bajo su cabeza y comenzó a recorrer la cabeza de mi polla, que estaba bastante dura, con la punta de la lengua. Cuando estuvo bien mojada se la metió entera a la boca. Entonces Javi se puso a lamer los agujeros de Camila de arriba a abajo.  Los demás se acercaron masajeando sus paquetes y esperando ansiosos su turno de disfrutar. Uno a uno ella fue chupando nuestras pollas, mientras nosotros amasábamos sus tetas.


Un rato después, los otros tres machos estaban en el sillón grande. Camila mamaba alternativamente sus pollas. Yo voy por detrás de ella y  la penetro por el chocho de una sola vez, los tres restantes se acomodan a su alrededor meneando sus pollas delante de su cara y masajeándole las tetas. Entonces, Javi la folla salvajemente por la boca haciendo que se trague toda su polla. Cuando ve que está a punto de correrse se la saca y deja que se la meta por la boca Héctor. Mientras tanto, mi polla entra y sale del cuerpo de Camila a un ritmo muy acelerado llevándonos a ambos a un orgasmo.  Camila entonces vuelve a chupársela a Javi con más fuerza hasta que un chorro caliente le inunda la boca, la leche rebalsaba por la comisura de sus labios. Ella se esmera en tragar todo y sigue chupando la polla hasta sacarle la última gota. Entonces el moro se tumba boca arriba en el suelo y la sienta encima suyo para poder follarla bien al tiempo que Héctor se pone delante de Camila y ella chupa ansiosamente su polla.


Entonces yo me pongo detrás de Camila. Ella con su acento sudamericano me pide que “la coja por el culo”, -que quiero sentir dos pijas adentro! Cuando comienzo a penetrarla me doy cuenta que su placer aumenta a cada instante. Con movimientos suaves voy entrando de a poco en su culo. Ella tiene otro orgasmo en el justo momento en que le meto la polla por completo, mientras sigue lamiendo a Héctor. Camila nos pide que no dejemos de “cogerla”. El moro y yo nos movemos acompasados hasta que los dos explotamos dentro de ella.


Alguien sugiere que vayamos al sillón. Héctor se recuesta y Camila se pone encima de él dándole la espalda y prepara su culo para meterse la polla de Héctor. Él de repente se la clava entera. Javi por delante pasa un dedo por su sexo empapado, acaricia su clítoris y después le pone su mano en la boca dejando que Camila saboree sus dedos. Después, Javi la penetra vaginalmente. Camila ya no puede hablar, se entrecortan sus palabras, y solo se escabulle un “si… me encanta”, sacudida por las embestidas coordinadas de Héctor y Javi. Así los tres llegan a otro orgasmo.


Entonces cambiamos de posiciones el moro se sienta abajo y Camila se sienta encima de él y yo la cojo por su espalda. Él le penetra el chocho, ella se queda quieta un momento y me dice, -tu turno. Yo me acerco y le pregunto ¿Cómo estás? Y ella dice MUY CALIENTE. Entonces yo también la penetró vaginalmente, Los dos empezamos a movernos  dentro de su chocho y fuera de sí Camila llega a otro orgasmo.


Diez minutos más tarde Camila seguía con ganas de follar. Pero Isabel, aun en su sillón, nos pide que nos acerquemos y no la dejemos fuera. Parece algo recuperada de la cuádruple enculada y el desgarro anal. O al menos la calentura hace que se olvide de todo y quiera volver a follar. Camila por su parte había mostrado ser capaz de atreverse con todo y tener una capacidad inhumana para tragar una polla detrás de la otra por sus orificios. Cuanto más la follábamos, más ganas tenia de que lo hiciéramos otra vez.  Héctor entonces se pone al lado de Isabel y amasa sus tetas, las besa, las devora, mientras ella lo masturba. El resto estábamos listos para pasar a la acción.  Yo me siento en un sillón y me llevo a Camila conmigo. Ella se sienta encima de mí y se mete mi polla por el culo. El moro se acerca a Isabel y le mete de golpe la polla hasta el fondo de la garganta, queda una parte afuera a pesar de que las arcadas de Isabel indicarán que la polla la asfixiaba. Mientras tanto, Héctor ya la está follando y le aprieta con fuerza los pezones. Entonces Javi se pone a lamer el chocho de Camila. Ella le pide que la penetre. Entonces yo me paro y mi polla entra completamente en el culo de Camila. Javi se acerca y la penetra vaginalmente. Ella está en el aire con nuestras dos pollas dentro de sus orificios. Su delgado cuerpo está completamente tenso. Nosotros comenzamos con nuestros brazos a subirla y bajarla hasta que la inundamos de semen. Ella da un grito de lujuria y clava sus uñas en la espalda de Javi, teniendo otro orgasmo, después del cual la dejamos recostada sobre un sillón. Cuando miramos a Isabel,  El moro le frotaba su polla en la cara, tenía leche en los ojos, la frente, las mejillas, y las tetas. Héctor había retirado su polla del chocho y también la había bañado con su semen. Entonces yo me recosté en el sillón. Isabel se acercó y puso mi polla entre sus tetas. Empezó a moverlas hacia arriba y abajo, en círculos. Cuando mi polla asomaba entre sus tetas, la metía en su boca saboreando cada centímetro. Yo no pude resistir los encantos de su lengua y de sus tetas, y me vine. Llené de leche su pecho y su cara, hasta el pelo. Ella masajeaba sus tetas empapadas en semen y después limpió suavemente mi polla con su lengua hasta la última gota.


Cuando Isabel terminó conmigo vi que Camila estaba otra vez en acción. Chupaba las pollas de los demás, una tras otra para poder tener a todas contentas y bien paradas. Yo me sume a ellos. Ella se levantó y se recostó en la cama, entonces Javi empezó a penetrarla. Luego ella le dijo a Javi que la deje ponerse de rodillas, en cuatro,  como una perra, y el volvió a bombearla nuevamente. Al mismo tiempo Camila mamaba la polla de Héctor quien estaba frente a ella. Isabel viendo el espectáculo se unió también a la fiesta y pronto había dos pollas en su boca. Entonces Isabel recostó al moro y se montó en él, cabalgándolo y poniendo su culo en una posición muy apetecible. Yo acerque mi polla a su culo y comencé a introducírsela.  Mientras tanto, Héctor y Javi  cambiaron de lugar y entonces Camila tenía la polla de Javi en la boca y la de Héctor en el coño. Al rato ella pidió que se la metieran por el culo. Héctor empezó a penetrarla por allí. Ella gemía como una zorra y no paraba de chupar la polla de Javi. Entonces Javi se recostó en el suelo y ella se colocó encima de él metiéndose la polla en su coño. Inmediatamente Héctor volvió a follarla analmente,  penetrándola los dos al mismo tiempo. Ella gemía y disfrutaba al máximo. Luego intercambiaron posiciones y siguieron penetrándola por varios minutos. Por nuestra parte, el moro y yo hacíamos lo mismo con Isabel. Ambos tríos entramos en un mete y saca frenético. Ambas mujeres, estaban fuera de sí. Habían sido penetradas innumerables veces por ambos agujeros. Y después de horas seguían siendo embestidas por el culo y el  coño. Su nivel de excitación era tal que podíamos hacer lo que quisiéramos con ellas. Accedían a todo lo que les decíamos por lo caliente que estaban. Así llegamos al culmen de la jornada, con nosotros cuatro corriéndonos una vez más en sus orificios. Fue lo último que hicimos ese día. Después nosotros nos arreglamos y nos marchamos. Estábamos todos exhaustos, pero satisfechos. Después de tal bacanal, por unos días no volví a ver a Isabel, pero ella me conto por teléfono que las brutales enculadas habían tenido sus consecuencias. Varios días después, aun defecaba con sangre debido al desgarro anal que tenía. Le dolía y tomaba Ibuprofeno. Sin embargo, me insinuó que volvería a repetir lo hecho y que le gustaría que la encularan con una polla más grande que la del moro. La muy puta me dijo que la calentaba mucho pensar que era desgarrada por una polla. Quedamos en vernos en algunos días cuando su marido se volviese marchar.

El demoledor anal

FECHA: 4/30/2014

Después de haber recorrido todo ese largo camino de dudas, de avances y retrocesos, yo estaba ya allí en mi cita con aquel chico que se hacía llamar EL DEMOLEDOR ANAL. Y a pesar de mi experiencia vistiéndome y arreglándome como mujer, mi culito aún seguía inexplorado. Es decir, inexplorado por un pene de verdad, pero bien recorrido por mis dedos y por algunos juguetitos.

El día anterior tuvimos una sesión de webcam. El Demoledor me mostró toda la inmensidad que tenía entre sus piernas y yo me vestí cuidadosamente para él. Bailé seductoramente, me levanté el vestido para mostrarle mis atributos: mi trasero y mi penecito, el cual comparado con el de él, era minúsculo.

Finalmente llega él con una hora de retraso. Me llaman de la recepción del hotel para comunicarme que alguien me buscaba. Me acomodé la ropa y me senté en la posición más sexy, con las piernas cruzadas de modo que se me veía hasta el calzón. Él abre la puerta, se sienta a mi lado y me abraza por la cintura.

–Nunca pensé que eras tan bella. Eres más rica en persona que en la webcam.

–Ay, tú crees? –fue lo único que atiné a decirle, completamente ruborizada y mientras inclinaba mi rostro hacia un lado, coquetamente y dando señales muy claras de completa sumisión.

En eso experimenté una erección. Era mi primera erección ante la presencia de un hombre. Fue una experiencia deliciosa porque sentí claramente que ésa era mi respuesta sexual ante su masculinidad. Rápidamente él percibió lo que pasaba. Me dijo que había notado que yo incliné mi rostro como quien mira sus propios genitales y que se me vio bien mujercita así. Entonces me besó en la boca y me puso sobre la cama, él encima mío. Su miembro se posó sobre el mío dominándolo, sometiéndolo con su magnificiencia, con su poder absolutamente masculino en mi cosita que estaba bien paradita pero que seguía siendo pequeñísima. De su torre deliciosa salía mucho líquido y me mojaba. De la mía también salía bastante pero de la de él salía mucho más.

Yo estaba en el paraíso mientras me metía la lengua hasta la garganta y me agarraba por todas partes. No recuerdo en qué momento llegó a metérmela por detrás. Debe ser porque esa sensación de tener una cosa así, caliente y húmedamente pegajosa, tocando a mi puertita más secreta, fue tan contundente que ese instante era el único instante de todo el tiempo del universo. Y cuando avanzaba y conquistaba un centímetro más yo gritaba con una mezcla de dolor y placer. Mi entrega era tal que incluso me daba placer que me doliera. Y más rico era que yo estuviese vestida mientras él me hacía suya. Su enorme miembro se metía por el costado de mi calzón, como burlando la última valla.

Hasta que llegó el momento en que no hubo nada más por conquistar. Toda la interminable longitud de su miembro había ingresado a mi interior. Se había abierto paso con la fuerza del depredador. Era demoledor y depredador.

Entraba y salía con rapidez y luego se quedaba empujando hasta el fondo y descansaba allí unos segundos y algunas veces en ese estado yo podía sentir que su pene crecía un poquito más y exploraba una parte todavía secreta. Fue en uno de esos momentos en que yo tuve un orgasmo. Fue mi primera vez sin tocarme nada. Mis manos estaban ocupadas acariciándolo cuando eso pasó.

Eso parece que lo volvió loco y empezó a penetrarme violentamente, muy rápido y con mucha fuerza, al punto que el dolor se hizo muy fuerte.

Ya no era rico. Pero yo no tenía el valor de pedirle que se detenga, así que le dije que se moviera más aún, esperando que eso le provocara una eyaulación. Pero no, eso solo logró que me penetrara más fuerte todavía.

–¿Te duele? –Me preguntó mientras acariciaba mi penecito y al mismo tiempo me tenía ensartada con su miembro poderoso.

–Me duele, sí papi, me duele mucho, muchísimo… Pero también me gustaaaaaaaaaa!!!!!

Y allí se vino con un litro de semen sobre mis entrañas.

Entonces respiré aliviada, pues ya el dolor terminaría. Estaba muy equivocada. EL DEMOLEDOR ANAL estaba a punto de hacer honor a su nombre.

Me la metió a su gusto y antojo con toda su leche dentro de mi culito. Su miembro parecía un monumento de proporciones alucinantes y la dureza de su erección no se quedaba atrás.

… ay ya no puedo más… continúo escribiendo después ¿ya? Estoy muy excitada.

Eduardo, se acerca un poco

FECHA: 4/30/2014

Agradezco la colaboración prestada por misterrobbie,  autor de TR, para limpiar y dar brillo al presente relato. Gracias Misterr…


La vuelta es peor que la ida para mí, llego exhausto a casa,  tiro mi cuerpo en una silla de la cocina y él tan fresco.


-Me voy a cambiar de ropa, que me tengo que marchar.


Va quitándose la ropa camino de la habitación donde ha dejado la que traía.


-Espera, ¿no quieres darte una ducha?


Se vuelve sonriente, su mirada resplandece.


-¿Puedo?,  ¿me dejarías darme una ducha?  -  cada vez me asombra más este niño, se toma lo de la ducha como si fuera un regalo maravilloso.


-Pues claro que puedes tomar una ducha, en realidad las que quieras, hay tres cuartos de baño en esta casa y solo se utilizan dos.


-No te quiero molestar, lo haré en el que uses tú, para no manchar. Va a ser una ducha rápida, no tengo tiempo para más.


-Mi cuarto de baño está en la habitación donde nos hemos cambiado de ropa, puedes ir, yo voy a ver si recobro la respiración.


El chaval se marcha hacia el baño, se me hace difícil imaginar en la situación en que pueda estar viviendo para ver, el hecho de tomar una ducha, como algo prodigioso o mágico.


Me acerco hasta la habitación, la puerta del baño está abierta, como si no le importara, para nada, el que yo pudiera verle desnudo.  Llego al baño, hay bastante vapor, se nota que le gusta el agua muy caliente, me siento en el inodoro e intento ver a través de la mampara. La zona de baño es un plato de ducha muy grande con mamparas de cristal, pero no logro ver nada, los cristales están cubiertos de vaho. Él debe haber notado mi presencia.


-¿Puedes dejarme una toalla, por favor?


Voy a buscarla al armario, en el baño se encuentran solamente las que yo utilizo. Cuando Mauricio se queda a dormir, le entrego siempre una nueva y diferente a las que estén en el baño, como una forma de hacerle ver que allí está de huésped y que se debe marchar.


Descorre la mampara practicable y se muestra en todo su esplendor, con las prietas carnes de sus tiernos años. Tiene un cuerpo muy bien formado, proporcionado todo él, muy delgado, casi esquelético y su verga puede ser de campeonato cuando se ponga en acción, larga y cubierta toda ella de pellejo.


No se le nota vergüenza en absoluto, o no da muestras de ella, coge la toalla que le tiendo con la mayor naturalidad y se la pasa suavemente por el cuerpo.


Le estoy mirando y pienso que igual  puede sentirse molesto y que además yo también tengo que ducharme. Entro en el plato, abro el grifo a tope y por poco me escaldo. Bajo la temperatura antes de quedar como un pollo preparado para desplumar y suelto una interjección.


-¿Te sucede algo Alberto?   -  pregunta con preocupación en su voz.


-No, no, el agua que está hirviendo y por poco me cuezo.


-Perdona no me acordé de bajar la temperatura, es que me gusta tanto el agua caliente y…          -  se calla y deja sin terminar la frase.


Cuando finalizo mi ducha y salgo del plato, Eduardo está en medio del cuarto de baño ya vestido, y en una mano lleva una bolsa con la ropa de deporte que compramos.


-Quería preguntarte dónde puedo dejar la ropa de deporte, para el próximo día, si  es que va a haber próximo día, claro.


-Por descontado, mañana mismo volveremos a correr, tengo que llegar a ganarte y correr más y mejor que tú, para dejarte en vergüenza.


Se ríe sonoramente, me gusta su risa, son pocas las veces que se ríe así, de esta manera, en realidad es la primera vez que la oigo y me encanta lo cantarina que suena.


-Que bien que quieras volver a correr mañana pero, ¿dónde dejo la ropa?, por una simple carrera no creo que haya que lavarla, mañana la puedo usar de nuevo.


-La ropa es tuya puedes llevártela, y hacer con ella lo que quieras.


-No, no es mía, lo será cuando la pague, dentro de dos meses, como hemos quedado.


-Pues si la vas a dejar aquí, mejor que las botas las dejes en la galería de la cocina, para que se aireen y la ropa en un cesto que hay también allí, al lado de la lavadora, para que mañana la chica lo lave.


Me estoy vistiendo cuando vuelve a aparecer.


-Ya está todo, como ha ordenado el capitán.  -  se cuadra como si fuera un soldado  y ambos soltamos la carcajada.


-Ahora me marcho, tengo mucho que estudiar y muy poco tiempo, o sea, que hasta mañana en el mismo lugar y a la misma hora.


-Espera, ahora finalizo de prepararme, te acompaño hasta tu casa, yo no tengo nada que hacer.


Se queda pensativo e indeciso.


-¿Sucede algo?  -  le pregunto intrigado.


-Es que no sé si te va a gustar donde vivo.  -  me mira un poco triste.


-¿No será la cueva de Alí Babá?    -  mi respuesta le hace sonreír.


-No…, no, que va a ser eso, pero seguro que no te va a gustar.  -  dirige una mirada alrededor de la habitación, como analizando el entorno.


Me dejo dirigir por él, pasamos el bazar donde trabaja, cruzamos el río, vamos metiéndonos entre calles alejándonos de su cauce cada vez más, llegamos a una zona donde las casas empiezan a tomar otro aspecto, más humildes, y a medida que vamos avanzando van empeorando hasta aparentar casas miserables, no sé cuándo vamos a llegar y de repente se detiene.


-Ya está, aquí vivo yo.  -  señala con su dedo una casa cuadrada, como a cincuenta metros de donde nos encontramos, la primera impresión que recibo es lamentable, en ese edificio, es probable, que no tengan ni agua corriente.


-¿No te da miedo venir hasta aquí? Esto es muy tétrico, puede pasarte cualquier cosa…      -  vuelve a soltar una carcajada. Vaya, me estoy haciendo bien el gracioso.


-Alberto, aquí me conoce todo el mundo, nadie va a hacerme daño alguno, corres tu más peligro que yo. Ahora vete que tampoco quiero yo que te pase algo. Hasta mañana.


-Sí, hasta mañana Eduardo.  -  marcha hacia su casa y de vez en cuando da un saltito, como si estuviera contento, algún tic que tiene. Yo me encamino hacia la mía pensando, pensando en todo lo que me ha sucedido esta tarde que casi cambia mi vida, por lo menos mi forma de pensar sobre ciertas cosas que, está empezando a hacerme ver el mundo y la vida de otra manera a como las veía antes  -


Luego está lo del chaval éste, resulta que no es lo que yo creía, que no quería un polvete con el tío chulo que le ha gustado y nada más. Lo único que quiere es amistad, quizá un poco de compañerismo y yo no puedo ser su compañero, nos separan distancias siderales. Me gusta el chaval, no en el sentido sexual como puede gustarme Mauricio y otros que hay o ha habido por ahí, no. Me gusta su compañía, lo que ha sucedido esta tarde. No ha habido el menor asomo de sexo, y no es porque el chaval no valga, que vale un montón. Busco un término para definirle y no lo encuentro, algo que pudiera resumir en una sola palabra o frase lo que es.


Veremos cómo se va dando todo, ahora que estoy cerca de casa me apetece tomar una cervecita, comer algo en la barra del bar que está debajo de casa y a dormir.


Estoy tomando mi cerveza y una hamburguesa, de las buenas, de las caseras, de las que Manu hace a base de bien y suena el teléfono.  Tengo las manos ocupadas y pringadas de toda la salsa de la comida, necesito dejar todo en el plato y limpiar mis manos, cuando acabo de limpiarme el teléfono deja de sonar. ¡Cago en la puta! Mauricio tenía que ser. Que se joda, ya volverá a llamar, si quiere.


Quiere, Mauricio vuelve a llamar, justo cuando acabo el último bocado y con la boca llena le contesto.


-Dime, ¿qué coño quieres?, ¿no te has enterado de que hemos acabado?, ¿es que no entiendes las palabras?


-Alberto, tenemos que hablar, todo tiene una explicación y todo es legal, no tengo nada que ocultar, déjame que te cuente lo sucedido y verás que todo es producto de tu mente calenturienta.


-A ver, explícate, ¿qué es lo que tienes que decir en tu favor? Te escucho y va a ser la última vez, o sea, que busca bien las palabras.


-Es mejor que te lo diga mirándote a los ojos para que veas que no miento y notes mi sinceridad en la mirada.


-Déjate de gilipollas lindeces, ahora no va a ser como otras veces, que luego acabo perdonándote, aunque sepa que me estas mintiendo.  Si quieres hablar, habla ahora.


-Bueno, verás, estaba en el bar, debajo de mi casa.


-Se dé que bar se trata, ese detalle y otros los puedes pasar por alto.


-Llegó Marcos, ya sabes lo salido que es, se pidió una cerveza y se sentó en la mesa que yo ocupaba y te lo juro, te lo juro por lo más sagrado, solo fue una caricia que me hizo en la pierna, bueno en el muslo y le aparte la mano corriendo, faltaría más.


Me tenía tan cabreado, que echaba fuego por los ojos y por la boca, embustero de la mierda.


-Esa se la metes a tu madre guapo, no era Marcos el que te metía mano, eras tú el que le acariciaba, no la pierna, ni el muslo, el puto rabo, ¡cabrón!, vete a tomar por el culo y déjame en paz, ¿me oyes?, déjame.  – le corté la comunicación hecho una fiera, algunos parroquianos que me conocían, al oír la conversación que, no había sido en un tono, digamos íntimo, me miraban compadecidos.


Pagué mi cuenta y me marché para casa, cuando llegué me tumbé cuan largo era en el sofá y encendí la tele, daban una tontería y empecé a pasar los canales sin ton ni son.


Me enfurecí conmigo mismo, ¡Mauricio!, ¿y qué coño me importaba a mí el que anduviera con Marcos o con quien le diera la gana?, ¿qué pasa, me estaba enamorando de él a estas alturas? Yo no estaba enamorado de él en absoluto, de ese puto egoísta que solo va a lo suyo, le he pedido que me deje, que me permita, por lo menos una vez, llevar la voz cantante en nuestras relaciones y no hay manera. Quiero que me deje que sea yo el que le folle, una vez, ¡joder!, sólo una vez. Tiene que ser siempre él el que me monte y, no puedo negar lo evidente, lo hace increíble, jamás he tenido un hombre que me folle como él. Lo malo es, que miente compulsivamente, no me importa que me diga la verdad y que folle con quien quiera, ahora, eso sí, a partir de ahora, conmigo, con condón, lo de a pelo se acabó. Pero, ¿qué digo? Estoy dando por supuesto que le voy a perdonar y volver a estar otra vez debajo de él, o encima, pero siempre con su verga perforándome, no tengo remedio.


Insistió e insistió, y le hice sufrir como al marrano que era, y le perdoné, y volvió a mi cama, y volvió a follarme como siempre de bien pero, ahora con condón, ya no me fiaba, y volvió a engañarme, que no me importaba, a mentirme, que si me dolía un montón y…, ¿cómo no? Volví a tenerlo en mi cama de nuevo, para no variar.


¿Eduardo? Bien, muy bien. Al final de aquel primer mes de nuestro primer encuentro me entregó, puntualmente, la mitad del importe de la ropa de deporte y al mes siguiente la otra mitad, como todo un caballero, cumpliendo su palabra. Se cambió de trabajo, dejó el bazar y se puso a trabajar, medio turno nocturno, en la tienda de una gasolinera, de diez de la noche a dos de la madrugada.


Casi todos los días corríamos, o andábamos, o simplemente tomábamos un café. El día de su diecisiete cumpleaños me invitó a comer una hamburguesa, sabía que el dinero le era necesario pero no le quería desilusionar y humillar y acepté. Yo de regalo le llevé a una tienda en la que antes había hecho una entrega de dinero y  ese era el tope. Me hubiera gustado regalarle más cosas, en verdad el dinero no era problema para mí pero él, a pesar de su pobreza y humildad, tenía su orgullo. A veces le compraba algo, sin tener un motivo concreto, y luego, cuando podía, me devolvía el dinero, eso representaba una faena para él, yo le compraba cosas caras y luego le costaba devolverme el importe.


Continuaba guardando la ropa de deporte en mi casa en donde se cambiaba y duchaba, ahora lo hacía en el baño de otra habitación, podía practicar su gusto por cocerse vivo, hasta ponerse rojo como una langosta.


Algún sábado lo invitaba  a ir de excursión o a la playa. Se hacía violento porque siempre quería pagar la mitad. Una vez hasta se enfadó porque no le cobraba la parte que él creía debía pagar de la gasolina. Teníamos enfadillos de esos, sin importancia pero que me dolían hasta volver a verle sonreír. Cuando me marchaba de vacaciones quise dejarle una llave de la casa, y no la aceptó. Siempre le informaba de cuando me iba o volvía para encontrármelo en la puerta, esperando mi vuelta.


Cumplía dieciocho años, ese año ingresaba en la Universidad y yo, si las cosas iban bien, terminaba al año siguiente mis estudios. Le veía muy delgado, había cambiado en esos dos años un poco pero, lo de delgado, creo que iba a más. Me daba un poco de miedo y más ahora que tendría que esforzarse más en sus estudios. Esos dos años me habían servido para ver que era un chaval muy inteligente, sobre todo enormemente trabajador y responsable. Vi que los únicos vicios que se permitía eran los inevitables porque yo los provocaba, trabajaba como una mula y nunca se quejaba, no le oí quejarse nunca de nadie ni de nada.


Una vez, después de ducharse y cambiarse de ropa, se sentó en el sofá del salón mientras me esperaba, era normal que yo tardase más que él, me extrañó porque nunca se permitía esas confianzas, a pesar de decirle que podía utilizar cualquier pieza de la casa, siempre me esperaba en la cocina. Al no verle donde era habitual le busqué y le encontré sentado, donde he dicho, con los ojos cerrados.


-¿Qué te sucede?, ¿tienes sueño?, ¿no has dormido bien esta noche?


-He dormido bien, estaba soñando, cosas imposibles, ya se verá.


-¿No me puedes contar lo que soñabas?, ¿es un secreto?


-Sí, sí que puedo contártelo, pero es un sueño nada más; verás, soñaba que cuando finalice mis estudios, consiga trabajo y gane dinero, voy a comprarme una casa como la tuya, igual más pequeña pero así, bonita, donde se pueda vivir y poderte invitar algún día, como tú haces conmigo, y que tenga un baño con agua caliente.


Parecía un ángel soñando con Dios, que niño tan guapo era, continuaba con su carita de niño y eso que ya tenía barba, poca, pero alguna vez, en broma, le decía que se tenía que afeitar.


Pues en ése, su dieciocho cumpleaños, tomé una decisión, la pensé mucho, no sé si lo suficiente pero creía que era la mejor que podía adoptar, por el bien de Eduardo. Ese fin de semana había quedado con mamá en que iría a su casa a comer con ellos y, claro está, la alegró muchísimo, también le dije que además de comer tenía que hablar de un asunto muy serio con ellos, esperé al viernes para decírselo, no la quería tener intranquila muchos días, y así fue. Cuando llegué a su casa me recibió con cara de preocupación, tanto es así que, en lugar de acudir Josefina a abrir la puerta, fue ella y se me lanzó al cuello comiendo a su niño a besos.


Iba pocas veces a verles, una vez al mes y en las fiestas familiares. Al principio del desastre no iba nunca. Las imágenes acudieron a mi cerebro como fogonazos y con la velocidad del rayo. Me vi allí, detrás de la puerta de la biblioteca, arrodillado, delante de aquel hombre, amigo de papá de toda su vida. Metida mi cabeza en el regazo de sus piernas, mamándole su enorme verga, tragando y succionando como un loco poseído y, de repente, aquella majestuosa verga, rígida y tiesa, se esponja y se ablanda, sujeta mi cabeza para retirar mi boca de su polla y escucho el sonoro golpear de la puerta. Levanto mi vista para encontrarme con la lividez de su rostro.


-Tus padres, lo han visto todo.


Tardaron en volver las aguas a su cauce, les destrocé su vida y luego se fueron calmando las cosas, quizá fuera egoísta de mi parte, creía que así estábamos mejor todos, viviendo separados. Lo de mi condición lo habían asumido sin broncas ni aspavientos, preocupados, eso sí, porque lo de mi forma de vida no lo admitían.


Fuimos hasta el invernadero donde papá se entretiene y pasa mucho tiempo, además de plantas y flores tiene una mesa y sillones de hierro forjado, pintados en blanco. Me acerqué a darle un beso y noté la preocupación en su cara, mamá debía haberle contado que iba a hablarles de un asunto serio.


-A ver, ¿cuál es ese asunto tan serio que tienes que contarnos?


-No es tan urgente, es mejor que nos sentemos, para hablarlo entre los tres y me digáis vuestra opinión.


Pasamos a la casa y me detuve a saludar a Josefina. Mamá la encargó que pusiera algo en el salón y nos sentamos.


-A ver, ¿cómo empiezo a explicaros?


-Hay un chico, pequeño, tiene ahora dieciocho años recién cumplidos, le conozco desde hace dos años, no tiene nada que ver con lo que os podáis estar imaginando, no tengo nada con él, ni creo que lo tenga en el futuro.    – les relaté lo sucedido estos dos años, con los detalles que a mí me interesaba resaltar y sin mencionar otros.


-Va a comenzar la Universidad este año, veo muy mal y difícil que pueda estudiar en las circunstancias actuales de su casa y su trabajo, he pensado en brindarle mi ayuda, en lo que pueda, claro está.


Mis padres me escuchan atentamente, sin hablar. Papá tiene el ceño fruncido y me trasmite malas vibraciones, como que no le está gustando nada lo que explico.


-Quiero aclararos que esto que os cuento es, simplemente, para vuestro conocimiento, porque la casa es vuestra y también que estoy totalmente decidido a hacerlo, a no ser que, decidiérais impedírmelo, con lo que abandonaría vuestra casa.


Bien, pienso cederle una habitación y un baño, para su uso particular y, que haga el uso que deba, conjuntamente conmigo, del resto de la casa, también disponer de parte de vuestra asignación para su mantenimiento, todo esto hasta que finalice sus estudios y encuentre un trabajo que le permita vivir por su cuenta. Ahora espero vuestra opinión y, desearía con toda el alma, que aceptarais lo que os pido.


Se quedan callados, mamá se lleva un pañuelo a los ojos, papá sigue con su ceño fruncido presagiando la tormenta, y al fin estalla.


-Mira hijo, en principio me parece muy mal que intentes coaccionar a tus padres, pones como condición el que aceptemos lo que pides o que dejarás la casa, y consecuentemente tus estudios. Quiero que sepas, para tu conocimiento, que esa casa es tuya, está registrada a tu nombre, y no necesitas, para lo que pretendes hacer, pedirnos permiso alguno. Pues bien, ese chantaje, al que intentas someternos, me parece indecente e impropio de nuestro hijo y espero que reflexiones sobre lo que has dicho y vuelvas a recuperar la humildad que parece que te falta.


Ha hablado terriblemente serio y mirándome con reproche.


-Por otro lado, debo admitir que, la decisión que has tomado y vas a poner en práctica, me ha devuelto la confianza en ti y que me siento muy honrado de tenerte como hijo, puedes tener a ese muchacho en tu casa y, en lo que a nosotros compete que es, únicamente, la asignación que te pasamos, puedes seguir contando con ella y si precisas algo más no dudes en pedírnoslo.


Ahora, a comer, que veo a Josefina a través de los cristales de la puerta haciendo señas de que la mesa está dispuesta.


Papá se pone en pie y se encamina hacia el comedor, mamá me alcanza y se abraza a mi cintura colocando su cabeza en mi brazo. Durante la comida no se habla más del asunto. Papá comenta que el abuelo está muy mal y que se espera lo inevitable de un momento a otro, lo dice sin entonación, él es así, aunque  yo sé, tengo la plena certeza de que está sufriendo. Después le pide a Josefina que le lleve el café al invernadero, va a terminar de leer el periódico entre sus plantas y flores, rodeado y empapándose en su música.


Mamá me coge de la mano y me arrastra hasta su gabinete, me obliga a tomar asiento a su lado y me asaetea a preguntas.


-No mamá, él no sabe nada aún, primero quería que lo supiérais vosotros. Ahora se lo propondré a él y confío en que acepte. Sí, es guapo, muy guapo pero no hay nada entre nosotros. A pesar de la diferencia de edad somos amigos y nada más. Le traeré, cuando viva allí, le invitaré un día o puedes invitarlo tú, ve un día por casa, hace mucho tiempo que no vas.  -  Por las respuestas se pueden suponer las preguntas de una madre preocupada por su hijo  -


-Mamá, creo que papá tiene razón, no debí desconfiar de vosotros e intentaros chantajear, he hecho mal las cosas, espero no volver a cometer el mismo error otra vez.


Me despido de los dos, papá me da un abrazo muy fuerte, mamá me dice adiós permitiendo que una lágrima discurra por su rostro, pidiendo que le informe de cómo va todo, la integración de Eduardo en su nueva vida, si acepta lo que yo le propongo y ahora, queda otro problema que resolver: Mauricio. Le llamo para quedar con él, está ocupado, puedo oír voces de otro chico a su lado y supongo que estará con otro idiota como yo, en busca de un tío con un buen rabo. Quedo con él para vernos el domingo a la tarde y, por último, llamo a Eduardo, le pregunto si podemos vernos. A diferencia de Mauricio, me pregunta que a ver donde quiero que vaya, que iría ahora mismo.


Nos vemos en mi casa, sentados, él, en el sofá, donde soñaba con vivir en una casa como ésta; yo, en la butaca de al lado.


Le explico mi idea y al acabar le recalco:


-Ya sabes, una solución temporal hasta que finalices tus estudios y encuentres un trabajo que te permita vivir decentemente.   -  ¿para qué hablaremos?, a veces tanto. Esta frase me pasaría factura dentro de unos años.


El muchacho hace tremendos esfuerzos para tragarse las lágrimas y no llorar. No vierte una lágrima, sólo me mira y sus marrones ojos son un lago donde podrían navegar veleros de cuatro palos. Habla con terrible aplomo de hombre mayor.


-Yo…, por mí, estoy de acuerdo, debo hablarlo con mis padres y, lo que ellos digan se hará. Gracias Alberto, gracias, no sé cómo voy a pagarte esto, ahora no son las chucherías de otras veces que con un mes de trabajo o dos te podía pagar, ¡jolines!, esto es más serio.


-¿A ti te agrada?, ¿te parece bien la idea?, ¿te gustaría?


-No te voy a contestar ahora, me pondría a llorar y no quiero pagarte de esta forma tu bondad, ahora si no te importa quisiera marchar y hablarlo con mis padres, el lunes te daré mi respuesta.


-Oye, pero mañana vamos a correr, es domingo. A la tarde tengo un compromiso. A la mañana podemos correr un rato.  -  me mira con una sonrisa de oreja a oreja.


-Vale, de acuerdo, a las diez y media vengo a recogerte, ahora me voy y no me acompañes, no hace falta que vengas hoy.


Le acompaño a la puerta y allí le despido, cuando me da la espalda y noto como tiembla, entiendo el por qué no quiere que, en esta ocasión le acompañe, iba a ponerse a llorar y no deseaba que yo lo viera.


A la mañana está más tranquilo, cuando llega viene alegre y cantando, le oigo desde mi habitación, mientras me visto. Salgo al pasillo y ya está esperando, en la puerta de la cocina.


-Tendrás que elegir la habitación que más te guste, ésta va a ser dentro de poco tu casa.    – sonríe con alegría.


-Es igual, cualquiera, son todas preciosas, pero no vayas tan rápido. Mis padres no han dicho aún que sí y tú también tendrás que pedirle permiso a los tuyos.


-Por mis padres no te preocupes que ese permiso está concedido.


-Pues si tus padres lo entienden y están de acuerdo, va a ser decisivo para lo que decidan los míos, su mayor problema y preocupación es lo que puedan pensar tus padres; si me lo hubieras dicho ayer, quizá ahora, tendríamos ya la respuesta de los míos, pero no importa, luego se lo diré.


- Eduardo, y, si por casualidad, tus padres te dijeran que no, ¿tú qué harías?


-Si dijeran que no, entonces no vendría pero no tienen por qué darme una respuesta negativa, todo está bien, todo es correcto y ellos harían lo que fuera por mi y…, lo que deban.


Este chico cada día me sorprende más, es como si no fuera un ser humano, pero lo es, sufre, siente frío y hambre, todo igual que cualquier ser humano normal; la diferencia radica en su forma de ver las cosas, de enfocarlas, como si estuviera por encima de ellas y las controlara, y, si no puede controlarlas, las ignora.


A la tarde me encamino a la casa de Mauricio, me recibe en calzoncillos y no me importa, le abrazo nada más de abrirme la puerta, le chupo y muerdo los labios y busco ansioso su lengua con la mía, parece recién levantado de la cama y está calentito. Aplasto mi rostro en el vello de su pecho y comienzo a acariciarlo.


Mauricio no sale de su asombro, seguro que no esperaba ese comportamiento de mi parte. Sujeta mi cintura, me lleva hacía él y pienso que me va a romper la columna vertebral del abrazo que me da. De pie, en la entrada y sin cerrar aún la puerta de entrada, como de sus pezones como un poseso mientras mi mano derecha busca, entre la tela, el oscuro, poderoso y anhelado tesoro de mis sueños.  Lo sujeto con mi mano y de pensar que, dentro de unos momentos, ese garrote va a perforar mi culo me derrito todo de gusto.


No puedo aguantar más y lo arrastro a su habitación, tal como suponía acaba de levantarse y por la forma de la ropa adivino que otro ha ocupado mi puesto no hace mucho tiempo. No me importa ahora, yo he venido a por lo que he venido, primero a por mí ración de verga y la leche de un buen macho, y después lo otro.


Le tiro en la cama y me lanzo como un loco a comerle la boca, mi mano baja su calzoncillo, desesperado, no puedo con una sola mano, su verga se ha enredado en la cinturilla, la tiene dura como una barra de acero, me aparto un momento de su boca de fuego para, con las dos manos, bajarle el calzoncillo de una vez y dejarlo desnudo a mi vista. Está divino y dentro de poco diría que hasta exquisito, en dos segundos mi ropa esta tirada por el suelo y mamo de su verga como jamás he mamado, con ansia, con ganas de exprimirlo todo, se me hunden los mofletes de la fuerza que hago para extraer de él la vida. Abre sus piernas y aprovecho para hacerle de las mías, mojo mi mano en saliva y llego a su puerta trasera, no paro de mamarle su inmensa verga a la vez que, con mis dedos ensalivados, acaricio el fruncido de su ojal que, noto palpitar en la yema de mis dedos.


-¿Me vas a dejar que te folle yo?, por una vez en tu vida, ¿me lo vas a permitir?


Tenía metidos ya dos dedos en su culo, dando vueltas con ellos para irle abriendo más. Mi lengua pasaba de sus gordos huevazos, por todo el largo de su fuste, hasta acabar en la cabeza, aspirando allí con toda mi alma.


-Vale, vale, fóllame, pero ten cuidado que yo no tengo el culo como tú de distraído.


Pienso en lo cabrón que es, ¿distraído?, el culo distraído, sería con él, ¡hijo puta! Dejo mis pensamientos para que no entorpezcan mi placer. Busco con la mirada mi chaqueta, donde tengo los condones apropiados al tamaño de mi polla y la recojo raudo, antes de que se vuelva atrás y no me permita metérsela. Coloco sus piernas en mis hombros y tengo el espectáculo perfecto de su culo, palpitando de deseo. Mira el machote de los huevos, tan machito y deseando que le perfore una polla, pongo saliva en la entrada de su culo que introduzco con un dedo y embadurno de saliva el fuste de mi verga, la enfilo y, de una tirada, se la meto hasta los huevos.


-¡Ayyyy!, Bestia, cabrón, te dije que fueras despacio, que mi culo no es el tuyo.


-“Pues por eso he ido así de rápido, hijo de puta”.  -  pensé para mí  -  “Porque tu culo no es el mío, como haces tú, capullo de mierda”.


-No te preocupes Mauricito, enseguida te acostumbrarás.  -  entiende mi burla satírica.


-Verás hasta donde te la meto, sin miramientos, cuando te tenga en mis manos.   – replica amenazador.


Es igual, es hablar por hablar, no hace nada para que se la saque, está tan contento que no le cabe una paja por el culo, claro, si ya lo tiene ocupado. Pienso que ya se ha acostumbrado a mi polla, no es como la de él pero tampoco es que sea manca y empiezo a follármelo con ganas, las ganas que le tengo de meterle la polla hasta las amígdalas.


-¡Jooder, joder! Alberto, que bueno se siente, buff, buff…, se está de puta madre, como follas, yo creía que tú no sabías, ¡qué bueno!


-Cállate, borrego, que tú no sabes nada de nada, ¿o te crees que aquí el único que sabe follar eres tú? Pendón, cerdo de mierda, te voy a romper tu puto culo.


-Sí, sí, dime todas esas guarradas, cómo me gusta y me calienta, dime más cochinadas.


“Si supieras que no lo estoy haciendo para calentarte, sino porque lo siento de verdad”.


-¡Cerdo, cabrón que eres una puta barata, zorra de los arrabales, arrastrada!


-¡Ayyyyyy! Me voy a correr Alberto, me corro, eres el rey, ¡Diooooooooosssssss!


Se corre y se pone hecho un cerdo, con leche por todo el pecho, se la va limpiar su padre; bueno cuando acabe igual le echo una mano y le ayudo.


-Espera, prepárate, que ahora voy yo en serio.


Le meto largas estocadas golpeando fuerte su nalgas, uno, dos y tres cortos, y uno profundo allí va, me quedo clavado un momento con todo mi cuerpo en tensión y  exploto, creo que los trallazos, o no salen de la punta de mi verga o el condón está muy prieto, es igual, me vierto entero. Me quedo momentáneamente sin respiración, con la boca abierta, buscando aire, y caigo encima de Mauricio pataleando de gusto.


Mauricio me abraza, untando nuestros pechos con la leche que tiene escondida entre su vello, ya no hay quien recupere un gramo y mira que me gusta beber la leche de este tío.


Permanecemos un rato descansando.


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¿Porqué veo doble si no estoy borracha?

FECHA: 4/30/2014

Hola… volví… soy Abril, ya cumplí diecinueve años.
La historia que les voy a contar hoy, me sucedió cuando estaba en el liceo, tenía diecisiete recién cumplidos.

El invierno estaba crudo aquel año y el salón de clase era un congelador. Literalmente nos cagábamos de frío. Por suerte la dirección del liceo ya nos había autorizado a usar ropa de invierno. Especialmente para las chicas, ya que podíamos ir de pantalones en lugar de falda.
Yo me ponía unos polares por debajo del pantalón del uniforme y así la iba remando, pero el clima era tan gélido que salir a la calle era un martirio.
Un miércoles a segunda hora teníamos matemáticas y estábamos todos re-felices porque la vieja había pegado el faltazo. Cayó la adscripta y nos explicó que la profe estaba con hepatitis y tenía por lo menos para un mes de cama. El festejo fue bien ruidoso, no por la mala suerte de la profe… pobre… una enfermedad tan jodida está de menos. Pero la idea de un mes sin los putos numeritos nos encantaba, hasta que nos dijeron que por supuesto el colegio ya había designado un suplente. Entonces Rosa, la adscripta, salió para ir a buscar al nuevo profe, que ya había llegado. Nosotros debemos haber puteado hasta en arameo. El alma se nos vino al piso. Instantes después Rosa volvía acompañada del nuevo profe de mate y nos presentó al “Profesor Diego Fernández”…

Cuando lo vimos… qué papazo!… estaba más fuerte que un cadenazo en los dientes… Era joven, de veintidós años, recién diplomado. Alto, con un lomo que estaba para comérselo en dos panes, cabello negro y rizado, mentón ancho bien varonil y unos ojazos azules que te derretían con una mirada. A los varones al principio no les hizo ninguna gracia, pero con el tiempo lo aceptaron porque era flor de piola y hablaba de fútbol con ellos y se llevaban bien. Con las chicas no necesitaba hablar de nada. Bastaba una de sus azules miradas y nos meábamos por él. Estaba para darle.

Recuerdo que a la siguiente clase, la gran mayoría de las chicas volvimos de falda… corta. Con unas medias de lycra para aguantar un poco el frío, pero en la calle nos moríamos… Caminábamos duras como pingüinos, pero el profe valía cualquier sacrificio. Nos cruzábamos de piernas en clase, le sonreíamos, algunas nos animamos a guiñarle un ojo en algún momento. Alguna sonrisa casi se le escapa, pero se contenía… estaba en su trabajo. Como no nos daba bola a ninguna, decidí cambiar de táctica. Empecé a abordarlo en los corredores, durante los recreos, pero no se me ocurría de qué carajo hablarle y además yo no era la única que le tiraba onda. Tenía abundante competencia.

Un día que lo encontré con poca gente alrededor, me le arrimé y le dije: “Profe… hay algo que no entiendo”. Seguro pensó que sería algo relacionado con la asignatura y me preguntó qué era y yo le contesté: “¿Porqué nunca me devuelve una guiñada?… ¿no le gusto?”. ¡Se sonrojó!… ¡Vamos Abril, todavía!… Me miró con una sonrisa y me dijo: “No corresponde, Abril… sos una de mis alumnas, soy uno de tus profesores y vengo AQUÍ A TRABAJAR”. Recordé que mis susurros eróticos siempre me daban excelentes resultados, así que me acerqué a su oído: “Mm mm… quiere decir que si no nos viéramos AQUÍ… donde VIENE A TRABAJAR… la cosa podría ser distinta”…
Volvió a sonrojarse… Abril dos – profe cero… sin darle tiempo a reaccionar le volví a susurrar: “una pobrecita alumna tiene derecho a soñar, sobre todo cuando tiene un profe de ensueño”… y tres a cero!!! El efecto susurro sigue batiendo records de imbatibilidad… de ahí en más su actitud cambió para conmigo. Me sonreía en los pasillos, me llamaba por mi nombre cuando a las demás las llamaba por su apellido y yo sabía que más temprano que tarde me lo iba a recontra coger!!! de solo imaginarlo se me humedecía la concha.

Transcurrieron tres semanas y ya se sabía la fecha de reintegro de la vieja… la profesora titular, de modo que un día que me lo encontré a solas le dije que me anotara su dirección, que el sábado no tenía nada que hacer. Al principio se me hizo el difícil, pero ya sabía cómo manejarlo. “mm mm… papito… no pensarás dejarme con las ganas… eso no – se – ha – ce…” Ese día, antes de irse me dio discretamente un papelito con su dirección y además decía: “sábado – tres de la tarde”. Creo que fue el único día de ese invierno que volví a mi casa sin sentir frío. Mi concha me calefaccionaba todo el cuerpo.

Llegó por fin el sábado y un rato antes de la hora señalada preparé todo lo necesario: preservativos lubricados… preservativos co-arrugados… preservativos tachonados… en fin… no sabía cuáles le gustaban, pero por cantidad no iba a haber ningún problema. En vez de falda me puse unos jeans de esos que me dejan el culito bien para arriba y arranqué para lo del profe. Salí con tiempo suficiente porque cuando se trata de coger siempre quiero de ser muy puntual. No me gusta garchar a la apurada. Llegué a la hora señalada, toqué timbre y rápidamente me abrió la puerta, recibiéndome con una sonrisa, pero quedándose ahí como un boludo en vez de hacerme pasar.

Di un paso adelante y apenas me dejó lugar, como por obligación. Su actitud no era todo lo entusiasta que yo esperaba. Sé que no soy Megan Fox exactamente, pero cuando le ofrezco la concha a alguien espero como mínimo algún gesto de alegría. Cerró la puerta y de una me fui sobre él y lo besé y pareció sorprendido. Me preguntaba a mi misma si tendría amnesia o algo así… Me di vuelta y empecé a refregarle mi culo justo contra su miembro y tomé sus manos y las llevé hacia mis pechos para que los fuera calentando un poco, pues venía con mucho maldito frío. Sentía que su pija comenzaba a abultarse contra mí, pero el tipo me decía que yo estaba confundida… le susurré: “¿cuál es la parte de quiero que me rompas la concha que todavía no entendés?”…

Miro hacia delante y veo que por la puerta de la cocina aparece el profe y solo atiné a decir: “hola, prof–”… un momento… si el profe está parado a tres metros de mí… ¿de quién es la verga que estoy franeleando?… miro para atrás y veo al profe… otra vez para delante y… veo al profe!!!…
“Es Dardo… mi hermano… gemelo.” balbuceó el profe, que efectivamente era el que yo no estaba tocando. GEMELOS!!!… y yo que solía no creer en la suerte. En eso Diego me dice: “disculpá el momento… igual Dardo ya se iba. Saqué a dardo a un lado y salté bloqueando la puerta: “Bien dijiste… se iba… es tiempo pasado. Porque lo que es ahora, no se va a ninguna parte…” se miraron entre ellos como haciéndose los boludos y les dije: “¿A mamá mona con bananas verdes?… si creen que soy tan pelotuda como para creer que esto no lo planearon, me están subestimando”.
Intentaron negarlo todo y disculparse y los interrumpí diciendo: “Ay!… basta de pelotudeces. Además ustedes los hombres, siempre fantasean con gemelas, no?… acaso las mujeres no tenemos el mismo derecho?… me van a discriminar?”. Y ahí Dardo aflojó y le dijo a Diego: “Detesto discriminar”. Diego sonrió y me dijo: “Está bien, Abril… ¿qué es lo que tenés en mente?… Lo miré directo a sus ojos azules divinos y le contesté: “Y… jugar a las cartas… mirar la televisión… ¿Sos pelotudo o te hacés?. Quiero una doble penetración!!!… nunca tuve dos vergas al mismo tiempo. Quiero que me rompan TODAAA!!!
En eso suena el timbre y grité: “No me digan que hay un trillizo, porque me los cojo a los tres y después me corto las venas con un condón…” abrí yo misma, pero no… era el mensajero de la TV cable, que dejó la revista y la factura con la cuenta mensual. Tomé la bolsa y cerré inmediatamente. Pobre… no habrá entendido nada. Pero yo tenía a dos gemelos idénticos y divinos y con eso, ya era bastante más de lo que en principio esperaba. Me fui corriendo hasta el profe y salté sobre él y comencé a besarlo y estiré mi mano hacia Dardo y lo traje hacia mí y repartía besos para los dos… y ahí se animaron. Me levantaron entre los dos como a una pluma. Por encima de su hombro, como si fueran cargando una tabla, me llevaron al dormitorio y me bajaron en la cama.
Nunca me habían desnudado tan rápido. A cuatro manos desaparecía mi ropa. Vi que tenían encendida una estufa eléctrica, pero a esa altura el frío no existía. Me tenían bien caliente. Se empezaron a desvestir ellos y yo los ayudaba como podía. Empezaron a aparecer músculos completamente divinos, como esculpidos a mano. Cuando quedaron en ropa interior, era a cuál de los dos le abultaba más. Una vez desnudos se pararon junto a la cama y yo, de rodillas sobre ella, tomé una pija en cada mano y entre pajeadas y chupadas no podía creer todo lo que tenía para mí sola. Sentí una profunda pena por aquellas compañeras que no lograron conquistar a Diego… MENTIRA!!! DISFRUTÉ COMO UNA ZORRA Y ME EMPUTECÍ A MÁS NO PODER!!!
Les di a elegir los preservativos y me miraron como diciendo: “cuántos días te vas a quedar?”. Diego se tumbó en la cama boca arriba y yo lo monté. Inmediatamente sentí a Dardo, dilatando mi culo con sus dedos y después me la metió hasta el fondo. Qué sensación única… dos vergas rellenando mis orificios al mismo tiempo y cuatro manos amasijando mis pechos, metiéndome dedos en la boca y yo cabalgando a un ritmo que jamás había experimentado. Tuve un primer orgasmo delicioso… intenso… pero ellos seguían dándome como adentro de un gorro.

Aquellas dos pijas podrían llamarse dura y re-dura. Me taladraban salvajemente y seguían como si nada. De pronto se pusieron de acuerdo o algo de eso creo recordar, porque yo estaba como en otro planeta. Empezaron a embatir con más fuerza y primero Dardo se fue en mi culo, luego yo me partí en un segundo orgasmo y junto a mí Diego acabó también. Cuando se sacaron los condones estaban tan repletos que no podía creer. Por un momento pensé: “menos mal que aguantaron, si no todo eso estaría dentro de mí”. Yo estaba tumbada en la cama, extenuada pero feliz. Después trajeron café y comimos galletitas, dando tiempo a la recarga masculina.
Luego Diego le dijo a Dardo: “Ahora me toca a mí ese culito, que lo vengo estudiando desde hace un mes”. Con marcado sarcasmo le dije: “pero mire usted, profesor… ¿le parece que corresponde que ande usted estudiando el culo de una de sus alumnas?… ¿o acaso se lo estudió a todas?… Mientras Dardo me incorporaba, Diego me respondía: “y… la verdad que se lo estudié a todas, pero me quedo con el suyo, señorita”. La segunda tanda fue de pie. Para ellos era más fácil llevar el ritmo de esa manera. Mis piernas rodeaban la cintura de Dardo, que a su vez las sostenía con sus manos, mientras me daba por delante. Diego me clavaba por detrás y sus manos recorrían mis pechos. Yo me flexioné como pude desde mi cintura y tenía un brazo sobre los hombros de Dardo y el otro sobre los de Diego.

No tenía que hacer nada… solo dejarme subir y bajar por ellos dos, al ritmo que querían y abandonarme al disfrute. Me deben haber tenido como diez o quince minutos, a verga de hierro y a un ritmo de vértigo. Tuve dos orgasmos más, a cuál de los dos más intenso. Dardo se había puesto un condón co-arrugado que me hizo delicias, mientras Diego me rompió el culo con un tachonado. Esa tarde no fue cualquier tarde de sexo. Fue especial. Nunca había tenido dos hombres a la vez… y qué hombres… estaban para comérselos. Después que ellos eyacularon y se salieron de mi interior, yo estaba fundida. Diego quería que ya me fuera, pero yo le dije quería otro polvo más, o mejor dicho, dos individuales. Me habían encantado las dobles penetraciones, pero quería un uno a uno con ambos.

Empecé con Dardo y Diego se quedó sentado, observándonos. Eso es algo que tampoco había tenido nunca, pero me pareció de lo más excitante. Un poco raro, porque el que observaba era exactamente igual al que estaba conmigo en la cama, pero excitante al fin. Luego lo hice con Diego, mientras Dardo nos miraba. El uno a uno me permitió concentrarme mejor en mi objetivo. Sobre todo a la hora de mamarla. Cuando una tiene dos vergas para chupar, apenas puede repartirse entre ambas, pero de a una, era sensacional. Les di una buena lamida, bien concentrada, de a poco, como le gusta a los hombres. Tenerlos al borde del orgasmo unos buenos minutos, para después ponerles el preservativo y darles el gusto de una buena cogida. Ellos también supieron bajar a mis profundidades y meterme lengua.
La experiencia no pudo ser más gratificante. Salí repleta de sexo. Y a ellos también les gustó, porque se quedaron con mi número de celular y en algunas ocasiones hemos repetido. Son hasta ahora los únicos con quienes me he animado a una doble penetración, pero en el futuro ¿quién lo puede decir?…

Una nunca sabe cuándo va a tener la oportunidad de toparse con un par de gemelos idénticos… ¿y si fueran trillizos?