En el Super....
FECHA: 7/16/2014Fue algo r?pido e imprevisto, algo fugaz y en un visto y no visto. Normalmente las cosas no buscadas son las que ofrecen un mejor resultado. As? sucedi? aquella tarde y sin previo aviso en la cola del supermercado.
Aquella tarde entr? con mi mujer a por unas cosas que necesit?bamos. Pocas a decir verdad pero, de vuelta a casa, y de camino como ?bamos pues aprovechamos. Era casi la hora de cenar y mirando los productos congelados vimos las pizzas que aquella semana estaban de oferta. Tomamos dos de diferente gusto y seguimos con la compra. No recuerdo qu? m?s compramos pero fueron pocas cosas pues cuando vamos a hacer la compra siempre llevamos la lista con lo que necesitamos. Despu?s de curiosear por el resto del supermercado como a Carmen tanto le gusta, nos encaminamos finalmente a la caja pues pr?cticamente era la hora del cierre.
Solo hab?a una caja abierta as? que, hablando de cosas sin importancia, nos colocamos esperando nuestro turno. Delante una pareja con un carro medio lleno empezaron a colocar las cosas en la cinta para el posterior cobro. Carmen iba hablando como digo de cosas sin importancia a lo que le respond?a siguiendo la conversaci?n. En un momento y sin poner mucho inter?s, me fij? sin embargo que la mujer de la pareja de delante me lanzaba una mirada con cierta atenci?n mientras su pareja, que imagin? el marido, met?a las cosas en las bolsas. Carmen segu?a hablando y no se dio cuenta de nada. Como digo, en un principio no puse mucho inter?s imaginando aquella una simple mirada.
Pero en corto espacio, el que daba para recoger y hacer el pago, las miradas se repitieron con evidente inter?s en ella. Tanto miraba que me fij? en ella como es debido. Era una mujer madura, cincuenta y tantos sin duda, su pareja de edad parecida o incluso algo mayor, gafas, calvo y de pelo canoso mientras la mujer pose?a una figura m?s que respetable para su edad. Estatura media, larga melena rubia de bote y encrespada, el cuerpo como digo resultaba de lo m?s interesante y tentador con aquellas piernas al aire gracias a las medias transparentes que llevaba y que mostraban un par de muslos a?n bien cuidados. Conjunto todo en negro de blusa negra con transparencias, falda y unos botines planos de estilo masculino con los que acab? de captar mi total curiosidad. Curiosidad no exenta de disimulo pues a mi lado se encontraba Carmen sin dejar un segundo de hablar. Al levantar los ojos me encontr? nuevamente la mirada de la mujer al otro lado de la caja mientras el hombre acababa de recoger las ?ltimas cosas ayudado por ella. Rostro arrugado y gastado por la edad, con grandes ojos claros de los que no pude distinguir el color desde la distancia que nos separaba. En su juventud debi? haber sido sin duda bella, bell?sima. Facciones cuidadas gracias al discreto maquillaje que le cubr?a p?mulos y ojos. Acabaron de recoger las ?ltimas cosas y a?n me lanz? una postrera mirada sonriente al pagar ?l a la joven cajera, mirada sonriente a la que respond? ahora con desverg?enza y a lo que Carmen pareci? no dar importancia. Al parecer no se hab?a percatado de nada pues segu?a a lo suyo respondi?ndole yo de tanto en tanto. Una vez pag? ?l, recogieron las cosas acabando de ese modo el fugaz flirteo.
O al menos eso cre?a pues al tocarnos el turno y empezar a meter en las bolsas las pocas cosas que hab?amos cogido, encontr? un peque?o paquete de queso fresco que sin duda hab?a olvidado la anterior pareja. Mirando atr?s vi que ya hab?an salido as? que avis? a la muchacha del olvido, contestando ella con cierta sorpresa. Sin esperar a m?s sal? tras ellos busc?ndolos para hacerles entrega del paquete. Les divis? a?n en la acera, junto al coche en cuyo maletero empezaban a meter las cosas. Dos gritos di sin conseguir llamar su atenci?n para finalmente al tercero volverse ella. Con la misma sonrisa de momentos antes, recogi? el paquete de entre mis dedos al darme las gracias con voz suave y acariciadora. Solo fueron unos segundos pero lo suficiente para notar la mirada clavada en la m?a mientras los dedos se mezclaban unos con otros.
Volv? al supermercado sin m?s, donde pagamos saliendo a la calle camino de casa. Echando un ?ltimo vistazo pude verles marchar calle adelante, doblando el coche en la primera esquina. Todo el resto del tiempo no pude quitarme a aquella mujer de la cabeza, cosa de la que se aprovech? Carmen con evidente placer luego en la cama. Follaba con ella e imaginaba que era la madura con quien estaba. Le com? las tetas y luego el co?o y el culo que mostraba en pompa y en su total belleza. Contra la pared, le foll? primero el co?o para cambiar despu?s al culo que sodomic? con fuertes golpes que la hicieron gritar y gemir de puro goce. Dos veces me corr? y ella no s? cu?ntas aunque seguro que fueron muchas, acabando cansada y derrengada bajo mi peso. Todo el polvo hab?a sido bajo el recuerdo de aquella madura de miradas directas e indiscretas.
Pasaron los d?as y poco a poco aquella imagen fue abandonando a duras penas mi cabeza. Pese a todo, a?n hice el amor a Carmen dos o tres veces imaginando que era a aquella cincuentona a la que me tiraba. Mi mujer quedaba de lo m?s satisfecha, dormida y con una sonrisa de oreja a oreja. Por la ma?ana de vuelta a la marcha, quedando los dos derrotados y dormidos hasta mediod?a.
Unos d?as m?s tarde y ya olvidado de ella, la encontr? sola en el supermercado. De espaldas a m?, la rubia de bote se encontraba en la secci?n de l?cteos. Tras observarla a prudente distancia dibujando en la cabeza su silueta, echada hacia delante como estaba no pude evitar devorar el culo redondito que la falda marcaba. Se me hizo la boca agua al verla con aquel conjunto de blusa rosa palo sin mangas, una falda blanca de tubo plena de erotismo y zapatos grises de alto tac?n. Con un pinchazo conocido entre las piernas y sin esperar a m?s, me acerqu? a ella habl?ndole directamente y con el mayor descaro.
- Hola, ?haciendo la compra?
Se volvi? deprisa con algo de susto aunque estoy seguro que pronto me reconoci? pues enseguida el rostro pas? de la sorpresa a una sonrisa franca y abierta.
- S?, s? estoy mirando unas cosas que necesito.
- ?Vienes sola? ?continu? con el mismo descaro, perfecto conocedor de las miradas que me hab?a echado unos d?as antes.
- Oh s?, mi marido est? fuera unos d?as y necesitaba unas cosas pues tengo la nevera casi vac?a.
Echando el paquete de yogurts en el carro continuamos con la compra entre los diferentes pasillos. Congelados, bebidas y conservas que necesitaba y luego pasamos a la secci?n de droguer?a donde amablemente le ayud? a cargar el detergente y suavizante. Con una sonrisa de oreja a oreja me lo agradeci? infinito antes de ir en busca de dent?frico y un bote de desodorante por ?ltimo. Esta vez s? pude reconocer el profundo tono verdoso de aquellos grandes ojos que el primer d?a no pude apreciar en su justa medida. Fuimos a la caja a pagar. Aquel d?a no necesit? mirar al cliente de atr?s pues le ten?a al lado tratando de iniciar una nueva amistad. Ya en la calle y con las bolsas en la mano, la acompa?? al coche que ten?a aparcado junto a la puerta del supermercado.
- ?Vives cerca? ?me pregunt? con voz susurrante.
- Cerca s?, a unos cinco minutos andando.
- Nunca te hab?a visto hasta el otro d?a? ?por cierto, c?mo te llamas?
- Oh s?, qu? tonto. A?n no nos hemos presentado. Me llamo Ivan, encantado ?re?mos los dos por el olvido.
- Yo me llamo Elena? Ivan, me gusta? -exclam? tras los preceptivos besos en las mejillas.
All? quedamos junto al coche, con las manos entrelazadas de un modo mucho m?s duradero que en el primer encuentro como si ninguno de los dos quisiera separarlas. Hab?a qu?mica entre ambos, era claro.
- ?Vas a casa? ?pregunt? ella finalmente con un gesto de contrariedad que no supo disimular.
- S?, estoy solo esta tarde y me toc? hacer la compra.
- Eso est? bien ?dijo como pensando en otra cosa.
- Ivan, ?qu? te parece si me acompa?as a casa a llevar esto? Pesa mucho para m? si no te importa me har?as un favor?
La cabeza me dio vueltas al escuchar sus palabras. ?Me estaba invitando a ir a su casa? ?As? tan directamente y casi sin conocernos? Estaba claro que quer?a algo m?s, no pod?a creer en mi suerte de modo que no tard? mucho en responder afirmativamente al ofrecimiento. Tras cargar las bolsas en el maletero subimos al coche, pisando Elena el acelerador del peque?o utilitario. Hablando y hablando, de vez en cuando echaba furtivas miradas a las espectaculares piernas de aquella cincuentona. All? a mi lado y tan a la vista, supon?an una tentaci?n para mis ojos golosos. Tanto me fijaba en ellas que me acab? pillando.
- ?Te gustan? ?pregunt? con la sonrisa que ya le conoc?a.
- Son hermosas s? ?respond? sin cortarme un pelo.
- T? tambi?n eres hermoso ?consegu? escuchar su voz apenas perceptible.
Parados en el sem?foro, baj? la mano haci?ndola gemir al posarla en la rodilla que mostraba. Avanc? metiendo la mano bajo la prenda. Not? la piel suave y firme erizarse entre mis dedos. Volvi? a gemir al sentir mi mano apretarle el muslo con decisi?n.
- Oh cari?o, para o no llegaremos a casa ?pidi? temblando toda ella.
Lo hice, no sin dejar por ello de posar la mano en aquel muslo que tanto me encandilaba. Me notaba nervioso bajo el tejano, la atracci?n era clara entre ambos y hab?a que aprovecharlo. La suerte vino en mi ayuda al tener que parar nuevamente al alcanzar el siguiente cruce de calles. Fui yo quien finalmente tom? la iniciativa lanz?ndome sobre ella, aunque no tengo duda que la mujer se mor?a por lo mismo hace tiempo. No pudimos m?s y nos besamos por primera vez con un simple pero largo piquillo. Los labios temblorosos de la mujer ped?an mucho m?s. Con la mano posada en su rostro, Elena respondi? agarrada a mi brazo con desesperaci?n. Un nuevo gemido escap? de sus labios, prueba palpable de lo excitada que se encontraba. Mezclamos las lenguas al sacarla ella de la prisi?n que eran sus labios, abiertos ahora al enredarse en un juego de lo m?s perverso y apasionado. Elena era una mujer ardiente e impetuosa no hab?a duda de ello.
Tuvimos que separarnos al escuchar el claxon del coche de atr?s reclamando seguir la marcha. Llegamos pronto a su casa, entrando en el parking lateral junto al edificio. Tras un largo beso todav?a en el interior del veh?culo, sacamos las cosas del maletero haci?ndome acompa?arla a trav?s de la estrecha escalera que acababa en la planta baja. Perfecta imagen la que me dio de sus piernas subiendo un pelda?o tras otro y con mi mirada clavada en ellas y buscando descubrir algo m?s. La casa era de estilo antiguo y tradicional, no exenta de elementos actuales que le daban un aspecto de frescura y modernidad. Pasamos a la cocina donde dej? las bolsas sobre la mesa que quedaba junto al amplio ventanal que daba a la calle. Apoyada en la encimera, a Elena se la ve?a impaciente y alterada. No hac?a falta que dijera nada as? que me acerqu? a ella.
Empez? a gemir nada m?s unir las bocas, las manos suavemente apoyadas en mi pecho mientras las m?as ca?an en sus caderas. Nos morreamos apasionadamente, comi?ndonos las bocas al abrazarnos ahora con fuerza, empin?ndose ella sobre los pies para ofrecerme sus labios carnosos y jugosos. Labios rosados y llenos de humedad del mucho deseo que la consum?a. Jugamos con las lenguas en una batalla encarnizada, uni?ndolas en el interior de su boca y pudiendo as? sentir el calor de la saliva. Besaba con fruici?n, abriendo la boca y sacando la lengua para que la tomara con la m?a. Vibraba toda ella, mostrando la inquietud que la dominaba al jadear de forma alterada. Con prisas me ayud? a quitar el fino jersey, dej?ndolo caer abandonado en el suelo. Bajando por el velludo torso, comenz? a lamerlo pasando la lengua por todo ?l hasta tomar especial inter?s en el rosado pez?n que agarr? entre los dedos hasta retorcerlo un poco. Gem? como un bellaco al disfrutar la caricia. Elena pas? la mano por encima del pecho.
- ?Est? duro, m?ralo. Ummmmmmm, eres hermoso cari?o! ? exclam? amasando el otro pecho al volver a empinarse buscando mi boca con desverg?enza.
Besaba bien y excitado como yo tambi?n lo estaba, le tom? el rostro entre las manos deleit?ndome con aquellos labios jugosos, la sabrosa boca y su lengua juguetona que no paraba de provocarme de manera procaz.
- Oh s?, cu?nto deseaba esto. Despu?s de verte estuve dos d?as masturb?ndome como una loca ?confes? con voz entrecortada y llena de deseo.
- ?De verdad cari?o?
- Pues claro, no creer?s que te miento. Nunca miento con esas cosas ?respondi? sonriendo con lascivia al humedecerse los labios.
- B?same Ivan, necesito que lo hagas ?la hice callar agarr?ndola del cabello para atraerla hacia m?.
De forma lenta baj? y pasando la lengua por la barriga, llen? los m?sculos de tenues besitos con los que hacerme vibrar.
- Ummmm, esto tambi?n est? duro.
- Culpa tuya querida?
La mano por encima de mi entrepierna, apret? con ganas not?ndome ya medio excitado. La hermosa mujer toc? el bulto, apret?ndolo y sob?ndolo con un gru?ido de vicio. Entre los dedos, se recre? llevando la lengua por encima del volumen creciente para luego resbalar la mano por el muslo, subi?ndola a la cintura a continuaci?n. Agach?ndome sobre ella, la bes? lami?ndole el cuello y la oreja con lo que la hice retorcer de pasi?n.
- Ohhhhhhhhhhhh s?, me encanta eso? vamos contin?a? -reclam? que siguiera con mis caricias en tan delicada zona.
Se los chup? y lam? sinti?ndola enloquecer cada vez que mi lengua corr?a por su cuello o sub?a a la oreja llen?ndola de babas. Elena gimoteaba agitada, las manos en mis piernas y dejando que el martirio se alargara de modo indecible.
- ?Sigue mi amor, sigue? qu? cachonda me est?s poniendo, s?????????????????????????!
Haci?ndola subir volvimos a abrazarnos, iluminando la luz de la ventana la imagen de enamorados que form?bamos. Nos dejamos llevar, escuch?ndonos jadear junto al o?do, los cuerpos calientes y fundidos el uno al otro con el deseo corri?ndonos por dentro. Las manos de Elena subiendo y bajando por la espalda, apret?ndome con desesperaci?n mientras las m?as quedaban en el redondo culillo, cubierto a?n por la falda. Haciendo m?s osado mi ataque, baj? las manos a la parte trasera de sus muslos que acarici? sintiendo una vez m?s la piel erizarse bajo mis dedos. La mujer se encaram? vivaracha, doblando la pierna atr?s al sentir mis manos maltratando su elevado y encantador trasero. Las bocas se rozaban, corriendo por la comisura del labio sin encontrarse.
- Te deseo Ivan ? te de? seo mi amor ?asegur? bes?ndome al atrapar mi cabeza entre sus manos.
Nos besamos largo rato, en el silencio total de la casa roto solo por los continuos gemidos y jadeos que ambos exhal?bamos. Elena era una mujer sensible, a la que hab?a que tratar con cari?o y consideraci?n. El beso se hizo profundo, creciendo a?n m?s el deseo en cada uno de nosotros. La humedad de las lenguas luchando hasta conseguir met?rsela en la boca, a lo que respondi? la mujer con un lamento que me puso los pelos de punta. Apoyada en la encimera y sin posibilidad de escapar, se frotaba contra m? acariciando con los dedos el pecho velludo al tiempo que con la otra mano clavaba los dedos en mi culo. Yo tambi?n se las clav?, intentando meter las manos bajo la falda al escucharla ronronear como una gatita.
- D?mela cari?o, d?mela ? rugi? entre dientes al separarse de mi lado, el fulgor desbocado por la emoci?n en sus entrecerrados ojos.
A mis pies, me desabroch? el cinto para hacer luego lo mismo con la cremallera que baj? con un r?pido movimiento de dedos. Sus frases eran tan vacilantes como las m?as, y el tono de su voz descubr?a lo que tanto deseaba. Cerrando los ojos la dej? hacer en su labor. Tirando del pantal?n y del calzoncillo con fuerza, me sent? desnudo ante ella. Me mord? los labios imaginando lo que aquella mujer me har?a.
Tomando el pene entre los dedos, pas? la lengua brevemente provocando con ello un gemido alterado en m?. Pero todav?a parec?a querer hacerme sufrir un poco m?s. Sin dejar de masturbarme con los dedos, se puso en pie lamiendo nuevamente mi pecho con lentos movimientos de lengua. Nos besamos juntando los labios, envolvi?ndolos con los m?os para enseguida apoderarme de su cuello haci?ndola echar la cabeza atr?s. La excit? pas?ndole la lengua arriba y abajo, chup?ndoselo para volver a subir, bes?ndole tambi?n el ment?n. La despoj? de la blusa encontr?ndome con uno de los pechos que chup? y lam?, succionando hasta notar el pez?n duro como una piedra. De un pecho pas? al otro, cambiando de uno a otro para llenarlos de besos y caricias que la hac?an sollozar de emoci?n. Los pezones como digo se pusieron duros con facilidad, erguidos como dos pitones frente a mis labios que continuaron lami?ndolos y haci?ndolos vibrar con cada nueva caricia. Elena se cog?a a mi cabeza, los ojos cerrados y llenando la cocina con el ruido de sus t?midos grititos. Llev? la mano a la nalga, meti?ndola bajo la falda para hundir los dedos en sus carnes prietas y firmes.
- Ohhhhhhh, sigue mi amor sigue?
Quedando entre sus piernas se las hice abrir, deslizando el tanga piernas abajo y ayudando la madura a que desapareciera con un leve movimiento del pie. Un co?ito rosado y peludo me dio la bienvenida.
- ?Te gusta cari?o?
- Claro que s?. Me gustan peludos y hambrientos ?respond? pas?ndome la lengua por los labios.
- Ummmmmmmmmmmmmmmmmm.
Cogida de las caderas la sent? en la encimera, abri?ndole de nuevo las piernas. Qued? frente a su rosada flor que se ve?a h?meda de jugos y con la rajilla ligeramente entreabierta. Era claro que estaba caliente y m?s que lo iba a estar, seguro. Suspir? fuertemente al sentir mis labios corri?ndole el muslo sin buscar a?n la vulva. Yo tambi?n quer?a hacerla rabiar y que lo deseara a muerte. Le bes? el muslo subiendo y bajando por el mismo, la piel eriz?ndose con el roce de mis labios lleg?ndole a la rodilla para subir nuevamente de forma lenta, muy lenta. Elena aguantaba el suplicio, sollozando tenuemente, tirando las piernas hacia arriba para mostrarse m?s. Ca? sobre la rajilla empezando a lamer y eso la hizo cerrar los ojos complacida. Continu? lamiendo y chupando los abultados labios, buscando abrirlos para poder as? meter la lengua entre las paredes de la vagina. Sabore? los jugos muy abundantes que la mujer expel?a, jugos sabrosos y algo amargos que me supieron a gloria. Me dediqu? a ella leng?eteando una y otra vez por encima de su humedad. Envolvi?ndola con los labios para apretar con ellos hasta arrancarle un suspiro de satisfacci?n. As? lo hice con la hinchaz?n de sus labios, raspando con la lengua de manera perversa. Clav? los ojos en su rostro lleno de placer, de ojos cerrados y labios temblorosos.
- ?H?zmelo sin prisas, ch?palo Ivan!
Estuve chup?ndoselo unos dos minutos, pasando la lengua arriba y abajo sin descanso animado por los grititos descontrolados que produc?a. Golpe?ndola hasta conseguir ahora s? introducir levemente la lengua en su hendidura, la herida se abr?a recibiendo mis ataques con una humedad cada vez m?s abundante. Me volv?a loco saborear los efluvios de la desamparada y sometida madura. Aument? la velocidad de mi lengua al mismo ritmo que lo hac?an los gemidos y lamentos de la mujer que no paraba de retorcerse excitada. Frot? con rabia la lengua, acariciando el botoncillo hecho ya dureza gran?tica bajo el roce que mis labios produc?an sobre el mismo. Arranqu? a la mujer largos lamentos de placer, sollozando y jadeando recogida en s? misma, doblando las piernas en figura casi gimn?stica.
- Est? sabroso.
- ?S??
Ces? en mis caricias, haciendo uso de los dedos que hund? suavemente entre sus labios para despu?s darle a probar el aroma de su sexo. Hice lo mismo una segunda vez, abriendo Elena la boca con evidente placer.
- Mast?rbate nena ?exclam? palmote?ndole la nalga con delicadeza.
Abri?ndose el co?o, introdujo un dedo en la hendidura rosada que se entreabr?a bajo el roce lento pero constante. Disfrut? vi?ndola gozar, masturb?ndose lentamente ella misma con gesto placentero. Los ojos fuertemente cerrados y los labios apretados para soportar las miles de sensaciones que deb?an llenarle la cabeza. Empez? a gemir d?ndose placer mientras la acompa?aba con fuertes manotazos en su redondo trasero que la hac?an gritar d?bilmente. Sonre?a y se quejaba con cada nuevo golpe, moviendo ahora dos dedos de forma mucho m?s intensa.
- Vamos nena, mast?rbate hasta que te corras.
- ?S?, eso quieres?
Gimote? con mayor fuerza sin parar de meter y sacar los dedos en busca del orgasmo. Un orgasmo que no tard? en llegarle gracias a la mucha experiencia que mostraba en tales lides. El rostro congestionado y sudado, el cabello alborotado, me gust? descubrirla derrotada por el orgasmo, el primero de los suyos y que sin duda no ser?a el ?ltimo. Apretaba los ojos, frunc?a el ce?o lami?ndose los labios, humedeci?ndolos para no gritar. Un orgasmo largo e intenso que la hizo caer hacia atr?s con la cabeza apoyada en el armario de arriba.
- Ufff, qu? rico mi amor? me siento cansada pero con ganas de m?s ? confes? abriendo los ojos con dificultad mientras se relam?a con sonrisa beat?fica.
Haci?ndome seguirla desnudos como ?bamos, subimos al primer piso y tras cruzar un largo pasillo acabamos en el dormitorio de casada de la mujer. Elena qued? junto a la ventana y yo frente a ella sin decir palabra. Alargando la mano, atrap? mi pene masturb?ndolo muy lentamente entre los dedos. Mientras, nos mir?bamos a los ojos con gestos de deseo, bes?ndonos de forma r?pida de vez en cuando para despu?s hacerme con el cuello que not? terso y suave bajo mis labios. Se lo com? oy?ndola gemir, temblando entera al sentir mis labios excit?ndola al besarla con ternura. La hice volver y echando el cabello a un lado, le lam? la nuca, el cuello y las orejas que cubr? de besos y h?medos lametones. Me apret? contra ella haci?ndole notar la rigidez de mi sexo, pegado a la redondez de su culo elevado y dispuesto.
- ?Qu? duro est?s cari?o! ?Todo eso por mi culpa? ?pregunt? removiendo el culillo con descaro.
- Mira como me tienes guarrilla ?le dije respondiendo al movimiento circular que tanto me provocaba.
- Uffff, me tienes loca mi amor. D?mela por favor, deja que la pruebe vamos?
Acuclillada, se apoder? de mi sexo empezando a lamerlo y chuparlo, la lengua corriendo por encima del glande cabeceante y peligrosamente apuntando hacia arriba. Cerr? los ojos dej?ndome llevar por la experiencia de la madurez. Emitiendo t?midos sonidos guturales, lo met?a en la boca para enseguida sacarlo, lami?ndolo y chup?ndolo con suaves golpes de la lengua. La lengua movi?ndose abajo y arriba, una y dos veces, jugando con el tronco escandalosamente grueso y erguido en el que las venas se marcaban en todo su esplendor. Levant? la mirada sin dejar de excitarme con sus tenues caricias, reconociendo cada cent?metro de mi sexo que se ve?a arrogante y firme.
- Me encanta cari?o, me encanta? ummmmmmmmmmmm ?asegur? antes de meterse en la boca m?s de la mitad del rabo herido.
- Oh s?, com?tela? com?tela toda nena?
Lo hizo empezando a com?rsela con ganas, meti?ndosela de forma decidida para luego jugar con los labios que cubr?an buena parte del tallo brillante de sus babas. La lengua pasaba y repasaba por encima del grueso champi??n, excitando la totalidad del miembro con acariciadores roces que me hac?an ver las estrellas. Suspir? disfrutando el trabajo que la mujer me daba, ?una buena mamada s? se?or! Con la mano me masturbaba al tiempo que continuaba chupando y chupando el pene hecho figura curva. Apuntando hacia arriba, cabeceaba provocando la caricia femenina. Elena sonre?a mostrando la blancura de los dientes, rozando y mordisqueando la ternura de la piel del tallo. Me encantaban aquellos gestos tan llenos de vicio, nunca Carmen me hab?a hecho algo as?. Como tampoco hab?a escupido nunca sobre mi pene, esparciendo a continuaci?n las babas a lo largo del grueso m?sculo moviendo los dedos de manera vertiginosa y enloquecida.
- Ummmmm, me encanta tu polla Ivan, me encantaaaaa? buen rabo gastas maldito.
La cara de mamona de la mujer me ten?a en la gloria, el rostro congestionado cada vez que se met?a el glande en la boca chup?ndolo sin descanso. Con la otra mano palpaba los huevos cargados, llev?ndola luego a mi culo que acarici? resbalando los dedos por encima de la estrechez de mi ano. Qued? quieto gru?endo mi entusiasmo. Sin pedir permiso introdujo brevemente el dedo, empujando con audacia al escuchar mi nuevo gru?ido.
- ?Te gusta cari?o? ?pregunt? sin dejar de follarme muy lentamente el agujero anal.
- Me gusta s? ?no pude menos que decir notando el dedo deslizarse dentro y fuera.
- A mi marido le encanta? ?no ser?s t? tambi?n un pervertido de esos? ?inquiri? antes de volver a tragarse el miembro.
Poco a poco lo fue tragando hasta conseguir met?rselo por entero. Vibr? entero ante la imagen de la madura meti?ndose el pene por completo hasta golpearle los huevos la boca. Luego fue el turno para los huevos que lami? una y otra vez, comi?ndoselos al momento al cubrirlos con los labios. Yo la animaba a seguir con los d?biles gemidos que mi boca produc?a. Se la ve?a loca, masturb?ndose por abajo mientras com?a y com?a polla sin darse un momento de respiro. Not? la leche corri?ndome el pene, a punto de explotar gracias a la fant?stica felatio que la rubia me regalaba. Entre dientes avis? de mi pronta corrida.
- ?Me viene Elena, me viene?!
- ?Te corres cari?o, te corres? ?grit? dejando que fuera yo quien me masturbara frente a su boca abierta y con la lengua fuera.
- Me corro, me corro s????????????????? ?murmur? en un hilillo de voz notando las fuerzas abandonarme sin remedio.
La leche le fue a la boca, cay?ndole sobre la lengua hasta llenarla de l?quido blanquecino. Parte escap? por la barbilla y la comisura de los labios, tan abundante lechada le entregu?. Elena sonre?a gozosa, con aquella cara de vicio que tanto me pon?a. Mientras tanto, la leche le ca?a por la barbilla, resbalando hacia los pechos y el suelo. Pero, en su encantadora perversi?n, la experta hembra me ten?a reservada a?n una nueva sorpresa. Con la lengua fuera y cubierta de espeso semen, los ojos clavados en los m?os, la vi cerrar la boca y al momento ejercer un movimiento inequ?voco de garganta. Elena abri? la boca mostr?ndola limpia de restos de mi corrida.
- ?Te lo has tragado? ?pregunt? con una mueca de asombro.
- Me encanta? -respondi? pas?ndose la lengua por los labios al sonre?rme con mirada aviesa.
- ?Qu? ca?a! ?exclam? lanzando un silbido de admiraci?n.
- Me encanta la leche? me encanta el sabor amargo que tiene ?volvi? a decir mientras con las manos esparc?a el semen ca?do sobre los pechos.
Media hora m?s tarde y gracias a las caricias que nos prodig?bamos, ambos estuvimos dispuestos a continuar con tan agradable disputa. La bes? en los labios, en el cuello, en los hombros al oler la fragancia que su cuerpo sudoroso por el cansancio expel?a. Resoplando y sofocados la acarici? envolvi?ndola con mi cuerpo, los dos jadeantes por el deseo que nos embargaba. Las manos masaje?ndole las piernas, subiendo y bajando por los muslos para tomar camino hacia los pechos que apret? entre mis dedos. Elena se quejaba reclamando m?s, agit?ndose entre mis manos en busca de nuevas caricias. Se las di cayendo sobre las nalgas que not? duras y espl?ndidas entre mis dedos, aquellas nalgas en las que mi mirada se hab?a clavado en el supermercado. Hab?a tanto que acariciar que mis manos no daban abasto, corri?ndole por sus bellas formas, los brazos, la cintura y las caderas, los muslos poderosos y firmes que me hac?an perder el sentido?
- ?mame cari?o, ?mame? te deseo, te deseo amor?
Los dos de pie, la penetr? contra la ventana arranc?ndole un grito que a duras penas pude ahogar con mis besos. Cara a cara y con la pierna levantada, se la met? de un solo golpe ayudado por el manantial de jugos que era su sexo. Con facilidad nos acoplamos el uno al otro, iniciando los lentos movimientos de la copula que pronto fueron ganando en agilidad y energ?a. La pierna en mi hombro, me hund?a hasta lo m?s profundo para salir y volver a entrar con una nueva muestra de poder?o. La mujer gem?a, se retorc?a bajo mi empuje, bramaba con cada nuevo golpe. Me volv?a loco verla as?, mitad con gesto de dolor mitad con gesto de puro vicio y querer mucho m?s. Cogida de las nalgas le daba con todas mis fuerzas, clav?ndola sin compasi?n contra la ventana que serv?a de tope a mis bruscos movimientos. Elena recib?a mi ataque con los ojos cerrados y la boca abierta en busca del aire que le faltaba. De forma sorprendente, las fuerzas parec?an no abandonarme aprovech?ndolo para satisfacer al m?ximo tan bella figura. Entrando y saliendo, una y otra vez, de puntillas para quedar ambos a la altura. Los gemidos y sollozos femeninos rebotaban contra mi o?do, los dos pegados y sin darnos respiro. Un polvo de lo m?s agradable y lleno de entrega. Par? unos segundos pero enseguida volvimos al duro combate, los huevos hundi?ndose en ella mientras sus manos me agarraban la espalda con angustia infinita.
- ?Qu? salvaje mi amor? dame duro, dame duro!
Levant?ndola en brazos y teni?ndola bien cogida de las caderas, entr? cent?metro a cent?metro hasta quedar parado en ella. Elena respondi? cruzando los brazos tras mi cuello al tiempo que hac?a lo propio con las piernas detr?s de las nalgas para sentirme m?s adentro. Una mueca de placer se apoder? de ella y no pudo hacer m?s que echar la cabeza atr?s not?ndose elevada por los aires.
- Oh s?, f?llame? f?llame cari?o s???????????.
Empezamos a movernos con rapidez, enloquecidos por completo, follando como si no hubiera un ma?ana. Me sent?a poderoso y salvaje en compa??a de tan hermosa hembra, hembra a la que satisfacer o morir en el intento. Cogida de mi cuello se dejaba llevar, movi?ndose arriba y abajo, protestando amargamente cada vez que el eje ardiente se clavaba hasta lo m?s hondo de su ser. El cabello meci?ndose con el lento balanceo con el que gozar m?s tan grato encuentro. Las manos por mi pecho para subirlas nuevamente al cuello y de all? al brazo. Los golpes se escuchaban cada vez que mi sexo se hund?a en la vulva humedecida. Nos remov?amos tan pronto r?pido como de forma mucho m?s lenta y sosegada, desplaz?ndonos al mismo ritmo, adelante y atr?s, gimiendo y soportando as? el intenso momento. Agarrada fuertemente de las nalgas, volv? a follarla con bruscos golpes de ri?ones, incrust?ndola contra el cristal de la ventana, haci?ndola gritar dolorida y satisfecha.
- Ivan s?, qu? salvaje y rudo? pero me gusta s?, contin?a? contin?a as?.
Estuve as? aguantando su peso y penetr?ndola un rato m?s hasta que al fin la escuch? alcanzar un nuevo orgasmo con el que caer abrazada a m?. T?midos sollozos y la cabeza reposando en mi hombro, la mujer respiraba de forma entrecortada para luego llenar mi piel de tiernos besos con los que apaciguar su placer. Finalmente descabalg?, sinti?ndose libre del miembro arrogante y altivo y que a?n ped?a mucho m?s.
- Uffffff, qu? animal? qu? polvo m?s rico cabr?n.
- ?Quieres m?s? ?pregunt? con la sonrisa en los labios.
- ?M?s? ?respondi? suspirando y con gesto depravado.
- Ya veo? veo que necesitas a?n m?s ?exclam? acariciando con los dedos mi pene inflamado que se mostraba elevado y curvado.
- Ven aqu? mu?eca ?dije volvi?ndola de espaldas a m?.
De ese modo, bien abierta de piernas y el culo echado atr?s la foll? observando las gentes y los coches correr por las calles. Me daba morbo poder ser vistos por alguien y ello me llevaba a darle con mayor vehemencia, entrando y saliendo nuevamente con la buena cadencia que su co?o me permit?a. Elena, con las manos en la ventana y el culo en pompa, se dejaba follar con gran placer para ambos. Con la mano cogi?ndose el pecho, la follaba con golpes secos resonando cada vez que los cuerpos se un?an en uno solo. Enganch?ndola del cabello y lanz?ndole el c?lido aliento a la oreja mientras la llenaba de sucias palabras que la hac?an vibrar como una flor mecida por el viento.
- Toma puta, t?mala toda? me vuelve loco el co?ito trag?n que tienes.
- Oh s? s? sigue, si? gue as? mi amor?
Saliendo de ella una perversa idea inund? mi cabeza. Con la polla en la mano, la pas? por la entrada de su vulva y tambi?n por el agujero estrecho del ano viendo que no se quejaba por ello. Todo lo contrario, remov?a el culo como si me animara a seguir. As? lo hice, entr?ndole la cabeza entre los labios para retirarla al instante provoc?ndole un lamento de disgusto. Fue ella misma la que situ? el glande junto a la entrada del oscuro canal, apretando yo m?nimamente pero sin presionar del todo. La experta mujer gimi? arrebatada por el deseo, era evidente que aquello le gustaba.
- ?Te gusta? ?le pregunt? directamente sin apartar el miembro de donde estaba.
- Ummmmmm, me gusta s?. Pero ve con cuidado que hace tiempo que no me lo hacen.
- Tranquila cari?o? ser? sumamente cuidadoso.
- Bien, probemos pues ?acept? tirando el culo en busca del contacto.
Buscando el delicado agujero, frot? la punta contra el mismo tratando de presionar para que se fuera abriendo. Ella se retorc?a gimiendo. Cost? y me ayud? de dos de mis dedos humedecidos para ir abriendo el esf?nter entre los gimoteos que la mujer produc?a. La penetr? con un dedo y luego con el otro despu?s de escupir y esparcirle las babas por encima.
- ?Te gusta nena?
- Me gusta s? aprieta vamos, aprieta con cuidado.
Su rostro no enga?aba, una prueba m?s de lo que aquello le gustaba. Volv? a meter el segundo dedo, haciendo peque?os circulillos en el interior del canal.
- Sigue cari?o, sigue? f?llame, f?llame el culito me encantaaaaaa ?exclam? soportando ya todo.
Poco a poco Elena fue relaj?ndose, gimiendo y contray?ndose de gusto como la viciosa que era. Estaba bien seguro que pronto ser?a m?o y as? fue. Qued?ndose quieta y mirando atr?s, el glande amoratado empez? a abrirse paso entre las paredes que amablemente lo acog?an. Gimi? frunciendo el ce?o, con semblante de dolor pero de necesidad al mismo tiempo. Eso me hizo apretar m?s, indagando lentamente al sentir el anillo abrirse permitiendo el paso al tronco inflamado y venoso. Al fin y agarrada de la cadera, di un ?ltimo impulso quedando parado en el interior del estrecho agujero. La bella Elena lanz? un grito desgarrado, la cabeza echada atr?s como pidiendo clemencia. Los ojos en blanco al sentirse llena, fue ella misma la que empez? a moverse como nueva prueba de su deseo por ser sodomizada. Respond? movi?ndome a mi vez, me encantaba aquella hembra tan amable y complaciente. Resbalaba dentro de ella con un ritmo m?s que aceptable, las paredes se abr?an bajo el empuje que le prodigaba. Un mete y saca que fue aumentando en velocidad, clav?ndosela cada vez con mayor complicidad por su parte. Desde atr?s alargu? las manos a sus pechos que masaje?, tomando luego los pezones para retorcerlos y provocar en ella un grito lastimero. Continu? sodomiz?ndola ahora ya con total comodidad y soltura, como si hubiera sodomizado aquel trasero toda la vida. Ella sollozaba apretando los labios, los ojos entreabiertos para abrirlos por completo al sentirme hundido.
- ?T?mala puta, t?mala? ?te gusta por ah? eh?!
- ?S????????????, me gusta s? me gusta que me follen el culo? j?deme, j?deme cabr?n!
Me sent?a apretado dentro de ella. Pese a su experiencia, lo ten?a estrecho y en ocasiones resultaba un duro combate deslizarse dentro y fuera. De nuevo el bullicio de las calles sirvi? de acicate en mi ?gil cabalgar. Sin saber muy bien porqu? la imagen de las gentes me animaba a follarla con mayor ?mpetu lo cual era agradecido por la mujer con mayores muestras de gratitud. Retorci?ndose entre mis manos, se arqueaba echando la cabeza y los pechos adelante mientras levantaba el trasero en busca de mayores placeres. A trav?s del reflejo del cristal pude ver su rostro descompuesto y desencajado por la pasi?n que la dominaba. Los ojos cerrados, el flequillo cubri?ndole la frente, la boca abierta y los dientes blancos y bien cuidados. Era hermosa, realmente hermosa y era toda m?a. Las acometidas eran fuertes, duras, precisas enterr?ndome en su interior hasta encontrar los m?s escondidos rincones. Haciendo el suplicio m?s grande, la masturb? por abajo tratando de acelerar su orgasmo. Empuj? ahora lentamente, despacio, muy despacio mientras se quejaba y gem?a al masturbarla, la lujuria instalada en ella. Se mov?a pidi?ndome m?s y m?s, gritando descontrolada, gimiendo, jadeando, lamento tras lamento y cercana ya al ?xtasis.
- ?Dame, dame? dame con fuerza, ll?name lo deseo!
Me corr? en su interior, explotando para desembocar en un sensacional orgasmo con el que llenar las paredes de aquel culo rotundo y lozano, agarrado a sus carnes hasta clavar los dedos en ellas. Sin sacarla empuj? dejando las ?ltimas fuerzas en forma de dos, tres, cuatro latigazos con los que entregarle el calor recogido en mis entra?as. El miembro erecto escap? goteante. El placer nos hab?a visitado casi al tiempo mezcl?ndose sus efluvios en mis dedos con la leche en el interior de su culo.
Los dos agotados, exhaustos por tan t?rrido polvo nos abrazamos yaciendo en el suelo sin dejar de mirarnos. Recuperando las fuerzas perdidas, todav?a jadeando entrecortados, c?lidas palabras con las que demostrarnos lo mucho que nos hab?a gustado. Nos besamos uniendo las bocas, los labios resecos, sent?a su cuerpo pegado al m?o.
- ?Dios, qu? poderoso y fogoso eres! ?exclam? acarici?ndome el brazo con las u?as.
- ?Te gust?? ?pregunt? sabiendo bien su respuesta.
Le hab?a hecho el culo con total entrega por su parte, un polvo tormentoso y salvaje el que los dos hab?amos gozado. Para ser el primer encuentro no me pod?a quejar, la hab?a hecho m?a probando todos sus agujeros sin queja alguna por su parte. Elena era una madura complaciente tal como hab?a podido comprobar.
- ?Era tu mujer?
- ?Carmen? Bueno en realidad no estamos casados, somos pareja hace cuatro a?os.
- ?Y qu? tal con ella?
- No va mal pero podr?a ir mejor. Nos queremos y follamos a menudo pero ya no hay la complicidad del principio.
- Te entiendo, qu? me vas a contar.
Nos besamos de nuevo quedando para una pr?xima vez. Me levant? d?ndole la espalda y Elena ronrone? t?midamente al verse sola en el suelo. Desde mi posici?n, admir? su bella y desnuda figura. All? hecha un gui?apo, perdida la decencia de mujer casada. Me daba morbo verla, los cabellos revueltos, estirada en el suelo toc?ndose y provoc?ndome con la mirada, abierta de piernas mostr?ndose con desverg?enza. Un ?ltimo beso antes de recoger mis cosas, visti?ndome y escapando satisfecho y dichoso de aquella casa. Volver?a, seguro que volver?a.
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